Reflexiones desde la experiencia

Reflexiones desde la experiencia

Cuando en el año 1985 comencé a realizar una investigación empírica sobre los siniestros de tránsito que se producían en mi ciudad, con el objetivo de cumplir con una exigencia del Curso de Criminología que estaba realizando, seguramente no imaginaba el mundo que me aprestaba a descubrir.
20 April 2023

Las fuentes utilizadas en el trabajo no eran las habituales, pues había elegido reunir la información disponible en el sistema judicial, concretamente, seguir los siniestros en cuanto ingresaban al ámbito penal, bajo las figuras de los delitos de lesiones y homicidios culposos ocurridos a causa del tránsito.

         Años más tarde, toda la información reunida se publica en un libro que se llamó “Delitos de Tránsito”, publicado en conjunto con un gran abogado y criminólogo, Dn Luis Marcó del Pont.

         Algún tiempo después, tuve participación en la redacción de proyectos legislativos que se luego se transformaron en ordenanzas o leyes vinculados al derecho de tránsito.

         A estas actividades siguieron otras vinculadas a la publicación de más de una docena de libros, incursiones para hablar de seguridad vial en distintos medios de comunicación, ejercicio de la docencia en la materia y en los últimos treinta años, participar en los procesos técnico-legales vinculados a los siniestros viales.

         Finalmente, todas estas actividades me llevaron a trabajar en la formación vial en empresas, en el sector público, establecimientos educativos y distintas organizaciones de la sociedad civil.

         Esa variedad de actividades vinculadas al derecho de la circulación, la seguridad vial y la formación en la materia, me permiten reflexionar sobre las distintas conclusiones a las que he llegado en este recorrido, buscando generar con su difusión una discusión integral sobre la manera de enfrentar la pandemia de los siniestros de tránsito.

         Convencido de que emplear un lenguaje simple y amigable puede facilitar su comprensión por parte de cualquier ciudadano, comparto mis conclusiones basadas en los conocimientos técnicos adquiridos y en la experiencia, con una visión holística, superadora y humanizada.

         1.- El tránsito terrestre es una construcción social regulada, en la que cada usuario en su rol, debe aportar comportamientos responsables y seguros para su desarrollo armónico.

         2.- La seguridad vial constituye un activo social, en el que la sociedad debe invertir para obtener los beneficios de una movilidad más segura.

         3.- No hay dudas que en los siniestros viales no hay casualidad sino causalidad.  Ello nos debe llevar a trabajar intensamente sobre las causas que los producen y no tanto sobre sus consecuencias.

         4.- Lograr una movilidad fluida y segura, requiere que los usuarios respeten los principios de convivencia, solidaridad, respeto al otro y su espacio, tolerancia y obediencia a la ley.

         5.- La seguridad vial no se improvisa.  Su mejora es el resultado de un programa fundado en la detección de los problemas y la instrumentación de las acciones más adecuadas para corregirlos o atenuarlos.

         6.- Un programa de prevención de siniestros viales tiene como objetivo principal reducir las situaciones de riesgos que habitualmente los generan.

         7.- La seguridad vial constituye una disciplina en constante cambio y actualización, sujeta a los avances tecnológicos y la evolución social, por lo que requiere profesionales con visión holística y profundamente humanística.

         8.- Al no existir una vacuna para la pandemia de la siniestralidad vial, debemos esforzarnos para trabajar intensamente sobre el factor humano, su mayor responsable.

         9.- Los conocimientos científicos y la experiencia acreditable son insumos indispensables para el diseño de un programa de prevención de los siniestros de tránsito.

         10.- La formación permanente de prácticas seguras en el tránsito constituye una medida eficaz en la prevención de los siniestros, pues son las conductas humanas sus causas más frecuentes.

         11.- Es indispensable sumar al ciudadano a la causa de la seguridad vial, cambiando su percepción de que sus acciones siempre apuntan a prohibir, limitar o restringir derechos con el solo objetivo de recaudar fondos extras.

         12.- Si bien los programas de seguridad vial exitosos constituyen valiosos antecedentes para la humanidad, para repetirlos en otras jurisdicciones, es aconsejable contextualizarlos y adaptarlos a la cultura e idiosincrasia local.

         13.- Tiene mayor probabilidad de éxito un programa de seguridad vial diseñado por especialistas en la materia, si se permite la participación de la sociedad civil, pues ello legitima fuertemente las acciones a desarrollar.

         14.- El ser humano es por esencia, falible.  Si conducir un vehículo asume muchas decisiones en cortos lapsos de tiempo, se deben diseñar programas de seguridad vial que incluyan los previsibles errores de los usuarios.

         15.- En el tránsito, las normas legales y las prácticas seguras no se presumen conocidas.  Deben ser lo suficientemente difundidas, explicadas y si es posible señalizadas, antes de reclamar su respeto y cumplimiento.

         16.- La fiscalización del tránsito constituye una herramienta indispensable para mejorar la seguridad, aunque no puede reemplazar a un buen programa de formación vial.

         17.- Es muy útil para la seguridad vial que la desaprobación social se manifieste espontáneamente ante la realización de maniobras prohibidas o riesgosas en el tránsito, pues esa reacción es muy potente y disuade de continuarla o repetirla.

         18.- Por graves que sean las sanciones, el derecho penal no ha logrado demostrar que los conductores manejen mejor o en forma más segura.

         19.- En los siniestros viales, los conceptos de víctima y victimario pueden coincidir en una misma persona, pues suele suceder que quién sufrió el daño sea quién desarrolló la acción que lo produjo.

         20.- La seguridad vial requiere conductores que superen un proceso de aprendizaje que incluya contenidos teóricos, normas legales, consejos de seguridad y un entrenamiento profesional practico para la adquisición de los automatismos necesarios para conducir.

         21.- En la formación vial continua y permanente, es recomendable recurrir a profesionales de la educación, formados en seguridad vial y con experiencia en el complejo y cambiante proceso de enseñanza-aprendizaje.

         22.- Sostener que ante cada maniobra errónea o peligrosa el conductor se representa la posibilidad de matar o morir, constituye un prejuicio imposible de sostener atento a la complejidad y dinámica del tránsito.

          23.- Las campañas publicitarias que más colaboran con la seguridad vial son aquellas que no solo intentan impactar, sino también mostrar las causas de los siniestros y la forma de neutralizarlas.

         24.- No se debe olvidar que una sociedad se involucra más en seguridad vial en cuanto pueda vincular racional y emocionalmente las conductas de riesgo que pueden generar los siniestros, con los resultados que provocan las tragedias viales.

         Está abierto el debate. En sucesivas notas expondré una breve explicación y los fundamentos de las conclusiones compartidas.

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