El caso de la misteriosa confusión del manganeso: una moraleja de los peligros de los riesgos externos

La hipótesis original de un posible vínculo entre la soldadura y la enfermedad de Parkinson se basaba en la observación de que la exposición crónica a altos niveles de exposición al manganeso podía causar “parkinsonismo secundario neurotóxico”, un cuadro que imitaba a la enfermedad de Parkinson. Unos pocos casos clínicos habían documentado la toxicidad inducida por el manganeso en soldadores que tenían altos niveles de exposición, por lo general muy por encima del límite permisible en el trabajo. De ahí el interés en documentar la auténtica toxicidad del manganeso como causa de muerte.

Utilizando datos del Centro Nacional de Estadística de los Estados Unidos, se analizaron los certificados de defunción de 4.252.490 varones durante un periodo de 14 años (1985-1999), buscando la asociación entre trabajos de soldadura y mortalidad por enfermedad de Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas. Entre todos los certificados estudiados se registraron 3 muertes entre soldadores a causa del envenenamiento por manganeso (identificados en el certificado de defunción con el código 985.2).

Posteriormente, sin embargo, tras un análisis más minucioso de estas tres muertes, se descubrió que todos ellos tenían heridas abiertas en la cabeza o en el pecho a causa de proyectiles. ¿Eran balas de manganeso? Por desgracia había una explicación más prosaica. El autor del trabajo se había equivocado al incluir en el epígrafe de fallecimientos por manganeso (código 985.2), otros que figuraban bajo el código 982.5 cuyo significado correspondía a “daños por armas de fuego”. De hecho, esos tres hombres habían muerto de esa manera y ninguno había fallecido por envenenamiento por manganeso.

Estos hallazgos, publicados en mayo del 2009, apoyan la no asociación entre las profesiones de soldadura y las enfermedades neurodegenerativas, entre ellas la enfermedad de Parkinson.