La responsabilidad de la empresa y de la sociedad en el aseguramiento de la sostenibilidad

La responsabilidad de la empresa y de la sociedad en el aseguramiento de la sostenibilidad

Nunca la naturaleza ha sido percibida con tanta intensidad por la sociedad como ahora, realidad que ha provocado la urgente necesidad de reconectar con el medio natural como alternativa a las imposiciones de la crisis climática, de la emergencia sanitaria y de las consecuentes secuelas económicas que las acompañan.
22 Junio 2021

LA NATURALEZA Y LA BIODIVERSIDAD DEBEN SER EL CENTRO DE LA SOSTENIBILIDAD

El enfoque global de la recuperación verde a menudo enfatiza los beneficios económicos sobre los ambientales, sin destacar que la destrucción de la naturaleza es la causa común de las actuales crisis, y que la preservación de la naturaleza debe ser el núcleo de la solución. No hay duda alguna de que el Coronavirus, la crisis climática y la pérdida de biodiversidad amenazan con trastocar innumerables vidas y medios de subsistencia. Sin embargo, la desinformación, la negligencia y la negación rotunda del problema siguen socavando la respuesta global. Para avanzar, es necesario unir fuerzas con el fin de garantizar que las decisiones y compromisos se basen en las evidencias, y en tal sentido, la ciencia y la tecnología ofrecen los instrumentos necesarios para asumir estos desafíos, abordarlos, y apostar por una recuperación verde sostenible.

Todas las sociedades valoran las contribuciones materiales de la naturaleza: alimentos, energía, medicinas, y los recursos necesarios para construir y apoyar la economía. Pero durante las últimas décadas, un enfoque basado exclusivamente en el crecimiento económico ha dado lugar al uso desmedido y a la explotación desenfrenada de los recursos naturales, reduciendo de modo alarmante el capital natural y la capacidad reguladora y de resiliencia del medio natural. Por este motivo, adquiere especial relevancia para las empresas y la sociedad el requisito de incluir la conservación y los costos ambientales al tomar decisiones relativas a la definición de modelos de producción y consumo sostenibles.

Numerosos hábitats de vida silvestre han sido destruidos, y los ecosistemas, incluyendo muchas zonas costeras, se han degradado hasta el punto de que ya no pueden servir como amortiguadores de los desastres naturales antropogénicos. Como resultado, la contaminación del aire no se absorbe lo suficiente, las aguas subterráneas no están disponibles en la cantidad necesaria, los suelos son menos fértiles, y los océanos están cada vez más contaminados. Además, la capacidad de la naturaleza para regular y contener organismos peligrosos para las personas, como los virus, se ha visto gravemente perturbada.

El consenso científico mundial es claro: hay pruebas abrumadoras que demuestran que la humanidad está pagando el precio de su incapacidad para proteger la naturaleza. El Coronavirus sigue devastando comunidades en todas partes del mundo, y es solo uno de los muchos virus existentes en la naturaleza susceptibles de afectar a las personas. Es preciso asumir que salud y bienestar están estrechamente vinculados con la fortaleza de los ecosistemas, y que, para superar la actual emergencia sanitaria, y las que con seguridad la seguirán, es necesario reconocer de qué modo las actividades humanas están destruyendo el patrimonio natural y creando las condiciones para transformar esta situación en episodios crónicos. Es el momento de reflexionar con responsabilidad sobre el uso de la tierra y de los océanos, la sobreexplotación de los sistemas naturales, la contaminación, y los efectos de la crisis climática, teniendo en cuenta además que para controlar ésta y otras crisis que interactúan entre sí y tienen el mismo origen, se requiere controlar las causas que las provocan, en lugar de tener que adoptar medidas urgentes cuando adquieren dimensiones catastróficas.

Dar respuesta a los efectos del Coronavirus ha permitido encontrar oportunidades para comenzar a remodelar la relación de la sociedad con la naturaleza. La asignación sin precedentes de recursos financieros para apoyar a las economías durante la pandemia trazará la trayectoria para la formulación de políticas durante al menos la próxima década. En paralelo a las orientaciones de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, esta realidad marcará el horizonte crítico para detener y reparar los perjuicios al entorno natural. A nivel empresarial, las decisiones sobre qué industrias y sectores deberán ser apoyados prioritariamente para frenar la degradación y desencadenar el potencial de recuperación, serán las que definirán la hoja de ruta hacia la sostenibilidad integral.

El mundo cuenta con instrumentos clave para formular políticas en la dirección adecuada si se diseña un nuevo marco de protección de la biodiversidad que incluya metas y objetivos específicos. Esta es probablemente una de las últimas oportunidades para que los responsables gubernamentales, empresariales y sociales acuerden acciones coordinadas para frenar la degradación ambiental, y reconducir el comportamiento y los valores que sustentan la relación de la humanidad con el entorno natural.

