Ciudad Rodrigo: el Ayuntamiento y los constructores pactan no realizar la evaluación de riesgos
Ciudad Rodrigo: el Ayuntamiento y los constructores pactan no realizar la evaluación de riesgos
En Ciudad Rodrigo (Salamanca) la subasta de los tablaos previa al Carnaval del Toro ha estado presidida por una curiosa discusión que tuvo como protagonista la prevención de riesgos laborales.
El ‘tema’ principal de la subasta de los tablaos de este año 2014 tiene su origen en un simple correo electrónico, acompañado de una fotografía, enviado por una mirobrigense al Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo.
Esa mirobrigense, de nombre Lucía Risueño Risueño, decidió remitir un escrito dirigido al alcalde Javier Iglesias (como presidente de la Corporación Municipal) sobre algo ocurrido el pasado Carnaval, que le daba pie a hacer varias exigencias. En ese correo electrónico (al que se dio lectura durante la subasta), Lucía Risueño muestra su “preocupación” por la construcción de los tablaos, “que no se está realizando de forma adecuada”. Según explica, ella es técnico de prevención de riesgos laborales, y se le “eriza el vello” al ver una fotografía de la construcción del año pasado.
Concretamente, en esa imagen (que adjuntó a su correo electrónico) se ve a una persona trabajando en la construcción de un tablao de la parte sur de la Plaza, en la parte más alta del mismo (en una fase en la que el tablao era todavía una estructura). Esa persona, como ha ocurrido toda la vida, no lleva casco de seguridad ni arnés ni ninguna otra medida de protección.
Escandalizada por el asunto, Lucía Risueño le ruega en el escrito al alcalde que se tomen medidas a la hora de la construcción de la plaza, concretamente, que haya un coordinador de prevención de riesgos laborales y salud (en ese momento se oyó entre los constructores que “querrán que la cojan a ella”, pero la autora del mail aclara en su texto que ella “no dispone de esa titulación” que se requeriría).
Tras la recepción de este correo electrónico, el Ayuntamiento decidió pedir ofertas a empresas de prevención de riesgos laborales, con la idea de escoger a una que elaborara un plan de evaluación de riesgos, a partir de esos riesgos, que fijara una serie de medidas de protección, y como parte última, se encargara de la coordinación de esas medidas. Eso evidentemente tendría un coste económico que había decidido asumir el Ayuntamiento.
Hasta el Consistorio llegaron 2 propuestas económicas, optando por la más barata, aunque sin llegar a contratar el servicio hasta que no se celebrara la subasta. La idea por parte de los responsables municipales era que los constructores dieran el visto bueno a esa contratación. En ese caso, se hablaría con la empresa para que elaborara el plan de evaluación de riesgos y se volvería a tener una reunión con los constructores para explicarles las medidas.
Sin embargo, en ese momento se abrió el debate sobre la ‘amenaza’ que puede suponer la contratación de un plan de evaluación de riesgos. Aunque Miguel Ángel Manzanera, el arquitecto municipal, explicó que, debido a la consideración del Carnaval como Fiesta de Interés Turístico, y al ser la plaza de toros una instalación tradicional, habría más ‘margen de maniobra’ (es decir, se supone que el plan no sería tan ‘estricto’), los constructores fueron mostraron su negatividad.
Para empezar, ante ese desconocimiento sobre qué incluiría el plan, expusieron que la persona que fuera a firmar como responsable de seguridad, seguramente se iba a cubrir las espaldas, y que era previsible que les obligara a tomar numerosas medidas. Además de las ‘fáciles’, como llevar casco, era previsible que fuera necesario tener arnés de seguridad, o grúas para construir las partes más altas, con el desembolso económico que ello supondría para los constructores.
Asimismo, habría otros condicionantes: un plan obligaría a la construcción (y desmontaje) de los tablaos en unos horarios y días determinados, cortando la circulación tanto a peatones como a vehículos por la Plaza, con los consiguientes perjuicios comerciales.
Como punto destacado, según apuntó Miguel Ángel Manzanera, al tener que supervisar el responsable de seguridad la construcción, y cobrar por cada desplazamiento, la construcción tendría que hacerse ‘concentrada’, y no a lo largo de varios días, para que no saliera tan caro el servicio.
Otro de los argumentos expuestos por los constructores fue que “no podemos hacer caso a todos los iluminados”, porque si este año el germen es una persona que envía un correo electrónico sobre la construcción, al que viene puede ser otro que hable sobre el aforo: “si nos ponemos a ser más papistas que el Papa tampoco podría subir la gente al tablao”.
En esta línea, recordaron que en muchos pueblos de la comarca también los vecinos construyen de forma artesanal las plazas “para colaborar”. De igual forma, los constructores expusieron que este año no iba a dar tiempo a hacer un plan y poder llevarlo a cabo por el escaso margen de tiempo que hay.
‘Concluido el debate, la representante municipal, Adoración Cañamero, hizo la pregunta mágica: “¿Contratamos el plan?”. La respuesta de los constructores fue clara y rotunda: “No”.
Ante esa decisión, que el Ayuntamiento acatará plenamente, Cañamero expresó que confía en la “responsabilidad de todos los constructores” a la hora de la construcción: “tengan cuidado”. Como hecho curioso, la concejal responsable de esta parcela dijo que “personalmente me alegra ver que somos amantes de las tradiciones” (en referencia al mantenimiento del estilo tradicional de construcción).
En otro orden de cosas, uno de los constructores (que se arrancó al terminar la subasta a cantar elResistiré al decidir todos mantener la tradición) insistió en que debería ser el Ayuntamiento el que se hiciera cargo de todo lo que pudiera ocurrir en los tablaos, “desde que se pone el primer tablón a que se quita la última punta, porque para eso son las fiestas del pueblo”. Su petición volvió a quedar en el aire.
Fuente: Ciudad Rodrigo al día