«Si el metaverso funciona con el mismo modelo de negocio que las redes sociales, destruirá a la humanidad»

Si las demandas tecnológicas para llevar a cabo el metaverso son enormes, los dilemas éticos son aún mayores. Imagínese si la World Wide Web, el Internet que conocemos hoy, en lugar de haber sido diseñada por organizaciones sin ánimo de lucro y por informáticos que buscaban compartir archivos para la investigación, hubiese sido diseñada para comercializar los datos de los usuarios e incentivar el consumo o condicionar el comportamiento. Si habiendo partido de unos objetivos idealistas, la web ha acabado dominada por un puñado de plataformas cuya codicia no conoce límites, ¿qué pasará cuando el nuevo metaverso lo creen esas plataformas?

«Debemos entender que el metaverso no es una democracia. Ni eres dueño de tus datos ni tienes derecho a voto»

Eso se pregunta Jaron Lanier, el padre de la realidad virtual. Lanier creó ya en 1980 VPL Research, la primera empresa dedicada a la realidad virtual y fue el primero en fabricar gafas 3D, similares a las Oculus. Después, trabajó para Google y Microsoft, pero, cuando las redes sociales fueron copando el espacio, este gurú de Silicon Valley se convirtió en su principal crítico. Alertó de que plataformas como Facebook son máquinas de manipular y han convertido a los usuarios en mano de obra gratuita.

Ahora alerta contra el metaverso en el mismo sentido, pero con un agravante: el poder del 3D. Lanier cree que la realidad virtual es la herramienta perfecta para la manipulación; con ella y una computación sofisticada, dice, se puede llegar a condicionar el comportamiento de forma alarmante.

«Si el metaverso funciona con un modelo de negocio similar al de las actuales redes sociales, destruirá a la humanidad. No lo digo retóricamente. Es una predicción literal y concreta: la humanidad no podría sobrevivir a eso».

Lanier aclara que el problema no es la inteligencia artificial, sino un sistema económico que premia ese tipo de comportamientos. Y no se refiere al capitalismo en general, que asume, sino a una forma particular de negocio donde los usuarios no son los clientes, sino el producto que se vende, y a la falta de regulación sobre ello.

«Debemos entender que el metaverso no es una democracia. Ni eres dueño de tus datos ni tienes derecho a voto».