Influencia del equipo de protección individual en el estrés fisiológico por calor en el personal especialista en extinción de incendios forestales (PEEIF)

La extinción de incendios forestales es una ocupación físicamente exigente que se caracteriza por unas condiciones específicas que conllevan la exposición a altas temperaturas y a flujo de calor procedente de las llamas. En este contexto, el uso de ropa y otros elementos del equipo de protección individual (EPI) son necesarios para salvaguardar al trabajador de los riesgos no evitables. Sin embargo, llevar el EPI en estas condiciones puede incrementar la tensión fisiológica, al limitar la evaporación del sudor afectando al rendimiento físico y cognitivo. Por ello se analizan en pruebas de laboratorio en condiciones controladas, la influencia del traje de protección y el resto de elementos que forman el EPI en la respuesta termofisiológica (carga metabólica, frecuencia cardiaca, temperatura gastrointestinal y de la piel y tasa de sudoración). Los resultados obtenidos permitirán mejorar los procedimientos de adquisición equipos de protección individual y establecer protocolos de trabajo que aminoren la repercusión del estrés térmico en los trabajadores.
Tema secundario: 
Main Author: 
Ana Belén
Carballo Leyenda
Universidad de León
España
Co-authors: 
José Gerardo
Villa Vicente
Universidad de León
España
Introducción: 

La extinción de incendios forestales es una actividad física demandante (Rodríguez-Marroyo et al., 2012) que puede generar un gasto energético de 2,400-3,000 kcal·día-1, pudiéndose alcanzar valores de 12 kcal·min-1 en momentos puntuales (Cuddy et al., 2015). Además, los bomberos forestales pueden realizar su trabajo en condiciones adversas que implican la inhalación de humo y partículas (Adetona et al., 2016) y estar expuestos tanto a la radiación solar como de las llamas (Keiser y Rossi, 2008; Rodríguez-Marroyo et al., 2012), lo que aumenta el estrés por calor (Gonzalez-Alonso et al., 1999; Cheuvront et al., 2010). Bajo estas circunstancias, el uso de la ropa de protección personal  puede incrementar la tensión fisiológica de los bomberos forestales (Carballo-Leyenda et al., 2017), pudiendo limitar su rendimiento. Generalmente, las características protectoras de la ropa pueden interferir en la termorregulación al reducir o impedir la transferencia de calor y la evaporación del sudor (Holmér, 2006; Cheung et al., 2010; Carballo-Leyenda et al., 2017). Por ello, en los últimos años ha adquirido especial relevancia el estudio de la respuesta termofisiológica de los bomberos forestales en función de las características de la ropa de protección (Den Hartog et al., 2016; Carballo-Leyenda et al., 2017).

En algunas profesiones el uso del traje de protección (TP) se complementa con otros elementos que conforman el personal Equipo de Protección Individual (EPI). El EPI tiene como finalidad proteger al trabajador de una amplia variedad de peligros y puede estar integrado por diversos elementos como casco, botas, guantes e incluso un equipo de respiración autónoma, como sucede en los bomberos de estructura (Selkirk and McLellan, 2004). El uso del EPI puede incrementar considerablemente, en función de sus características, la respuesta fisiológica de los sujetos. Tal es el caso del EPI de los bomberos de estructura, debido a su elevado aislamiento térmico y a que puede llegar a pesar 26 kg (Barr et al., 2010). Por ello, la repercusión metabólica y térmica del EPI   en este colectivo laboral ha sido ampliamente analizada en la literatura (Sköldström, 1987; Smith et al., 1995; Selkirk y McLellan, 2004; Dreger et al., 2006; Bruce-Low et al., 2007; Taylor et al., 2012; Lee et al., 2014). Sin embargo, existe un escaso conocimiento sobre el efecto y la importancia que tienen los diferentes elementos que componen el EPI en la respuesta fisiológica de estos sujetos (Taylor et al., 2012; Lee et al., 2014). En este sentido recientemente, se ha informado de la importancia que tienen las botas en el incremento del estrés metabólico y térmico de los bomberos, pudiendo este ser incluso mayor al que conlleva el uso del TP (Taylor et al., 2012; Lee et al., 2014).

