La mentira de la felicidad en el trabajo

La mentira de la felicidad en el trabajo

En entredicho la tan extendida moda de estos últimos años de muchas empresas empeñadas en tener empleados felices y en vender la necesidad de que sus trabajadores sean felices las 24 horas, los 365 días del año.
13 November 2017

La realidad es que en los últimos años, estamos asistiendo a un creciente interés por parte de las empresas en la felicidad de los empleados.

Así, no es extraño encontrarnos con profesiones nuevas que sinceramente me cuesta trabajo entender en qué consiste su día, como es el caso de los “GEFE” (gerente de felicidad) y demás puestos de trabajo que tienen el término felicidad incluido en su titular profesional como si de algo exótico se tratase.

Ahora bien, ¿se trata de una preocupación real o alberga otro tipo de motivaciones secundarias que poco o nada tienen que ver con un interés real y sincero por parte de las empresas en la búsqueda de la felicidad por parte de los empleados?

No nos engañemos: la red está llena de estudios e informes que hablan de forma abierta de las bondades de la felicidad en el trabajo y cómo este puede dar lugar a que los empleados felices sean más productivos, que decidan quedarse más tiempo en sus empresas o que estén dispuestos a asumir cuestiones en su puesto de trabajo que de otra manera no estarían dispuestos a aceptar.

¿Realmente las empresas buscan la “felicidad” para que sus empleados pueden convertirse en mejores profesionales o más bien las consecuencias que puede tener esa supuesta felicidad?

¿Es la felicidad el nuevo anzuelo en las empresas?

Empiezo a percibir la felicidad como si de un nuevo anzuelo se tratase en las empresas para poder captar talento.

Es importante tener en cuenta que todavía estamos sufriendo las desastrosas consecuencias de una crisis económica de proporciones estratosféricas y que ha dado lugar a que muchas empresas hayan tenido que desprenderse de muchos empleados. Para algunas empresas, esta operación de adelgazamiento ha sido traumática, no solo por las consecuencias de haber tenido que desprenderse de muchas personas válidas sino también por la manera en la que se hizo.

Si bien es cierto que una gran parte de empresas trataron de cuidar al máximo este tipo de desvinculaciones cuando la crisis arreciaba, la realidad es que hay otras tantas que se desprendieron de sus empleados como quien tira un juguete estropeado a la basura y busca un recambio a este lo más  económico posible.

Todo esto ha dado lugar a que, cuando la situación económica se ha reactivado, estas empresas han necesitado volver a contratar y tratar de atraer talento a su organización. El problema viene cuando la imagen de estas empresas, como consecuencia de los desmanes de la crisis económica, es tan lamentable que las posibilidades de poder atraer los candidatos que necesitan son muy limitadas.

Y es precisamente ahí donde entra en juego el tema de la felicidad como una manera de poder mostrar una cara más amable de la organización, tratando de vender la idea de que trabajar en una determinada empresa dará lugar a que tus niveles de felicidad como empleado suban como la espuma, tratando de eliminar de un plumazo cualquier posible rastro anterior que no hablaba muy bien de esa empresa.

Las empresas jamás serán proveedoras de felicidad, mal que les pese a más de una

No nos engañemos: las empresas jamás serán proveedoras de felicidad por una serie de razones:

  • La felicidad es algo muy personal y cada uno de nosotros lo entiende de una manera muy diferente. Es prácticamente imposible que una empresa tenga en cuanta todas y cada una de las maneras en las que sus empleados entiende lo que es la felicidad. En realidad hay tantas definiciones de felicidad como personas existen. Lo que para uno es felicidad, para otra persona es motivo de infelicidad.
  • La moda de vender felicidad en el puesto de trabajo es una manera burda de tratar de manipular e incluso intervenir en el desarrollo de las personas, condicionando la felicidad a aspectos externos a la persona en los que, además, tiene escaso control ya que la empresa puede decidir en cualquier momento cortar esa felicidad. Y ya sabemos qué cambiantes son algunas decisiones empresariales.
  • Tratar de buscar la felicidad en el puesto de trabajo a todas horas y en todo momento puede dar lugar a frustración ya que estamos ligando poder tener ese estado emocional de felicidad a nuestro puesto de trabajo. ¿Qué ocurre entonces cuando nuestra relación laboral se acaba? corremos el riesgo de convertirnos en personas altamente infelices al haber desparecido aquello sobre lo que giraba nuestra felicidad. Y no olvidemos que una empresa puede estar muy interesada en nuestra felicidad, hasta que deja de estarlo.

Felicidad no, bienestar sí

Lo malo de esta moda es que ha dado lugar a que surja todo un negocio alrededor de la felicidad en el trabajo y que haya empresas que consideran que la felicidad consiste en poner una mesa de pin pon o  en dar comida gratis. Eso sí, la jornada sigue siendo larguísima, los mandos intermedios no creen en esa felicidad y a veces ni en el desarrollo de los empleados, o la posibilidad de conciliar no deja de ser una mera anécdota que queda reflejada en vídeos maravillosos donde se muestra una realidad que poco o nada tiene que ver con el día a día en la empresa.

Me resulta muy triste descubrir que hay empresas que se empeñan en vender felicidad cuando ni siquiera son capaces de proporcionar el más mínimo bienestar a sus empleados.

Y todo por la tan extendida idea de que necesitamos ser felices por encima de todo.

No vendamos felicidad. Mejor generemos bienestar

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