Aspirina: un soberano remedio para todas las enfermedades

Aspirina: un soberano remedio para todas las enfermedades

En todos los expuestos al polvo, es la respuesta inflamatoria crónica del pulmón la que conduce finalmente a una fibrosis pulmonar y a la neumoconiosis. Aunque hasta hace poco los mecanismos fisiopatológicos eran desconocidos, algunas cosas resultan sorprendentes.
5 Diciembre 2014

El sauce blanco ha sido desde muy antiguo un gran aliado para combatir el dolor. La corteza del sauce contiene una sustancia llamada salicina que es la precursora del analgésico más popular, la aspirina, desarrollada por los laboratorios Bayer en 1890.

Stoke-on-Trent, también conocida como “The Potteries”, el centro del comercio de la cerámica, es una ciudad situada en Staffordshire, Inglaterra. En la década de los 60 muchos médicos observaban con preocupación el abuso y efectos secundarios de la ingesta de aspirina por parte de los trabajadores de la cerámica (no solo irritaba el estómago e incrementaba los sangrados, sino que también, al estar en todos los armarios de los baños, era una droga muy popular para los intentos de suicidio). A pesar de que los médicos les aconsejaban que evitasen su uso innecesario y que se atuviesen a las estrictas indicaciones médicas, nada hacia disminuir su consumo. Pero, ¿por qué lo hacían? Para protegerse del polvo.

Aunque la silicosis en su momento había sido habitual en el lugar, la intervención de la medicina ocupacional había reducido mucho su incidencia a finales de los 60. Quizás esta caída del riesgo, que comenzó a finales de los 40 en el pico de la popularidad de la aspirina, había reforzado la creencia local de su eficacia, lo que generó que fuese usada con total impunidad para “prevenir” la silicosis.

Pero, curiosamente, en ese mismo momento (finales de los 60), el investigador John R. Vane estaba estudiando los mecanismos de acción de la aspirina y su efecto inhibidor de las prostaglandinas, trabajo que culminaría en 1971 y por el que le sería concedido el premio Nobel en 1982. Ese conocimiento permitió entender, por una parte, que la aspirina bloquea un enzima llamado cyclooxigenasa (COX) que detiene la producción de la prostaglandina que contribuye a la inflamación, y por otra, que en determinados procesos inflamatorios crónicos -como por ejemplo la silicosisexiste una sobreexpresión de la enzima COX, que cataliza prostaglandinas que estimulan la angiogénesis y la progresión tumoral. Así pues, la aspirina sí tiene influencia en la disminución del proceso fibrótico crónico y en el descenso del riesgo de cáncer en los pacientes expuestos a la sílice.

Por eso, aunque algunas veces me he preguntado qué ventajas biológicas obtienen los sauces de producir el ácido salicílicico, lo que realmente siempre me ha intrigado es saber si los alfareros de Stoke-on-Trent intuían algo más que los científicos de su tiempo todavía no conocían.

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