¿Hay que predecir el futuro para tener un trabajo de éxito?
¿Hay que predecir el futuro para tener un trabajo de éxito?
Daniel Gilbert es uno de tantos expertos que asegura que somos incapaces de predecir de manera fiable en qué estaremos trabajando dentro de unos años. Este psicólogo de la Universidad de Harvard, experto en felicidad en el trabajo, cree que "los seres humanos son obras en progreso que erróneamente piensan que están terminados" y ha hecho popular la teoría de la ilusión del final de la historia, que viene a decir que, de alguna manera, imaginamos que la persona que somos ahora es la persona que seremos por el resto del tiempo. Como Gilbert, otros expertos y estudios confirman esta especie de tara para pronosticar nuestro futuro laboral, que nos lleva a tomar decisiones erróneas cuando se trata de escoger una carrera, de cambiar de trabajo o de reinventarnos profesionalmente.
Juan San Andrés, consultor de dirección en organización y recursos humanos, cree que "efectivamente, existen pruebas neurológicas claras de que nos cuesta mucho imaginarnos a nosotros mismos en el futuro. La mayoría de la gente trata a su yo futuro como si fuese otra persona distinta. Esto condiciona también nuestra capacidad de imaginar nuestro futuro profesional. Los niños suelen tener algún tipo de deseo profesional infantil -'quiero ser astronauta'- que normalmente desaparece al crecer. Cuando somos mayores se dan diferentes situaciones respecto a cómo imaginamos nuestro futuro profesional: es posible tener una orientación-deseo-meta profesional muy clara y precisa -'quiero ser neurocirujano en un gran hospital'-; o tener una idea muy clara del tipo de cosas cuya realización nos hace sentir bien -'quiero trabajar por mi cuenta en actividades en la naturaleza' o 'me gusta trabajar con la tecnología'-; pero también no tener ninguna orientación ni preferencia particular e irnos conduciendo de modo práctico según se presentan las cosas. Son muchas las personas que estudian cosas que abren muchas puertas (Derecho, ADE, o ingenierías) pero sin un interés verdadero en esa carrera".
Nekane Rodríguez, managing director global afiliates en Lee Hecht Harrison, se pregunta si realmente es necesario pronosticar el futuro para tener éxito en nuestro trabajo, "porque eso nos encarcela: estudiamos big data cuando lo que nos gusta realmente es la filosofía". La experta añade que "la mayor habilidad para predecir es aprender constantemente, ser resiliente, ser capaces de amar lo que hacemos o adaptarnos a nuevas situaciones. Es esto lo que realmente nos ayuda a encontrar nuestro camino".
Juan San Andrés insiste en que "ni la mitad de las personas tienen una imagen clara de su trayectoria profesional deseada más allá de progresar en sueldo y estatus. Tener una visión muy clara de la carrera buscada puede ser bueno, porque puede guiarnos como una brújula, pero también puede limitarnos en nuestras decisiones, nos impide ver oportunidades que quizá no son obvias en nuestra conexión con lo que deseamos. Y nuestra vocación nos puede limitar".
Por su parte Marta Romo, socia directora de Be-Up, asegura que "un entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) hace que seamos cada vez peores prediciendo nuestro futuro. Añade que hay estudios que dicen que somos buenos en los pronósticos a corto plazo, cuando hay una línea coherente de causa-efecto, sin ramificaciones. A más largo plazo es necesario simular más escenarios (más ramificaciones), y ahí es donde las personas con más facilidad para la imaginación tienen una capacidad predictiva mayor. La clave está en las simulaciones que hacemos y en la capacidad para ponernos en diferentes situaciones".
Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, explica que "la química dice que cuando metes más de dos variables en un sistema, este se complica hasta hacerse imprevisible. Si esto ocurre con los átomos, con las personas o la sociedad, a lo máximo que podemos aspirar es a predecir tendencias macro, pero no a saber exactamente lo que va a ocurrir con un producto, una idea o una persona. Existe algo así como un principio de incertidumbre en los proyectos profesionales que nos impide predecir lo que va a ocurrir".
Sesgos
La socia directora de Be-Up dice que "aquellos que están más seguros de sí mismos predicen mejor las situaciones futuras, porque esa seguridad hace que mantengan una decisión" y añade que "el cerebro es como una máquina del tiempo que nos permite evocar escenarios pasados. La experiencia ayuda, pero también condiciona y hace que las predicciones estén sesgadas".
Muchos estudios sostienen que es un hecho que las personas se vuelven más pesimistas con la edad, pero San Andrés concluye que "de ningún modo es una ley inexorable que los mayores de 50 deban percibir su futuro profesional en clave negativa o sin opciones. Si uno sabe capitalizar su experiencia y descubre cómo aportarla de manera útil a los demás en nuevos contextos, esa persona puede concebir legítimamente su futuro de forma estimulante. Es más viable, realista y práctico identificar cuáles son los principios profesionales guía que orienten nuestras carreras que tener unas imágenes fijas acerca de dónde queremos llegar en el futuro".
