“La responsabilidad social corporativa no es suficiente. La empresa ha de ser ética»
“La responsabilidad social corporativa no es suficiente. La empresa ha de ser ética»
Una empresa puede presumir, con razón, de responsabilidad social corporativa. Y al mismo tiempo, malpagar a sus trabajadores. Porque muchas compañías se mueven en esa frontera, a veces difusa, entre licitud y legalidad. Y a lo que de verdad han de aspirar es a actuar con ética, la vía más corta para dotar de «humanidad» al sistema capitalista. Es el mensaje principal que trata de inculcar en sus conferencias Javier Fernández Aguado, 'coach' de alta dirección y director de la Cátedra de Management Fundación Bancaria La Caixa en IE Business School. El pasado día 24 participó en la jornada Summit Valores Bilbao, celebrada en el Palacio Euskalduna, para hablar de la ética en la función directiva.
-¿Cuál es el enfoque de sus conferencias?
-Hablo sobre qué es la ética, y qué es la acción directiva. La ética es la ciencia de la felicidad, que nos permite personal y corporativamente ser felices. Hay gente que confunde la ética con la estética. Lo primero es lo que parece. Y lo segundo, lo que es. Esa confusión lleva a otra: confundir la ética con la transparencia, que es un instrumento que puede facilitar la ética. Es decir, en la medida en que pueda haber más cámaras en un sitio, habrá menos robos. La acción directiva es el trabajo que realiza una persona con un grupo humano para cumplir un objetivo. Ese trabajo se puede hacer de tres maneras: primero, como manipulador, que es una persona que llega a un grupo humano, lo mantiene como grupo y lo traslada a un lugar peor del que estaba cuando él llegó. Segundo, un directivo. Es lo mismo, sólo que lo traslada a un lugar muy parecido al que estaba. Y el líder, que convierte a un grupo humano en un equipo, y lo traslada a un lugar mejor. ¿Cuál es la diferencia entre el manipulador y el líder? La ética. El líder piensa en personas, y el manipulador se refugia detrás de conceptos para enriquecerse a costa de los ingenuos.
-¿Qué lugar cree que ha de ocupar la ética en la gestión empresarial?
-La falta de ética es el atajo que algunos utilizan para conseguir algo que de una manera correcta lleva a caminar por el sendero del esfuerzo y de la ética. La ética forma parte esencial del ser humano, y también por tanto del directivo. El que no se preocupa por la ética puede ser que sea 'bueno' como directivo. Es decir, que se enriquezca, pero lo hará de manera negativa, dañando necesariamente a otros. El directivo que vive éticamente muy probablemente se enriquecerá si trabaja bien, pero lo hará respetando los tiempos y a las personas con las que trabaja.
-Desde su punto de vista, ¿cómo andan de ética los empresarios españoles?
-Hay un refrán que refleja este tema: «En el Arca abierta, hasta el justo peca». Es decir, todos llevamos dentro un diablo y un ángel. Si no hay una normativa que nos ayude a comportarnos correctamente la tendencia es a hacerlo de forma incorrecta. Si uno ve encima de una mesa un billete de 500 euros y no hay ni gente ni cámaras alrededor, lo normal es que se crea que no es de nadie y se lo quede. Si hay transparencia y cámaras, lo cogeré y lo entregaré. Sucede que hay quien confunde la ética, es decir, la licitud, con la legalidad. Y esto sucede en la empresa. La ética ha preocupado siempre. Hace unos años se hablaba de ética en los negocios. Luego se pasó a hablar de responsabilidad social corporativa, luego empresarial, y hoy en día se habla de 'compliance'.
-Y no es lo mismo...
-El 'compliance' es un conjunto de leyes que se implantan para decir que tal cosa es ética. Pero choca conceptualmente, porque una cosa es la ética y la otra son las leyes. Una cosa es la legalidad, y otra la licitud. Y hoy en día en muchas empresas se quiere sustituir la licitud con la legalidad, con el 'compliance'. Que son dos cosas complementarias, no sustitutivas. La ética es el conjunto de normas que nos ayudan a ser felices, a cumplir nuestros objetivos en el tiempo y el modo debidos. La 'compliance' es el conjunto de leyes que regulo para conseguir mis objetivos, pero no necesariamente me van a hacer bueno. Y es que hay comportamientos legales, pero ilícitos.
-¿Por ejemplo?
