Ken Robinson: "Bailar en la escuela es tan importante como aprender matemáticas"

Ken Robinson: "Bailar en la escuela es tan importante como aprender matemáticas"

Considerado uno de los mayores expertos en educación del mundo, huye de la obsesión de algunos países con los resultados del informe PISA y advierte que centrarse curricularmente en unas pocas disciplinas "no es buena idea"
9 Diciembre 2018

Wayne Gretzky, el Leo Messi del hockey sobre hielo, fue el máximo goleador de la NHL en 1982. Su secreto, según reconoció él mismo, no se debió a la habilidad, sino a la anticipación: mientras otros jugadores corrían hacia el lugar donde estaba el disco, Gretzky patinaba hacia el lugar Sir Ken Robinson hace suyo el símil en Escuelas creativas (Ed. Grijalbo), a propósito de la cultura de la normalización en los colegios y la obsesión de algunos países por figurar lo más arriba posible en el informe PISA (el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, por sus siglas en inglés). "Comparan sus respectivos puestos en la tabla como si fueran culturistas sacando bíceps", bromea en su libro de 2015 el que seguramente sea el mayor experto del mundo en educación.

Robinson (Liverpool, 1950) pasó directamente de profesor a gurú en 2006, cuando pronunció su famosa charla ¿Las escuelas destruyen la creatividad? (contabiliza más de 53 millones de visualizaciones y es la más vista de la historia de TED). En ella sostenía que todos nacemos con grandes talentos naturales y que la escuela guillotina esas capacidades, ya que allí no se valoran o incluso se estigmatizan. Ex asesor de varios gobiernos y voz autorizada en todo lo relativo a creatividad e innovación dentro del aula, acaba de visitar Madrid. Lo ha hecho invitado por EnlightED, un encuentro internacional impulsado por la Fundación Telefónica, IE University y South Summit que ha analizado la transformación del sistema educativo y los desafíos que plantea el mundo digital.

España ha obtenido prácticamente los mismos resultados en PISA desde hace década y media. En el último informe (con datos de 2015), mejoró levemente en lectura y se estancó en matemáticas y ciencias. ¿Deberíamos dejar de prestarle tanta atención o, por el contrario, movilizar los recursos necesarios para conseguir una mejora real?

El objetivo de PISA es proporcionar datos útiles a los sistemas educativos nacionales para que puedan adoptar políticas más sólidas. Es un buen planteamiento. Si yo me someto a un chequeo médico, me gustaría obtener información fiable sobre mi condición física. El problema no son los datos, sino lo que hacemos con ellos. Y, lamentablemente, lo que está sucediendo desde que se publicó el primer informe PISA es que muchos países se están preocupando por la posición en el ranking que evalúa esas disciplinas y descuidando muchas otras áreas. Creo que es un uso completamente erróneo. No puedo estar en contra de ayudar a los niños a ser más competentes en matemáticas o lengua, porque ésa es una parte muy importante de la educación, pero no toda la educación.

¿Usted qué propone?

Centrarse en unas pocas disciplinas no es buena idea. Recientemente he estado en Londres para insistir en que bailar en la escuela es tan importante como aprender matemáticas. Estoy convencido de que es así porque en todas las culturas tiene un papel fundamental en el crecimiento y el desarrollo humano. Hablamos de alegría, de relaciones sociales, de asimilación cultural... Está demostrado que si tienes un plan de estudios amplio, el rendimiento en matemáticas tiende a aumentar.

¿Por qué?

Porque los niños tienen más probabilidades de interesarse por estas otras disciplinas, no por lo único que tienen que hacer. Creo que los problemas a los que se enfrenta el sistema educativo español, como otros, no tienen que ver sólo con lo bien que lo hacen los niños en matemáticas. Tiene que ver con cómo se les motiva en la escuela o cómo se les prepara para un mercado laboral cambiante. Esas cosas no se resuelven subiendo dos puestos en el ranking de matemáticas. Los políticos tienen que entender el lugar que les corresponde en materia educativa.

Robinson admite que le suelen hacer siempre las mismas preguntas: ¿qué le pasa al sistema educativo y por qué? ¿Cómo sería la educación si pudiera cambiarla? ¿Existirían las escuelas? ¿Tendrían que asistir todos los niños? ¿A partir de qué edad? ¿Habría exámenes? "La pregunta fundamental es: ¿para qué sirve la educación?", resume en el mencionado Escuelas creativas. "La mayor parte de los países desarrollados carecían de sistemas públicos de enseñanza para la mayoría de la población a mediados del siglo XIX. Estos se desarrollaron en gran parte para satisfacer la demanda de obra que produjo la Revolución Industrial y estaban organizados según los principios de la producción en serie [...] El problema radica en que, por su naturaleza, estos sistemas educativos ya no sirven para las necesidades completamente distintas del siglo XXI".

La tasa de desempleo juvenil de España (36,3%) es la más alta de la UE, después de la de Grecia (43,7%). ¿No es motivo suficiente para replantearse qué está fallado en el sistema educativo?

Absolutamente. En cualquier caso, se trata de una ecuación complicada. Algunos problemas sociales se manifiestan en la escuela, pero no comienzan allí. Hablamos del consumo de drogas -incluso entre niños bastante pequeños- o el acoso a través de internet. Y luego existen otros factores ajenos, que tienen que ver con el patrón de la economía y el cambio en las plataformas industriales de producción. Dicho esto, las escuelas pueden convertirse en parte del problema. No tanto la escuela entendida individualmente, sino todo el sistema educativo. De forma equivocada, hemos puesto un gran énfasis en el acceso a la universidad en detrimento de otros canales. Hemos asumido erróneamente que si los niños siguen los actuales itinerarios de la escuela secundaria, podrán encontrar trabajo. La realidad es que a menudo no lo logran, bien porque carecen de formación o del carácter que les permita ser más emprendedores. Por eso digo que necesitamos diferentes enfoques educativos.

Mi hijo tiene dos años. El que viene irá a la escuela. ¿Qué me aconseja?

La educación temprana es muy, muy importante. A esa edad los niños necesitan mucho tiempo para jugar, estar físicamente activos y conectarse con otros niños. Así que lo deseable es una escuela que valore este tipo de cosas, que estructure el tiempo de juego y les brinde la oportunidad de trabajar con objetos, con otros niños, escuchar cuentos, cantar y bailar juntos. También para empezar a mirar libros ilustrados y cosas de ese tipo. A esa edad no quieres sentar a los niños y hacer que trabajen duro o de una manera demasiado organizada. Digo esto porque hay una tendencia muy desafortunada a sentar a los niños de tres años para que estudien o aprendan idiomas. Creo que todo eso es muy prematuro.

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