La obesidad no mata solo a los obesos
La obesidad no mata solo a los obesos
Unos 2.200 millones de niños y adultos -el 30 por ciento de la población mundial- padecerían actualmente problemas de salud relacionados con la obesidad y el sobrepeso, según se desprende de una investigación global sobre sus efectos publicada a principios de julio en The New England Journal of Medicine y del que adjuntamos el texto completo.
El estudio, realizado en 195 países y con un seguimiento de 25 años (1980-2015), revela que un porcentaje creciente de personas mueren por estos problemas de peso al aumentar el riesgo de sufrir enfermedades como las cardiovasculares, la diabetes o diversos tipos de cáncer. Además, esta investigación global ha demostrado que, de los 4 millones de muertes atribuidas al exceso de peso corporal en 2015, casi el 40 por ciento se produjo entre las personas cuyo índice de masa corporal (IMC) estaba por debajo del umbral considerado obeso (IMC superior a 30).
Según ha explicado a DM Rafael Tabarés-Seisdedos, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Valencia y coautor del estudio, “los efectos negativos sobre la salud física no sólo se producen en las personas obesas y este estudio pone en evidencia que el sobrepeso (medido por el índice de masa corporal de entre 25 y 30) también mata y aumenta la carga de enfermedad en el mundo”, remarcando que “se están muriendo personas por sobrepeso sin ser técnicamente obesas”.
Para Tabarés-Seisdedos, miembro del Ciber de Salud Mental (CiberSAM) y del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico Universitario de Valencia (Incliva), los resultados son realmente alarmantes a nivel global, incluyendo España, y especialmente para grupos de población más vulnerables como los niños y las personas con trastornos mentales. “El grupo de población de menos de 20 años es especialmente importante por las consecuencias sobre la salud física a largo plazo. Es muy preocupante que la obesidad en jóvenes y adultos jóvenes se haya triplicado en países muy poblados como China, India y Brasil desde 1980 a 2015”.
Las personas con trastornos mentales, sobre todo los más severos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y las depresiones graves, tienen una prevalencia de sobrepeso y obesidad que puede alcanzar el 40-50 por ciento como consecuencia de sus síntomas, la alimentación, el sedentarismo y la medicación, “que favorecen dichos problemas de sobrepeso”. En estos grupos de población más vulnerables “es necesario una respuesta social contundente”.
El trabajo, no obstante, también ofrece resultados alentadores: “Aunque ha aumentado la prevalencia, las tasas de mortalidad y discapacidad ajustadas por la edad en la población no han crecido en los 25 años estudiados, lo que sugiere que las personas obesas viven más tiempo en la actualidad. Sin embargo, lo hacen con ese sobrepeso y con las enfermedades asociadas como la diabetes tipo 2 y la renal crónica”.
El análisis de The New England Journal of Medicine sobre el impacto del sobrepeso y la obesidad en el mundo entre 1980 y 2015 se basa en los datos del estudio más reciente sobre la carga de la enfermedad mundial (GBD), un esfuerzo sistemático y científico para cuantificar la magnitud de la pérdida de salud de todas las principales enfermedades, lesiones y factores de riesgo por edad, sexo y población -con más de 2.300 colaboradores en 133 países y 300 enfermedades y lesiones. Incluye además análisis de otros estudios sobre los efectos del exceso de peso y los posibles vínculos entre el IMC elevado y distintos tipos sólidos de cáncer y leucemia.
En relación al sobrepeso en niños y jóvenes, se señala que un inicio temprano de la obesidad se traducirá en un aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedad renal crónica a lo largo de la vida. Por ejemplo, la incidencia de la diabetes tipo 2 en jóvenes de Estados Unidos ha aumentado sustancialmente y, cuando esto ocurre, provoca una prevalencia de complicaciones físicas incluso mayor que la diabetes tipo 1. El exceso de peso es un factor de riesgo de trastornos musculoesqueléticos (por ejemplo, artrosis en la rodilla) y, gracias a la evaluación sistemática de estudios observacionales prospectivos, hay evidencia suficiente sobre la relación causal entre el alto IMC y cánceres de esófago, colon y recto, hígado, vesícula biliar y vías biliares, páncreas, mama, útero, ovario, riñón y tiroides junto con leucemia.
El análisis valida también algunas de las medidas preventivas habilitadas. Por ejemplo, la meseta en la prevalencia de la obesidad hace diez años en Estados Unidos apunta a la eficacia de medidas sencillas: disminuir la ingesta de calorías totales y de bebidas azucaradas y aumentar el ejercicio físico.
Según los expertos, para controlar esta epidemia global es necesario que los sistemas de vigilancia sean eficientes y continuos y evalúen los factores de riesgo, la prevalencia, las enfermedades comórbidas, sin olvidar la diversidad poblacional con cohortes múltiples. Así, para cualquier nivel de IMC, se ha demostrado que los asiáticos tienen un mayor riesgo absoluto de diabetes e hipertensión y los afroamericanos tienen un menor riesgo de enfermedad cardiovascular que otros grupos. También se centra en estudios para determinar cuáles de las intervenciones están funcionando localmente y por qué.
Desde 1980 la obesidad se ha duplicado en más de 70 países, en algunos de los cuales el aumento de la obesidad infantil fue mayor que el de los adultos. En 2015, China y la India eran los países con el mayor número de niños obesos. China y Estados Unidos también encabezan la lista de adultos obesos. En España, el 20 por ciento de mujeres mayores de 20 años y el 16 por ciento de los hombres son obesos, lo que significa un aumento de 5 puntos porcentuales respecto a 1980.
Obesidad: ¿oficialmente enfermedad?
The Lancet Diabetes and Endocrinology, en un editorial publicado a principios de junio, expone una serie de argumentos que intentan responder positivamente a la pregunta que encabeza el artículo: ¿Debería ser reconocida oficialmente la obesidad como enfermedad?, tal y se propuso en el último congreso europeo de la especialidad en Oporto, Portugal, el único país de la Unión Europea que desde 2004 así la contempla. En 2013, la Asociación Médica Americana votó a favor de este reconocimiento, a la que siguió en 2015 la Asociación Médica de Cánada, pero sin repercusiones reales de los gobiernos local y federal de este país. La Federación Mundial para la Obesidad considera que el hecho de que otros países la reconocieran como una patología de base traería cambios medioambientales, al igual que los producidos en el control de las patologías infecciosas, que reducirían la presencia de agentes obesogénicos implicados en su desarrollo.
El objetivo requiere la implicación de gobiernos y administraciones, industria alimentaria y profesionales médicos, un empeño complejo, pero que reforzaría la idea de la obesidad como patología causada por agentes modificables mediante la promoción de cambios que evitarían esta epidemia.
Fuente: Diario Médico