-En la Alemania nazi era legal, imperativo, denunciar al vecino judío. Pero eso es absolutamente antiético, ilícito. Y al revés, hay cosas lícitas, pero ilegales. Si voy conduciendo por una calle desierta por la noche y me encuentro un semáforo en rojo. Decido saltármelo. He hecho algo ilegal, pero es lícito, porque el pararse en un semáforo es un tema convencional legal, no es estrictamente ético. Las empresas tienen que conjugar el 'compliance', que está muy bien, con la formación y el comportamiento ético, que es algo complementario y no necesariamente igual que la 'compliance'.
-Insisto. ¿Cómo está España en cuanto a ética empresarial?
-Pues muy parecido a otros países. Lo que pasa es que con manifestaciones diferentes. Y pongo un ejemplo. La corrupción de determinadas casas automovilísticas alemanas, sólo la de una de ellas, es mayor en volumen y consecuencias negativas a toda la corrupción en España de los últimos 70 años. Sucede que nosotros tenemos una tendencia a la autoflagelación. Consideramos que lo nuestro es lo peor. Lo que pasa es que las manifestaciones de falta de ética son distintas. Por ejemplo, Chile era considerado hasta hace cinco años como el país ejemplar. Hasta que se promulgó una ley en la que se concedía la amnistía a todos aquellos que denunciaran comportamientos antiéticos. Y se disparó la caja de los truenos. La cantidad de irregularidades que han salido superan a las de países de su entorno.
-En la medida en que la ética está en lo alto de la escala de virtudes de toda persona y también empresario, ¿Cree que es suficiente con aplicar ese concepto tan de moda como la responsabilidad social corporativa?
-Es necesaria pero no suficiente. La responsabilidad social corporativa supone conceder una antropología a la empresa, cuidando a mis proveedores, a mis clientes, al medio ambiente, etc. Está muy bien. Pero yo puedo estar haciendo todo eso, y paralelamente no pagar lo que debo a mis empleados. Por eso tengo que atender a los comportamientos personales en todos sus ámbitos. La ética es, en su amplitud, absolutamente ilegislable.
-Entonces, que las empresas hagan de la ética uno de sus principios rectores, ¿es un ideal difícilmente alcanzable?
-Lo que hay que hacer es facilitar que las personas queramos comportarnos bien. Hay organizaciones, o sistemas empresariales o políticos que 'promocionan' que te portes mal. El comunismo o el nazismo crean entornos para portarse mal. Ser ético en el periodo nazi o en el comunista, era prácticamente imposible porque te forzaban continuamente a denunciar, a dañar a tu vecino. Hay organizaciones, sistemas, que gestionando la libertad, promocionan el que tú puedas tomar decisiones correctas. Si tú trabajas en una empresa y te enteras que un directivo gana mil veces lo que ganas tú, ¿qué es lo que piensas? Que si puedo pillar algo, lo pillo, porque es un robo oficial, de guante blanco. Si ves que por el contrario ese directivo se esfuerza, se comporta correctamente y te paga adecuadamente, te inclinas por responder a ese ejemplo. La ética tiene muchísimo que ver con el ejemplo.
-¿Es más fácil o difícil ser un empresario ético en función del tamaño de la empresa o del entorno competitivo en el que se mueva?
-Sí, evidentemente, el incremento de presión a veces lleva a que sean más fáciles comportamientos ausentes de ética. Pongo un ejemplo: si tú tienes un bar y cobras cuatro euros por un 'pintxo', con un buen servicio y buena calidad, pero al lado te abren un bar que los cobra al mismo precio pero son mucho peores, me meten una presión que igual me obliga a tomar decisiones poco éticas. Pero la ética no puede ser casuística. Hay tantos millones de circunstancias en la que cada persona vive y en cada entorno, que lo que la ética como ciencia enseña es que estas son las reglas. Luego cada uno debe aplicarlas.
-¿La ética debería ser la piedra sobre la que se edifique la tan exigida refundación del capitalismo?
-Sin ninguna duda. No hay ningún sistema, organización ni entorno que sea perfecto. Los hay que se han demostrado históricamente lamentables y perversos, como el comunismo. El liberalismo capitalista llevado al extremo es también absolutamente perverso. Lo que tendríamos que hacer es seguir volcando nociones de ética en ese sistema capitalista para que fuera un capitalismo humano. Algo semejante a lo que intentó José María Arizmendiarrieta con Mondragón. Es un ejemplo emblemático, como el de Francesc Moragas, fundador de La Caixa: la idea de construir organizaciones que, teniendo que gestionar dinero, sean lo más humanas posible.