El tiempo de reacción para evitar un accidente
El tiempo de reacción para evitar un accidente
De manera casi unánime la opinión de los expertos coincide en concluir que la persona, con sus fallos y limitaciones, es la causa principal de la accidentalidad vial. Se justifica, por tanto, que el esfuerzo investigador y la formulación de las medidas preventivas se orienten sobre todo hacia la conducta de los usuarios, los cuales, como consecuencia de sus actitudes, son el factor que más puede influir en la generación de riesgos.
A pesar de ello, no se puede dejar de lado la incidencia, mucho más baja de lo que se cree habitualmente, que la vía y el vehículo pueden tener por ellos mismos o sumándose al error personal. Por lo tanto, toda aquella política que tienda a mejorar la seguridad vial ha de considerar todos los factores accidentógenos en su conjunto y en sus interrelaciones, aunque priorizando aquellos que se relacionan con el comportamiento colectivo de la gran mayoría de usuarios de la vía pública y sobre todo a la capacidad de respuesta de cada conductor individual ante una situación de conflicto.
En el fondo un accidente de tráfico es, en la mayoría de los casos, un riesgo consumado ante el que los conductores implicados no han sabido o no han podido evitarlo, ya sea porque no se han dado cuenta que estaba a punto de producirse, ya sea porque no han reaccionado en el tiempo disponible para efectuar la maniobra evasiva necesaria. Por tanto, la fase inmediata anterior al accidente es la que suele configurar el grado de probabilidad de que éste se produzca y el nivel de gravedad de sus consecuencias. Las condiciones previas con las que el vehículo circula (antigüedad, estado, velocidad) y la condición psicofísica del conductor, son las que determinan el nivel de respuesta que puede resolver o no la situación del conflicto. Las alteraciones de reflejos y del tiempo de reacción del conductor son los principales factores causantes de los accidentes por no haberlos podido evitar.
El tiempo de reacción de la persona en condiciones normales oscila entre 0,5 y 1,2 segundos, y varía según la edad y las condiciones físicas y psíquicas. Se compone de cuatro submomentos: la percepción, la intelección, la emoción y la volición (PIEV). Cualquier elemento que interfiera ese tiempo de reacción o aún peor, que impida que el mecanismo PIEV se ponga en marcha, es el auténtico generador del accidente. Resulta sencillo entender, en este sentido, que el alcohol, los medicamentos y las drogas asi como la distracción, son del todo decisivos, porque alteran de manera muy importante la capacidad de atención y los reflejos. También, en pasiva, la velocidad constituye otro elemento perturbador, ya que, aunque no altera el tiempo de reacción del conductor, le resta margen de respuesta en proporción al aumento del espacio recorrido en el mismo lapso de tiempo disponible para actuar debidamente.
El tiempo de reacción de las personas según las edades y el entorno viene a suponer valores de capacidad de respuesta superior en la persona más joven en las proporciones que recoge la bibliografía (UPC entre 0,5 y 2 segundos según la tabla que sigue y Universidad de Valencia entre 0,5 y 2,5 segundos añadiendo los tiempos de accionamiento)
Persona/Condiciones De día De noche Noche y tráfico contra
Jóvenes hasta 35 años 0,5 0,8 1,2 segundos
Adultos entre 36 y 60 0,8 1,2 1,5 segundos
Tercera edad más de 60 1,2 1,5 2.0 segundos