CHRISTIAN GERONDEAU: la seguridad vial es politicamente rentable?

CHRISTIAN GERONDEAU: la seguridad vial es politicamente rentable?

Los que tuvimos el siglo pasado la gran oportunidad de conocer a Christian Gerondeau supimos que era un hombre de seguridad vial puro, un especialista en bucear en las causas de los accidentes de tráfico en Francia y en dar respuestas para paliar los devastadores efectos de la siniestralidad vial en la época de mayor expansión de la automoción particular e individual en los países que gozaban (o sufrían) el boom del desarrollo económico. Pero politicamente no encajó. Más bien fracasó.
9 December 2015

Los éxitos de Gerondeau con una política de implicación de toda la sociedad francesa en la problemática de la pérdida de vidas humanas y de valoración sanitaria y social de las secuelas de los lesionados, con un objetivo de encontrar las causas y activar los resortes de comunicación y sensibilización en los temas clave, con el protagonismo de la moderación contra la velocidad, elevaron a Gerondeau al mito en Francia y al ejemplo a seguir en el resto de Europa y del mundo durante los años 60 y 70 del siglo pasado. Muchos somos los que seguimos sus pautas y aun estamos convencidos de que su estrategia es la más eficaz.

Pero en unas elecciones presidenciales entre Pompidou y Giscard d’Estaign, los diseñadores de la captación de votos de Pompidou quisieron aprovechar la estela de éxito de Gerondeau para encumbrar sus éxitos y sacar partido de los mismos, introduciendo en la campaña como elemento del potencial vencedor, a “Monsieur Securité Routière”  como uno de los grandes retos a ofrecer a los franceses para seguir disminuyendo la accidentalidad. Ciertamente la parte contraria no perdió el tiempo y los Giscardianos previnieron a los electores franceses de los riesgos de un poderío excepcional de un “político” en el tráfico vial francés en el sentido de que la Administración no puede ni debe entorpecer ni mucho menos perseguir  la libertad individual de las personas a desplazarse, un derecho esencial que bien se encargaron los promotores de la campaña antiPompidou de airear. El resultado de las elecciones fue un triunfo sin paliativos de Giscard (evidentemente había otros muchos motivos para decidir el voto) pero los analistas políticos calificaron de grave error introducir el tema de la seguridad vial en una elecciones generales de tan alto nivel. La bibliografía publicista dijo y mantiene ahora que al final de una reflexión sobre la venta de la seguridad vial, el elector se queda con el miedo de que se aumenten las multas y que se incremente el control individual lo cual es el antidiscurso que el bueno de Gerondeau explicó durante la campaña.

Ciertamente, la seguridad vial es un tema sanitario, social, educativo y de comunicación, pero la conclusión que todos sacamos es que su implantación debe de ser por la vía del convencimiento y nunca mediante la imposición. Ha de ser vertical su encaje en la sociedad pero de abajo a arriba, nunca de arriba abajo. Quienes crean que lo mejor es una gran Administración poderosa que impone sus reglas, sus planes y sus controles con argumentos (que pueden ser buenos) pero no son promovidos por la base social, se equivocan aparatosamente. El fracaso de la superfigura de “Monsieur Securitè Routière” demostró que el punto de partida de la seguridad vial debe de ser la persona, la familia, la empresa, los agentes sociales, el centro escolar y la sociedad civil. Y que el líder de seguridad vial no es quien impone sino el que tiene la capacidad de movilizar a los profesionales especialistas, sinceros y permanentes para llegar con continuidad y proximidad a los ciudadanos que tienen la confianza en sus argumentos de complicidad social.

¿Alguien se atreve a hablar de seguridad vial en las campañas políticas?

¿Qué opinas de este artículo?