La vida y los medios de subsistencia de la humanidad dependen de la naturaleza. La respuesta a la crisis climática, a la pérdida de biodiversidad, a la emergencia sanitaria y a la consecuente crisis económica, se deberá formular contando con la probabilidad de que sobre la marcha surjan atrayentes oportunidades. Pero éstas solo podrán ser aprovechadas si todos y cada uno de los responsables de las decisiones protagonizan acciones que conduzcan a resultados eficaces. La ciencia y la tecnología pueden contribuir a ello, siempre y cuando sean utilizadas con responsabilidad, evitando planteamientos puramente especulativos.

BIOECONOMÍA CIRCULAR: EL INSTRUMENTO CLAVE PARA “RECONECTAR” CON LA NATURALEZA

Antes de que la pandemia del Coronavirus alterara gravemente los medios de vida, los líderes mundiales declararon que 2020 sería un "súper año para la naturaleza", avalados por varias conferencias e hitos definitorios sobre el clima y la biodiversidad. El lema del día mundial del medio ambiente de 2021 es “reimagina, recrea, restaura”, y su objetivo es prevenir, detener y revertir el daño ambiental. Por otro lado, el 5 de junio de este año arranca el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas (2021-2030), con la misión de regenerar miles de millones de hectáreas en todos los ecosistemas terrestres.

Desde la ONU se recuerda que “solamente con ecosistemas saludables podemos mejorar los medios de vida de las personas, contrarrestar el cambio climático y detener el colapso de la biodiversidad.”

A medida que la sociedad experimenta los efectos inquietantes de la pandemia y las restricciones a la libertad individual, muchos recurren a la naturaleza en busca de consuelo. Nunca antes la naturaleza se había percibido con tanta intensidad, y ahora surge la necesidad de una fuerte reconexión con el medio natural como alternativa a las imposiciones de la crisis climática y de la emergencia sanitaria. Un número creciente de estudios vincula el impacto de los cambios a gran escala con los patrones de comportamiento social y con el surgimiento de una nueva conciencia ambiental en los consumidores. Esta realidad probablemente acelerará la tendencia creciente hacia el consumo sostenible, la demanda creciente de productos "naturales", y el surgimiento de la denominada “bioeconomía circular”.

La bioeconomía circular es un modelo económico alternativo basado en el consumo preferente de recursos biológicos para producir alimentos, productos y energía. El modelo sugiere evitar que los materiales no renovables, como los combustibles fósiles, los plásticos o los metales, dejen de imponerse en todos los aspectos de la vida cotidiana, y que las fuentes de recursos biológicos renovables, como selvas, bosques y océanos, no sean agotados pensando erróneamente que son infinitos, procurando en cambio que sean gestionados, recuperados y reutilizados de modo continuo.

Restaurar los elementos de un modelo económico preexistente basado en los recursos naturales puede parecer simple, pero en la práctica requiere repensar el enfoque predominante de "tomar-producir-desechar" del clásico sistema lineal. Esto sólo puede lograrse contando con la innovación y colaboración que deben aportar conjuntamente las empresas, los gobiernos y la sociedad. Centrando las estrategias en el papel que debe ejercer la empresa en esta tarea, es posible asegurar que existen oportunidades para avanzar hacia modelos sostenibles mediante el desarrollo de la bioeconomía circular, que contribuye a mantener el valor de los recursos naturales en los ciclos productivos. Entre otras ventajas, el uso de biomateriales en la industria permite complementar, o incluso sustituir, materiales de origen fósil.

Los sectores agrícola y forestal se sitúan en el centro de la transición hacia una bioeconomía circular baja en carbono. La madera es una fuente importante de biomasa, junto con la generada por la agricultura, la pesca y la acuicultura. Como materia prima renovable y versátil, la biomasa se convierte en numerosos productos, transmitiendo así sus notables atributos favorables a la sostenibilidad.

Los avances tecnológicos y la innovación permiten encontrar nuevas aplicaciones de la biomasa en sectores como el embalaje, los materiales de construcción, los textiles, la bioenergía, los productos farmacéuticos y otros componentes para uso en industrias diversas, facilitando sustituir y complementar eficazmente los materiales de origen fósil en muchas manufacturas. Se espera que el ritmo de la investigación en estos ámbitos se acelere en los próximos años para ofrecer al mercado aplicaciones cada vez más innovadoras de este recurso.