Hasta donde llega nuestro conocimiento el impacto fisiológico que tiene el EPI usado por los bomberos forestales ha sido escasamente estudiado (Budd et al., 1997; Den Hartog et al., 2016). Trabajos iniciales de Budd et al. (1997) compararon la respuesta termofisiológica del EPI con el uso de dos trajes con diferente aislamiento térmico. Más recientemente, Den Hartog et al. (2016) analizaron la influencia del EPI en el balance térmico según los tejidos usados en la fabricación del TP y su construcción. La respuesta termofisiológica y subjetiva que supone el uso aislado de diferentes TP también ha sido recientemente estudiada (Carballo-Leyenda et al., 2017). Aunque el comportamiento del balance térmico entre los TP estudiados en este último trabajo fue diferente, la respuesta fisiológica de estos no se modificó sustancialmente (Carballo-Leyenda et al., 2017). Posiblemente, ello fuera debido al protocolo utilizado. Los trabajos anteriormente mencionados (Budd et al., 1997; Den Hartog et al., 2016; Carballo-Leyenda et al., 2017) utilizaron protocolos con tasas metabólicas moderadas. Se ha informado de la necesidad de incrementar la intensidad del ejercicio para acentuar las diferencias entre los PPC (Kofler et al., 2015; Fontana et al., 2016). Así mismo, durante la extinción de incendios forestales los bomberos pueden realizar esfuerzos de mayor intensidad (Rodríguez-Marroyo et al., 2012; Cuddy et al., 2015). Así, conocer la contribución de cada uno de los diferentes elementos que forman el EPI en la respuesta fisiológica de los bomberos forestales a mayores tasas metabólicas podría ayudar a establecer estrategias de disipación del calor más efectivas. Por ello, el objetivo del presente estudio fue analizar la contribución que supone el TP y el resto de elementos que forman el EPI sobre la respuesta termofisiológica y subjetiva de los bomberos forestales durante la realización de un ejercicio físico moderado-intenso.

Metodología: 

Participantes

Seis bomberos forestales activos y sanos (media ± desviación estándar; edad 30.6 ± 7.9 años, altura 1.77 ± 0.04 m, masa corporal 75.1 ± 11.3 kg, consumo máximo de oxígeno 53.7 ± 10.4 ml · kg-1·min-1, y superficie corporal 1.8 ± 0.3 m2) participaron en este estudio. Los sujetos realizaron ejercicios de resistencia (45–60 min / sesión de entrenamiento) tres veces por semana como parte de su entrenamiento programado. El consentimiento informado por escrito se obtuvo de todos los voluntarios antes de su participación en el estudio. El protocolo experimental se desarrolló de acuerdo con la Conferencia de Helsinki para la investigación en sujetos humanos y fue aprobado por el Comité de Ética de la Universidad de León, España.

 

Diseño experimental

Cada sujeto realizó cuatro pruebas en cuatro sesiones separadas. Los test se separaron al menos durante 48 h, durante los cuales se pidió a los participantes que se abstuvieran de hacer ejercicio intenso, exponerse al sol y consumir alcohol. El primer test fue una prueba incremental máxima para determinar la capacidad aeróbica máxima de los sujetos (Bruce, 1971). Durante la segunda a la cuarta prueba, los sujetos realizaron, en un diseño equilibrado, una prueba de 120 minutos de duración portando 3 configuraciones diferentes de ropa: i) un equipo deportivo corto (SG) tradicional (es decir, pantalones cortos, camiseta de algodón, ropa interior y calcetines) ), ii) un TP utilizado actualmente por los bomberos forestales españoles (65% de viscosa ignífuga, 30% nomex y 5% kevlar, 1,5 kg, gramaje 270 g·m-2, resistencia térmica 0,019 m2·K·W-1 y resistencia a la evaporación 3.79 m2·Pa·W-1) y iii) el EPI  completo usado en la extinción de incendios forestales en España (~ 6 kg). Este EPI incluye el traje de protección y diferentes artículos como casco, protección para el cuello, guantes, gafas y botas de piel. La misma ropa (i.e., camiseta de algodón, calzoncillos y calcetines) se usó debajo de EPI y TP. Además, las mismas zapatillas para correr (250–300 g cada una) se usaron con SG y TP. Durante todas las pruebas, para simular un escenario real, los sujetos portaron una mochila (20 kg), que se usa habitualmente durante el combate de incendios forestales (Rodríguez-Marroyo et al., 2012).

