Elecciones….. la Seguridad Laboral y la Vial… siempre de puntillas

Elecciones….. la Seguridad Laboral y la Vial… siempre de puntillas

No tenemos la menor duda. Incluir objetivos ambiciosos de reducción de los accidentes, tanto de tráfico como de trabajo, en los programas electorales de los partidos políticos, sean elecciones generales como regionales o municipales, resta votos. Los mensajes de acciones drásticas preventivas, bien sean educativas o técnicas, no consiguen eliminar el fantasma de la sanción como amenaza de todas nuestras debilidades como trabajadores o como conductores. Los especialistas en comunicación recomiendan silencio en las campañas. Tema perdedor.
10 Octubre 2024

Porqué los responsables públicos no lanzan con claridad y decisión los mensajes claros y contundentes de rebajar las cifras de los accidentes de trabajo o los de tráfico?.

Los que tuvimos el siglo pasado la gran oportunidad de conocer a Christian Gerondeaud supimos que era un hombre de seguridad vial puro, un especialista en bucear en las causas de los accidentes de tráfico en Francia y en dar respuestas para paliar los devastadores efectos de la siniestralidad vial en la época de mayor expansión de la automoción particular e individual en los países que gozaban (o sufrían) el boom del desarrollo económico.

Los éxitos de Gerondeaud con una política de implicación de toda la sociedad francesa en la problemática de la pérdida de vidas humanas y de valoración sanitaria y social de las secuelas de los lesionados, con un objetivo de encontrar las causas y activar los resortes de comunicación y sensibilización en los temas clave, con el protagonismo de la moderación contra la velocidad, elevaron a Gerondeaud al mito en Francia y al ejemplo a seguir en el resto de Europa y del mundo durante los años 60 y 70 del siglo pasado. Muchos somos los que seguimos sus pautas y aun estamos convencidos de que su estrategia es la más eficaz.

Pero en unas elecciones presidenciales entre Pompidou y Giscard d’Estaign, los diseñadores de la captación de votos de Pompidou quisieron aprovechar la estela de éxito de Gerondeaud para encumbrar sus resultados y sacar partido de los mismos, introduciendo en la campaña como elemento del potencial vencedor, a “Monsieur Securité Routière”  como uno de los grandes retos a ofrecer a los franceses para seguir disminuyendo la accidentalidad. Ciertamente la parte contraria no perdió el tiempo y los Giscardianos previnieron a los electores franceses de los riesgos de un poderío excepcional de un “político” en el tráfico vial francés en el sentido de que la Administración no puede ni debe entorpecer ni mucho menos perseguir  la libertad individual de las personas a desplazarse, un derecho esencial que bien se encargaron los promotores de la campaña antiPompidou de airear. El resultado de las elecciones fue un triunfo sin paliativos de Giscard (evidentemente había otros muchos motivos para decidir el voto) pero los analistas políticos calificaron de grave error introducir el tema de la seguridad vial en una elecciones generales de tan alto nivel. La bibliografía publicista dijo y mantiene ahora que al final de una reflexión sobre la venta de la seguridad vial, el elector se queda con el miedo de que se aumenten las multas y que se incremente el control individual lo cual es el antidiscurso que el bueno de Gerondeaud explicó durante la campaña.

Ciertamente, la seguridad vial es un tema sanitario, social, educativo y de comunicación, pero la conclusión que todos sacamos es que su implantación debe de ser por la vía del convencimiento y nunca mediante la imposición. Ha de ser vertical su encaje en la sociedad pero de abajo a arriba, nunca de arriba abajo. Quienes crean que lo mejor es una gran Administración poderosa que impone sus reglas, sus planes y sus controles con argumentos (que pueden ser buenos) pero no son promovidos por la base social, se equivocan aparatosamente. El fracaso de la superfigura de “Monsieur Securitè Routière” demostró que el punto de partida de la seguridad vial debe de ser la persona, la familia, la empresa, los agentes sociales, el centro escolar y la sociedad civil. Y que el líder de seguridad vial no es quien impone sino el que tiene la capacidad de movilizar a los profesionales especialistas, sinceros y permanentes para llegar con continuidad y proximidad a los ciudadanos que tienen la confianza en sus argumentos de complicidad social.  

Ahora se presenta una nueva oportunidad de comprobar si la masa social de empresarios, trabajadores y conductores ha madurado lo suficiente como para entender que las nuevas tecnologías van a permitir un control total de los comportamientos de las personas y agentes que originan riesgos en el centro de trabajo o en la vía pública. Una gran plataforma (un gran “hermano”) que nos sigue desde que salimos hasta que llegamos del trabajo o del viaje, puede ser  el gran revulsivo para la moderación generalizada sello de una actitud preventiva que pueda permitir poner objetivos como la “Visión Cero” muertos. Pero seamos sinceros. Eso no será posible mientras la “Visión Cero” se establezca para el año 2050. Es el reconocimiento anticipado de un objetivo que se intuye su fracaso a corto plazo. La tecnología avanza desbocada. El ser humano seguirá siendo el mismo.

¿Qué opinas de este artículo?