Numerosos estudios llevados a cabo sobre bioeconomía demuestran que muchas empresas están avanzando con éxito en este sentido, persiguiendo tres objetivos que se complementan entre sí de modo altamente eficaz:  

  • Valorizar los residuos y sub productos generados en las cadenas de valor de los sectores agrícola, ganadero, forestal y pesquero, enfocándolos a su uso directo como recursos en otros procesos de producción específicos. Esto consiste en buscar formas innovadoras de reutilizar los residuos y subproductos de procesos industriales, como es el caso de los lodos de depuradoras de aguas residuales, y emplearlos como materia prima en otras industrias, como la química. Esta interesante opción de modelo productivo colaborativo es la que actualmente recibe el nombre de “simbiosis industrial”
  • Trasladar alternativas basadas en la biomasa a nuevos mercados, descubriendo nuevas aplicaciones de este recurso que permitan complementar o sustituir materiales en áreas en las que aún no han sido introducidos por los canales convencionales. A través de la adopción de la biomasa como materia prima, diferentes industrias pueden mejorar su agenda de descarbonización. Ejemplos de esta posibilidad lo constituyen el uso de lignina seca de madera para fabricar baterías para la electrónica de consumo o los vehículos eléctricos, y el empleo de fibras celulósicas artificiales que contribuyen a impartir mayor sostenibilidad al sector de la moda, el textil y el vestuario. Y en la industria espacial, se está investigando la posibilidad de usar materiales de madera para evitar el problema generado por las sustancias nocivas que dejan los satélites en la atmósfera.
  • Aumentar el uso de materiales a base de biomasa y madera en los mercados tradicionales, impulsando su adopción en áreas que tradicionalmente no forman parte de la cadena de valor de este recurso. Es el caso del empleo de nuevos productos en la construcción, como la madera multilaminada o contrachapada, el uso de cartón en la industria del embalaje, el empleo de fibras naturales para sustituir el uso de algunos plásticos en la industria, y el uso de pellets y astillas de madera en calderas y calefacción por biomasa.

El modelo de bioeconomía circular gana impulso como oportunidad de negocio, como palanca para descarbonizar la economía, y es adaptable a diferentes sectores de actividad, impulsado por el crecimiento de la población y su concentración en las ciudades, en las cuales la generación y circulación de biomasa alcanza importantes volúmenes, susceptibles de alimentar la cadena de bioeconomía circular. En el sector forestal y agropecuario, el aumento de la demanda de madera y productos alimenticios genera igualmente gran cantidad de biomasa susceptible de ser reaprovechada mediante su reincorporación a cadenas de valor que los utilicen como recursos, evitando el consumo de materiales vírgenes. Este aspecto es de gran importancia ambiental, teniendo en cuenta que la deforestación, la desertificación y la degradación de bosques y suelos agrícolas siguen siendo una preocupación mundial.

Las empresas que adoptan el modelo de bioeconomía circular se enfrentan sin embargo a obstáculos relacionados con los costes, la tecnología, la política, la normativa y la percepción de esta iniciativa por parte del consumidor. Últimamente, el Coronavirus abrió una ventana de oportunidades para impulsar el crecimiento de esta modalidad, y los consumidores empiezan a tomar conciencia de la importancia de valorar los productos sostenibles y la protección de la naturaleza. Por otro lado, las administraciones y los gobiernos encuentran en todo ello la oportunidad de efectuar inversiones en el sector público para fomentar la adopción y el desarrollo de este modelo económico, al cual diversos sectores empresariales pueden brindar su apoyo.

Los reguladores, los inversores y los consumidores deben apoyar este viaje hacia el bloqueo de la explotación irresponsable de los recursos, y ahora parece que ha llegado el momento de tomar conciencia sobre la necesidad de impulsar esta auténtica “revolución silenciosa”, que parece estar emergiendo con gran ímpetu.

LA EMPRESA SOSTENIBLE, EJE VITAL DE LA ACCION FRENTE A LAS CRISIS AMBIENTAL, CLIMÁTICA Y ECONÓMICA

Definir una empresa como “sostenible” tiene como objetivo crear conciencia sobre los desafíos, las oportunidades y las acciones que debe llevar a cabo para asumir su responsabilidad en la recuperación de la economía, de la estabilidad del clima y de la salud de la naturaleza y del medio ambiente. Las políticas para fomentar tecnologías e inversiones más "positivas para la naturaleza" son fundamentales, al igual que la educación para promover la conciencia sobre los desafíos que es preciso enfrentar y las posibles soluciones, incluyendo la modificación sustancial de los modelos de producción y consumo.

En medio de múltiples desafíos globales conectados con la salud, la desigualdad, el clima y la naturaleza, el Día Internacional de la Biodiversidad, con su rotundo lema "Somos parte de la solución", es una llamada de atención para que las empresas reconozcan su papel crítico en la protección y restauración de los sistemas naturales para asegurar un futuro más justo y resiliente.

La sociedad reconoce cada vez más la interconexión de la naturaleza y el clima, pero es necesario actuar y abordar las estrategias de control de una manera holística. En este sentido, una prioridad clave para la COP26, que se celebrará en noviembre de este año, es establecer medidas de prevención para que los hábitats naturales se adapten a los impactos de la crisis climática y permitan superarlos.

