Objetivo: asegurar entornos acogedores y sostenibles en los espacios naturales

Objetivo: asegurar entornos acogedores y sostenibles en los espacios naturales

La diversidad es la base de la estabilidad y de la sostenibilidad. Las agresiones externas descontroladas ajenas al ciclo natural, pueden ocasionar la fragmentación y empobrecimiento de los ecosistemas y espacios naturales, y provocar una degradación que pone en situación de riesgo la integridad del medio físico, y por añadidura, la del propio ser humano.
21 Septiembre 2021

EL PATRIMONIO NATURAL, BASE DE LA SOSTENIBILIDAD

Nadie puede poner hoy en duda que la principal causa de la crisis climática, de la emergencia sanitaria y de las dificultades que padece el mundo para satisfacer condiciones de alimentación saludable a la humanidad, es la pérdida de biodiversidad del planeta. Los citados problemas se manifiestan de manera crónica, con intensidad y frecuencia en permanente incremento, dando lugar a las evidentes secuelas que obligan a adoptar medidas urgentes para controlarlas cuando adquieren dimensiones catastróficas.

La diversidad es la base de la estabilidad y de la sostenibilidad. La naturaleza es un sistema constituido por gran cantidad de especies que interactúan entre sí permitiendo su evolución equilibrada a lo largo del tiempo, con una alta capacidad de reacción y resiliencia frente a episodios que tienden a distorsionar este equilibrio como resultado de los desastres naturales propios del ciclo climático. Pero si estos incidentes son causados por agresiones externas descontroladas ajenas al ciclo natural, pueden ocasionar la fragmentación y empobrecimiento de los ecosistemas y espacios naturales, y provocar una degradación que puede poner en situación de riesgo la integridad del medio físico, y por añadidura, la seguridad y el bienestar del propio ser humano.

La raíz del  problema radica en la característica falta de visión preventiva y de rigor que ha predominado durante años a la hora de controlar la verdadera y más importante causa de estos episodios: frenar en su origen las agresiones y presiones al capital natural, cuyas consecuencias se manifiestan bajo la forma del incremento de la intensidad y frecuencia de fenómenos tales como inundaciones, sequías, temperaturas extremas, incendios forestales, alteración de los ciclos biológicos y riesgo de extinción de especies de la flora y de la fauna.

LOS PARQUES NATURALES, FUENTE DE BIODIVERSIDAD

Los parques naturales constituyen una valiosa reserva de biodiversidad. Son un activo de gran valor para las personas como base para el disfrute del ocio y de múltiples actividades relacionadas con el llamado “turismo ecológico”. Representan una fuente de gran notoriedad para la investigación científica, y permiten el estudio objetivo de múltiples aspectos relacionados con el medio ambiente y la gestión del patrimonio natural. Los recursos naturales, considerados como fuente indirecta de riqueza, se identifican con actividades no extractivas, simbióticas y asociativas con el sustrato. Los beneficios generados por esta vía son percibidos por la sociedad más por su naturaleza cualitativa que por su dimensión cuantitativa, puesto que satisfacen el interés humano por el esparcimiento y la distracción, ajeno a los lazos y a las responsabilidades impuestas por el sistema de vida convencional. Esta realidad “inmaterial”, que llama al ser humano a buscar el “esparcimiento” y la “conexión” con la naturaleza, constituye igualmente una oportunidad indiscutible de generación de valor económico, que se materializa bajo la forma de actividades relacionadas con el ocio y el turismo.

EL CAPITAL NATURAL, FUENTE DE RIQUEZA

Desde tiempos remotos el turismo ha constituido una importante fuente de ingreso y trabajo para naciones bien dotadas de condiciones naturales. Regiones de montaña, lagos, canales, costas privilegiadas, tierras exóticas, y en general, el paisaje rural, ofrecen en este sentido oportunidades de negocio muy competitivas. La excepcional calidad de escenarios y territorios aptos para deportes, como el esquí, la náutica o el excursionismo, presentes en numerosas áreas del planeta, así como el clima privilegiado de ciertas regiones, hacen que muchos de estos sitios sean elegidos por quienes buscan recreo y descanso en un ambiente acogedor.