 

Protocolo experimental

Todas las pruebas se realizaron en una cinta (h /p/cosmos pulsar, h/p/cosmos sports and medical GMBH, Nussdorf-Traunstein, Alemania). Cada prueba fue precedida por un calentamiento de 10 minutos al 60% de la frecuencia cardíaca máxima (8–10 km·h-1) y 5 minutos de estiramiento. En la primera sesión de prueba, los sujetos realizaron una prueba máxima de acuerdo con el protocolo descrito por Bruce (1971). La prueba comenzó a una velocidad de 2.5 km·h-1 y una pendiente del 10%. La velocidad y la pendiente se incrementaron cada 3 minutos hasta el agotamiento. Los test incrementales de 120 min de duración se realizaron a la misma hora (12:00 – 15:00 h) en condiciones ambientales controladas: ~30ºC de temperatura ambiental y  ~30% de humedad relativa (presión del aire ~692 mmHg), que simula las condiciones promedio analizadas durante la extinción de incendios forestales reales (Rodríguez-Marroyo et al., 2012). El protocolo experimental consistió en 6 estadios caminando a 6 km·h-1 con un aumento gradual de la pendiente (1, 2, 5, 8, 10 y 13%) y 5 min de períodos de recuperación pasiva intermedios. La duración de cada serie fue de 15 minutos, excepto la primera que fue de 20 minutos. Durante los períodos de recuperación, se administraron 0.15 ml·kg-1 de agua a 15 ºC  por cada minuto de ejercicio (Selkirk y McLellan, 2004) para evitar que la deshidratación de los sujetos limitara la tasa de sudoración (Cheuvront et al., 2010). El protocolo utilizado en este estudio se basó en estudios previos (Selkirk y McLellan, 2004; Carballo-Leyenda et al., 2017) y la velocidad y la pendiente seleccionadas permitieron a los sujetos realizar una intensidad de ejercicio > 70% de la frecuencia cardíaca máxima, que simula las condiciones de trabajo de moderadas a altas alcanzadas durante la extinción de incendios forestales (Rodríguez-Marroyo et al., 2012).

Mediciones

La monitorización electrocardiográfica (Medisoft MedCard, Medisoft Group, Sorinnes, Bélgica) se realizó a lo largo de la prueba de Bruce para detectar problemas cardíacos. Durante todos los ensayos, la respuesta de la frecuencia cardíaca (FC) (RS800, Polar Electro Oy, Kempele, Finlandia) y el intercambio de gases respiratorios respiración a respiración se midieron continuamente cada 5 s (Medisoft Ergocard, Medisoft Group, Sorinnes, Bélgica), respectivamente. El consumo máximo de oxígeno (VO2max) se tomó como la media móvil de los valores máximos en un periodo de 30 s. La temperatura gastrointestinal (Tgi) se registró mediante una cápsula de temperatura intestinal (VitalSense, Phillips Respironics, Bend, OR, EE. UU.) que se ingirió al menos 8 h antes del comienzo de los ensayos (Larsen et al., 2015). La temperatura de la piel (Tskin) se midió con parches dérmicos (VitalSense, Phillips Respironics, Bend, OR, EE. UU.) colocados en tres sitios: en el pecho a la altura del pectoral mayor izquierdo, en la cadera anterior derecha y en el muslo anterior derecho. La media de Tskin se calculó utilizando una versión modificada de la ecuación de Burton (1935) utilizando los coeficientes de ponderación del área de la superficie corporal descritos por Hardy y DuBois (1938):

Tskin = 0.60 × Tpecho + 0.20 × Tcadera + 0.20 × Tmuslo                                            [1]

Tgi, Tskin, así como los datos de FC y VO2 de los últimos 5 minutos de cada estadio de ejercicio, se consideraron mediciones representativas de todo el estadio. La Tgi y la FC se utilizaron para calcular el índice de tensión fisiológica (PSI) según la ecuación descrita por Tikuisis (2002). Se tomaron muestras de sangre capilar del lóbulo de la oreja para medir la concentración de lactato en sangre (Lactate Scout, Senslab, Leipzig, Alemania) después del final de cada serie de ejercicios.