Todos los agentes involucrados en este reto deben asumir la urgencia de abordar conjuntamente los problemas. Situarse en el horizonte del año 2050 proporciona un marco para la acción empresarial en línea con la urgencia de los desafíos que deben ser enfrentados para que, al alcanzar dicha fecha, cerca de 10 mil millones de personas puedan vivir en un mundo próspero, seguro y acogedor. Para erradicar el modelo de producción lineal que ha llevado a las crónicas situaciones de crisis, los líderes empresariales deberán cambiar sus modelos de negocio, reconducir el capitalismo hacia la creación de valor neto, centrar sus estrategias en la creación de resiliencia a largo plazo, y adoptar enfoques productivos que eviten dañar la capacidad regenerativa de los ecosistemas sociales y naturales.

Si bien las empresas reconocen cada vez más el papel esencial de la naturaleza como apoyo al bienestar y la salud de la humanidad, el planeta supera actualmente su capacidad para suministrar de modo sostenible los “servicios” que demanda una sociedad próspera y estable. Estos servicios, comúnmente conocidos como "servicios ecosistémicos", son beneficios que las personas aparentemente disfrutan de forma "gratuita", como si se tratase de un “derecho adquirido”, como es el caso del agua, la fertilidad del suelo, la regulación de las inundaciones y el mantenimiento de un clima estable. Sin ecosistemas sanos y que funcionen, la capacidad de la naturaleza para proporcionar estos servicios se ve afectada o reducida, con consecuencias negativas, a menudo dramáticas, para el bienestar humano y la sociedad. Numerosos científicos han hecho sonar la alarma desde hace mucho tiempo, hasta destacar recientemente que el capital natural mundial está disminuyendo a tasas sin precedentes en la historia de la humanidad. También, desde varios frentes, ha sido demostrada la necesidad de asegurar que la economía global incorpore al capital natural en la toma de decisiones y estrategias conducentes al alcance de una situación de sostenibilidad integral.

Previsiones globales indican que la naturaleza puede contribuir hasta en un 30% del importe económico necesario para mitigar la crisis climática, y cumplir con los objetivos establecidos en la Agenda 2030 de Naciones Unidas, pero solo recibe a cambio alrededor del 8% de financiación pública. Estimaciones señalan que, si el nivel de inversión en capital natural fuese similar al que se destina a energías renovables, se lograría un avance significativo en el control del problema climático mundial y la protección de la biodiversidad. Para evitar la irreversibilidad de la crisis climática es imprescindible alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero antes de 2050, y revertir el deterioro del capital natural en 2030. Cuanto más tardías sean las acciones correctoras y preventivas, más complejo y costoso será reducir los impactos y la posibilidad de mitigarlos, y más graves serán sus consecuencias para las personas y el planeta.

Las empresas pueden desempeñar un papel destacado en la aceleración de la recuperación climática y la regresión de la pérdida de capital natural. Las soluciones climáticas naturales basadas en la naturaleza, que secuestran carbono de la atmósfera, son fundamentales para cimentar una verdadera resiliencia climática, y aceleran la descarbonización de la economía global. Propiciar estas soluciones es fundamental para combatir la emergencia climática, al tiempo que se protegen los ecosistemas de alto valor, y se revierte la pérdida de patrimonio natural. Las estrategias basadas en “soluciones naturales” pueden ayudar a las empresas a encaminar su transición hacia “cero emisiones”, estimularlas a adoptar iniciativas basadas en la bioeconomía circular, y alcanzar objetivos de desarrollo sostenible.

La acción empresarial para abordar la crisis climática y la salvaguardia de la biodiversidad adquiere impulso mediante compromisos responsables que contemplen objetivos de cero emisiones, apoyados en las tecnologías disponibles para ello. Pero dichos compromisos deben ser ambiciosos para lograr revertir los daños ocasionados, y prevenir nuevas agresiones que generen situaciones que puedan llegar a ser irreversibles. Cualquier proyecto que apueste por la sostenibilidad deberá estimular a las empresas a enfocar la gestión del capital natural hacia el logro de los objetivos del Acuerdo de París sobre el clima y la recuperación del capital natural en el año 2050. En dicho sentido, han de desarrollar sus actividades en sintonía con expertos de todo el mundo, propiciando la colaboración entre sectores y cadenas de valor para proyectar de modo transversal, multilateral y planetario las opciones disponibles.

Restaurar la naturaleza, la biodiversidad y el clima requiere del esfuerzo concertado y responsable de todos. Pero este esfuerzo será recompensado con la consolidación de un planeta saludable y próspero para los casi 10 mil millones de personas que se estima lo poblarán en el año 2050, siempre y cuando se adopten a tiempo las medidas preventivas y paliativas que la complicada situación del mundo global requiere.

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