Andrés Pérez cree que "aunque el futuro no se puede predecir, una estrategia profesional puede reducir el margen de error. No sabemos cómo vamos a actuar en el futuro ni lo que puede ocurrir en el entorno, pero podemos manejar algunas variables para controlar los riesgos. Hay que tener una estrategia personal que quizá no nos lleve exactamente donde queremos, pero que puede acercarnos bastante: conviene tener claro lo que perseguimos (propósito, misión, visión, valores), en qué creemos (personalidad), de qué estamos hechos (cualidades), qué podemos ofrecer (propuesta de valor), a quién queremos influir (público) o cómo vamos a comunicarlo (márketing personal)".
Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, coincide en que existen ciertos factores que ayudan a pronosticar nuestro futuro profesional: "Hay que tener una visión clara. Se trata de imaginar qué queremos estar haciendo dentro de unos años. También sirve tener unos modelos de actuación, alguien a quien emular. Y apalancarnos en nuestros talentos. Es importante analizar qué se nos ha dado bien históricamente y con lo que, además, disfrutamos".
Juan San Andrés añade que las carreras reales son una combinación de nuestros deseos profesionales, las oportunidades que se nos presentan y la calidad de nuestras decisiones: "Esta realidad hace que actuar con esquemas rígidos -por muy nobles y legítimas que sean nuestras metas profesionales- sea poco inteligente. Son pocos los que pueden construir al cien por cien su trayectoria".
Es muy difícil, y poco frecuente, tener una visión nítida y precisa de la trayectoria profesional, menos aún hoy, cuando el contenido de los puestos y las estructuras organizativas cambian rápido. San Andrés cree que "la mayoría de la gente visualiza sus carreras en términos generales -"quiero trabajar en alta tecnología"- y quienes tienen metas muy claras pueden disfrutar de un plus de motivación y de unos criterios precisos para tomar decisiones a la hora de elegir entre diversas opciones".
Quién puede hacer pronósticos fiables
Si ya es difícil que uno mismo sea capaz de hacer una predicción fiable sobre su propio futuro laboral, más aún lo será que esta venga desde fuera. Esto nos lleva a recordar que casi nadie puede asesorarnos acerca de qué carrera o profesión tendrá éxito.
- La inteligencia artificial o algunos cambios tecnológicos como el Internet de las Cosas permiten recopilar información sobre nosotros de una forma que antes no era posible. Algunos expertos -sobre todo los llamados 'futuristas'- hablan de un 'yo cuantificado' que permite construir una esfera de información que es posible medir a nuestro alrededor. Al conocernos a nosotros mismos seremos conscientes de nuestras fortalezas y debilidades.
- Juan San Andrés recuerda además que "en psicología se habla del 'yo ideal', que es aquel que reúne los aspectos que uno quisiera reunir. Parte de ese 'yo ideal' es un 'yo profesional' que puede estar definido solo en términos vagos (por ejemplo, de estatus: quiero ser director) o en términos precisos (quiero ser director de ingeniería en una tecnológica). Ese 'yo ideal' actúa como una especie de imán haciéndonos acercarnos a él con mayor o menor fuerza".
- Puede recurrir a factores de predicción que tienen que ver con su 'línea de vida', y que consisten en escoger los 5 ó 6 mejores y peores momentos profesionales de su vida y analizar cuál es el común denominador.
- También tiene valor el perfil que mostramos en las redes sociales. La American Psichological Association asegura que las historias que se publican en Facebook son predictores exactos. No sólo es posible encontrar información actualizada de una persona, sino también acceder a su comportamiento pasado. Y se trata de un valor de la historia de un posible candidato que no se puede obtener en un test de personalidad.
- Elabore un plan de carrera e investigue cuáles son sus puntos débiles y qué busca exactamente el mercado. Conviene trazar un plan de acción que sea algo similar a un plan de negocio en el que usted es el producto. Tenga en mente 'planes B'.
- Valore la posibilidad de cambiar de vocación y buscar su desarrollo personal en otra actividad. Puede ser de esa clase de profesionales que inician la búsqueda de su futuro laboral en alguna ocupación o carrera que no tiene que ver con lo que han hecho hasta ahora.
Siempre hay tiempo para encontrar el trabajo ideal
Los expertos aseguran que somos pésimos pronosticadores de nuestro futuro profesional, pero no sólo eso... Algunos estudios señalan que a mayor edad, peor predecimos lo que vamos a ser y a hacer en el ámbito laboral. La experiencia no parece ser un grado en este sentido, y esto va contra el hecho comúnmente admitido de que nunca es demasiado tarde para que podamos conseguir el empleo de nuestros sueños.
En todo caso, es posible combatir este determinismo:
- La oportunidad laboral ideal debe pillarle preparado para responder a las exigencias del mercado y de los reclutadores.
- Hay que estar a la vanguardia de las tendencias, analizando las profesiones emergentes y los pronósticos del mercado que nos ofrecen datos objetivos que hablan de nuevas oportunidades profesionales. Usted debe saber exactamente lo que quiere e imaginar su vida con 50 años cuando tiene 20; y reflexionar acerca de su futuro laboral.
- Para Nekane Rodríguez, 'managing director global afiliates' en Lee Hecht Harrison, "no se trata tanto de reinventarse como de saber qué queremos dejar, continuar y maximizar. Cómo quiere continuar su carrera; qué le gustaría hacer si tuviera otro jefe, en otro sector; qué le falta para poder hacer todo eso (en términos de formación o de nivel económico). Y tendrá que moverse en esa dirección, buscando otro trabajo, o emprendiendo".