La escucha activa como palanca de motivación del empleado

La escucha activa como palanca de motivación del empleado

¿Cómo puede potenciarse la escucha activa en el entorno laboral? ¿Qué ventajas supone el feedback continuado entre manager y empleado?
11 Abril 2017

Escuchar activamente al empleado favorece que éste se sienta mejor valorado y con una mayor predisposición por su parte a la hora de trabajar en equipo y de implicarse en el día a día del negocio. ¿Cómo puede potenciarse la escucha activa en el entorno laboral? ¿Qué ventajas supone el feedback continuado entre manager y empleado?

Instalados de pleno en la era digital, aquellos que continúan levantando el teléfono o improvisando reuniones a la hora de comentar cualquier aspecto relacionado con el trabajo representan una minoría insignificante en comparación con todos aquellos que recurren a los mails, whatsapps, intranets y demás herramientas 2.0 para comunicarse durante su día a día laboral.

Interaccionamos poco con nuestros compañeros y todavía menos con nuestros subordinados. Cuando lo hacemos, además, no siempre nos paramos a escuchar e ir más allá del propio mensaje, sino que asentimos, sonreímos y nos limitamos a zanjar la conversación con un “ya lo iremos comentando”.

Una práctica muy extendida que debería sustituirse por conversaciones multidireccionales más acordes con el tipo de liderazgo que requieren los entornos laborales actuales, cada vez más colaborativos, y que buscan la implicación y la interacción de todas las partes.

El compromiso o engagement de los colaboradores se consigue a través de varias palancas, pero una de las que mejor funcionan es la escucha activa por parte de sus superiores.

Se trata de una actitud que ayuda a acercar posturas entre empleado y manager, que favorece que el primero se sienta mejor valorado en su lugar de trabajo y que el segundo tome realmente el pulso de lo que sienten aquellos de los que se rodea y de los que depende, en gran medida, el éxito de la compañía.

Un proceso activo

Al líder actual se le exige, asimismo, ser el principal transmisor de los valores corporativos y no solo eso, sino que, lejos de adoctrinar a sus subordinados desde su posición de superioridad, debe predicar con el ejemplo.

Un ejemplo que empieza por escuchar si se quiere ser escuchado, con lo que la escucha no debe limitarse a dejar hablar al que tenemos enfrente, sino convertirse en un proceso activo en el que debemos concentrarnos al 100%.

La capacidad de escuchar marcará la diferencia, asimismo, a la hora de establecer una comunicación efectiva, otra de las habilidades que se le presuponen al líder actual, junto a la inteligencia emocional.

Adoptando una serie de actitudes que responden, principalmente, al sentido común, nos aseguraremos de que estamos llevando a cabo una escucha lo suficientemente activa para crear sinergias en el seno del equipo.

En paralelo, al dejar que el empleado exprese sus propias ideas, propuestas e inquietudes, éste se siente mejor valorado y, a su vez, refuerza el compromiso y su orgullo de pertenencia a la empesa, con lo que es un claro ejemplo de win-win.

 

​¿Cómo puede potenciarse la escucha activa?

  • C​oncéntrese en su interlocutor mientras esté hablando. Mírele de frente y mantenga el contacto visual con él. Mantenga una postura receptiva, evitando por ejemplo cruzar los brazos, y sonría en caso de que sea apropiado.
  • Elimine toda aquella fuente de distracción de su alrededor. Apague o silencie su teléfono móvil o iPad y manténgase lejos de la pantalla de su ordenador.
  • Concéntrese en el mensaje de su interlocutor. Escuche aquello que dice pero preste atención, también, a su estado emocional. El lenguaje no verbal de una persona transmite mucho acerca de aquello que siente en ese momento. Como ya apuntaba Peter F. Drucker, experto en management, “lo más importante en la comunicación es escuchar aquello que no se dice”.
  • Demuestre que sigue el hilo de la conversación. Asienta con la cabeza o sonría a lo largo del discurso y reitere alguna de las ideas lanzadas por su interlocutor para fijar los puntos clave del discurso.
  • Haga preguntas abiertas, de aquellas que no se responden con un ‘sí’ o un ‘no’, durante el diálogo. Las preguntas abiertas animan al otro a seguir compartiendo información y favorecen que la comunicación sea más fluida.
  • Pida aclaraciones siempre que sea necesario. Cuando no entienda algo, hágaselo saber a su interlocutor y pida información extra.
  • No sea impaciente y deje que su interlocutor termine su discurso e intente no interrumpirle o acabar sus frases.
  • No presuponga nada ni saque conclusiones precipitadas acerca de las intenciones que hay detrás del discurso de su interlocutor antes de que este termine de hablar.
  • Empatice con la otra persona. Trate de ponerse en su lugar y comprender su punto de vista; así, de paso, evitará posibles conflictos.
  • Céntrese en los puntos más importantes de la conversación, no en cuestiones banales o superfluas. Lo que le interesa es entender el asunto en su totalidad, así que vaya al grano. ​
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