Para afrontar el desafío de cimentar un turismo sostenible y de prevenir nuevas crisis, se debe respetar una serie de requisitos, entre los cuales destaca la necesidad de conservar la biodiversidad y optimizar la conservación del patrimonio natural, teniendo en cuenta que la naturaleza puede prosperar por sí misma si el ser humano no distorsiona su equilibrio y facilita en cambio preservar la diversidad de los ecosistemas. Hoy en día se dispone de tecnologías y de medios para superar cualquier crisis con eficacia, y para apostar por la reconstrucción “verde” del planeta, pero para que este planteamiento prospere, es preciso llevar a cabo una acción responsable que incluya cambios sustanciales en los modelos de producción y consumo, que frene la contaminación, que excluya la especulación, que reduzca la “huella ecológica”, y que apueste por un compromiso responsable y transversal de conservación del medio ambiente.

Las externalidades negativas de cualquier acción imprudente producen efectos globales en la tierra, y no respetan fronteras. Las crisis, sean del tipo que sean, se repetirán una y otra vez si no se evitan las agresiones al medio ambiente y a los ecosistemas, pilares esenciales para asegurar niveles de sostenibilidad integral.

GESTION DE LOS ESPACIOS Y DEL PATRIMONIO NATURAL

La estabilidad del mundo globalizado depende en gran medida de la seguridad ambiental y del uso inteligente del territorio y del patrimonio natural. El turismo, explotado con responsabilidad, imaginación y creatividad, constituye un instrumento de gran valor para el desarrollo y el progreso de la humanidad, así como una valiosa fuente de bienestar, expansión y regocijo para toda la comunidad. El turismo debe ser enfocado y organizado en equilibrio con el entorno, evitando toda posibilidad de agresión al mismo y a las actividades con las que debe interactuar en sentido recíproco y transversal. Todo lo que afecta negativamente al medio ambiente lo hace en similar medida con las actividades turísticas, y viceversa. Esta realidad queda drásticamente ejemplificada si se observan los efectos de la contaminación de ríos, lagos y océanos, la erosión, la destrucción de masas forestales, la masificación y congestión de zonas turísticas y áreas naturales, o el impacto provocado por la especulación urbanística.

Con metas como garantizar una producción y un consumo más responsables, proteger los océanos y preservar la vida de los ecosistemas terrestres, el turismo “ecológico” se debe identificar con el cumplimiento de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Ante este reto, es vital cambiar el concepto de crecimiento “sostenido”, término que aspira a conseguir objetivos inmediatos estrictamente materiales y económicos, por el de crecimiento “sostenible”, que, en cambio, apuesta por los beneficios inmateriales que genera la mejor utilización de los recursos, la estabilidad económica, el equilibrio ambiental y el bienestar social.

Dentro de este ámbito, los llamados espacios naturales de protección especial, declarados de acuerdo con la ley 12/1985, disponen de un nivel de protección superior. Incluyen los parques nacionales, los parques naturales, los parajes naturales de interés nacional, y las reservas naturales.

En lo referente a reivindicar el concepto de “Turismo Sostenible”, centrando prioritariamente la acción en la gestión de los parques naturales, es fundamental respetar una serie de requisitos que permitan asegurar el concepto de “Sostenibilidad” en dichos espacios. Entre otros, destacan la necesidad de:

  • Optimizar con proyección transversal la sostenibilidad de los recursos naturales mediante la implementación y el desarrollo de procedimientos de gestión responsable.
  • Apostar decididamente por la protección de la biodiversidad del espacio natural.
  • Respetar la autenticidad, los valores culturales y las tradiciones del territorio.
  • Desarrollar estrategias de difusión y formación ciudadana orientadas a estimular el disfrute responsable del patrimonio natural.
  • Adoptar medidas de información y control en relación con el uso de los parques naturales, en especial lo relativo a civismo, aglomeraciones, normas y limitaciones de acceso y circulación, seguridad, buenas prácticas de mantenimiento de infraestructuras, limpieza, disposición de residuos…
  • Fomentar la tolerancia intercultural en los espacios turísticos.
  • Fomentar las actividades generadoras de valor añadido en el tejido económico próximo a las áreas turísticas: agricultura, ganadería, industria, comercio, artesanía, cultura, servicios, transporte, centros de información...
  • Impulsar la colaboración entre entidades, administraciones, empresas, ciudadanos y asociaciones diversas comprometidas con la sostenibilidad del capital natural.

La relativa dosis de incertidumbre existente hoy en día en relación con la sostenibilidad, la salud ambiental y las posibles consecuencias de la gestión indebida de los recursos del planeta, no ha de constituir motivo de excusa para posponer acciones que ya se justifican por sí mismas. Para alcanzar efectos positivos y tangibles, no bastan las declaraciones de buenas intenciones. Su valor solo se traducirá en resultados efectivos si se llevan a la práctica con sensatez y enfoque previsor.

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