Nuevas profesiones en la era digital: El “learning advisor”

Nuevas profesiones en la era digital: El “learning advisor”

Dicen los expertos en aprendizaje que la mayor innovación en este campo no está relacionada con ninguna novedad tecnológica, sino con la necesidad de ayudar a todas y cada una de las personas de una organización a vivir en aprendizaje continuo.
30 Octubre 2017

Aquellos profesionales que no asuman este nuevo imperativo quedarán fuera de juego porque no darán la talla en una realidad que cambia a toda velocidad. El aprendizaje ya no puede limitarse a asistir a cursos y obtener certificados; en la era digital las oportunidades de aprendizaje aparecen por doquier y toca aprovecharlas todas.

No en vano vemos cómo las empresas comienzan a valorar una nueva habilidad profesional, relacionada con la capacidad de aprender de todo y de todos: learnability la han llamado. Los mejores profesionales no solo sacan partido de cada seminario al que asisten, sino que saben extraer conocimiento de cada actividad profesional. Así, se apuntan encantados a colaborar con otros, a dar y recibir feedback y a participar en grupos de trabajo en los que tienen ocasión de intercambiar experiencias y compartir conocimientos.

Sin embargo, a pesar de que son muchas las corporaciones que han modernizado sus departamentos de formación y ya incorporan elementos y plataformas de eLearning, aún desarrollan su actividad desde un rol tradicional. Su trabajo se focaliza en el diseño, desarrollo, ejecución y seguimiento de planes de formación, en recopilar necesidades, impartir cursos, establecer calendarios o diseñar contenidos para las plataformas de eLearning.

Pero esta “aproximación estándar” se queda corta en la empresa digital. Las necesidades de los empleados cambian y comienza a perfilarse la necesidad de una figura que proporcione el contexto para esta formación 3.0: es el learning advisor (asesor o consejero para el aprendizaje).

 

Seis buenas razones para la transformación de los departamentos tradicionales de formación

 

  • El contexto cambia tan deprisa que los equipos de formación no dan abasto para responder a todas las necesidades que cada uno tiene en su puesto de trabajo.
  • Cada vez importa menos el asunto sobre el que necesitamos aprender. Saber sobre un contenido concreto se ve enseguida superado por la necesidad de aprender de otro… sin posibilidad de esperar a ese curso que nos ayude.
  • Incluso cuando se trata de un mismo tema, cada uno necesita conocer un aspecto concreto que resuelva su problema. El aprendizaje generalista por bloques conceptuales comienza a dejar paso a un aprendizaje más práctico y orientado a la solución de un aspecto concreto.
  • Comienzan a dejar de importar los certificados y diplomas. A la hora de seleccionar personal las empresas cada vez tienen más en cuenta lo que el candidato demuestra y lo que comparte con otros profesionales en las Redes Sociales verticales.
  • Además, como ya son muchos los profesionales que “han cambiado el chip” y asumido en primera persona su formación, es bueno asumir esta nueva situación y contar con su ayuda para empujar al resto en la misma dirección: hacia el autodesarrollo.
  • Hoy existen los medios para una aproximación personalizada de la formación, que trata de que cada uno aprenda según sus necesidades, capacidades y preferencias.

Por todo ello, los departamentos tradicionales de formación están dejando de proporcionar un servicio relevante a su organización y perdiendo cierta autoridad e influencia.

 

¿En qué consiste el cambio de modelo?

Introducir la figura de un learning advisor cambia el paradigma de formación al desplazar el modelo desde el catálogo de cursos hacia un escenario más amplio de situaciones formativas, a la vez que se ayuda a cada una de las personas de la organización a extraer conocimiento de ellas.

El objetivo es dotar a cada individuo de un conjunto de capacidades autodidactas que le permitan estar al día y desarrollarse en función de la utilización de los recursos que aparecen en su trabajo diario. Así, se trata de fomentar nuevas actitudes como la colaboración con equipos remotos, el mentoring social e informal o la elaboración de tutoriales o sesiones de buenas prácticas que compartir con otros colegas.

 

¿Qué capacidades necesita desarrollar un learning advisor?

Quien se sienta atraído por esta nueva profesión debe tener ante todo una concepción abierta de la formación y el aprendizaje. El papel principal de un learning advisor es construir un contexto de todo tipo de fuentes de conocimiento en el que los profesionales digitales, fuertemente autodidactas, ya se manejan con soltura, y darles soporte.

No se trata de diseñar ni de gestionar su plan de aprendizaje, sino de abrirles las puertas a todo tipo de experiencias y oportunidades que exprimir para aprender. Un learning advisor es, por tanto, un facilitador mucho más que un gestor.

Por descontado, debería tener una gran vocación autodidacta porque se trata de “hacer camino al andar”. Debe ser, en esencia, un learner 3.0 que ya tenga establecido el hábito del aprendizaje continuo y sea capaz de sacar el máximo conocimiento de la interacción con jefes, compañeros y clientes de cada experiencia diaria.

Alguien que haya tomado ya el control de su desarrollo profesional, que dé valor a la inteligencia colectiva que reside en su red de contactos, que haya demostrado que es capaz de estar en punta de lanza de la innovación en múltiples aspectos, que no tema hablar de su trabajo ni de su empresa en las redes sociales.

Debe ser una persona capaz de asumir cada día nuevas tareas entre sus funciones. Deberá orientar toda su actividad hacia el cambio de mentalidad para preparar tanto a cada individuo como a la organización entera -jefes y comité de dirección incluidos- para una cultura del aprendizaje 3.0.

Un learning advisor solo puede ser alguien profundamente humanista y empático, porque le toca centrar su actividad en ayudar: a los jefes a incorporar en el día a día de la organización estas nuevas tareas relacionadas con el aprendizaje y a cada empleado a adquirir y desarrollar herramientas de búsqueda de información y recursos autodidactas.

En definitiva, tiene la enorme tarea de conseguir que toda la organización dirija su propio desarrollo profesional.

¿Qué opinas de este artículo?