Durante los últimos 30 s de cada fase de ejercicio, la percepción subjetiva de esfuerzo (RPE) se registró utilizando la escala de Borg (6–20) (Borg, 1982). La escala fue explicada y administrada por el mismo investigador, preguntando sobre el esfuerzo percibido de los sujetos usando la misma pregunta. Se colocó una tarjeta de referencia delante de los sujetos para permitir una referencia inmediata a la escala. Además, la sensación térmica de los sujetos se registró al final de cada serie de ejercicios, utilizando una escala categórica (2–8) (Havenith y Heus, 2004).

Los sujetos, la ropa interior y cada componente del EPI se pesaron por separado (50K150, COBOS, Hospitalet de Llobregat, Barcelona, España) al principio y al final de cada prueba. Esto permitió calcular la producción total de sudor, el sudor retenido en la ropa y la evaporación del sudor (Havenith y Heus, 2004; Kofler et al., 2015). El sudor total se corrigió para la ingesta de líquido. Finalmente, la eficiencia del sudor se calculó como la relación entre la evaporación del sudor y el sudor total (Havenith y Heus, 2004).

Análisis estadístico

Los resultados se expresan como media ± desviación estándar (SD). El supuesto de normalidad se verificó mediante la prueba de Shapiro-Wilk. Las variables analizadas a lo largo de los ensayos (VO2, ventilación, FC, concentración de lactato en sangre, Tgi, Tskin, PSI, RPE y TS) se compararon utilizando un ANOVA de dos vías de medidas repetidas con dos factores intra-sujetos (vestimenta y tiempo). Se aplicó un ANOVA de una vía con medidas repetidas para calcular las diferencias entre los diferentes parámetros de sudor. Cuando se encontró un valor F significativo, se usó la prueba de Bonferroni para establecer diferencias significativas entre las medias. La suposición de esfericidad se verificó utilizando la prueba de Mauchly, cuando se violó esta suposición se realizó el ajuste de Greenhouse-Geisser del nivel de significación. La relación entre las variables se determinó utilizando el coeficiente de correlación de Pearson (r). Se utilizó el software estadístico SPSS V.19.0 (SPSS Inc., Chicago, Illinois, EE. UU.).

Resultados: 

La duración de la prueba fue significativamente más corta (p < 0.001) cuando los sujetos llevaron el EPI (62.4 ± 13.3 min) respecto al TP (115.5 ± 5.0 min,) y SG (118.2 ± 20.7 min). Se encontró una interacción significativa entre la condición ropa y tiempo para las variables de ergospirométricas (Figura 1). Los mayores valores (p <0.05)  de VO2, ventilación y FC en los minutos 40 y 60 se observaron al llevar el EPI.  Llevar el TP incremetón significativamente (p < 0.05) el VO2 y la ventilación en comparación con SG en los últimos 20 min del test. La mayor (p < 0.05) concentración de lactato en sangre se analizó al portar el EPI completo y el TP en los minutos 60 y 120 (Figura 1).​​

 

Figura 1. Comportamiento del consumo de oxígeno, la ventilación, la frecuencia cardiaca y concentración de lactato en sangre, durante las diferentes condiciones analizadas. Diferencias con TP (p < 0.05). *Diferencias con SG (p < 0.05).

 

El uso del EPI supuso una Tgi (p <0.05), Tskin (p <0.001) y PSI (p <0.05) más altas en toda la prueba frente los analizados con el SG. De manera similar, Tskin fue significativamente mayor (p <0.05) con el EPI que con el TP desde el inicio de la prueba (Figura 2). El patrón de esta variable cambió notablemente entre TP y SG durante los últimos 20 minutos de la prueba (p <0.05). Se obtuvieron correlaciones significativas de Pearson entre la tasa de aumento de Tgi (r = - 0.76; p < 0.001) y el aumento en Tskin (r = –0.80; p <0.001) en comparación con la duración de la prueba. Hubo diferencias significativas al usar el EPI y el TP para el PSI en el minuto 40 (p <0.05) y 60 (p <0.001). Del mismo modo, el PSI fue mayor con el TP que con el SG al final de la prueba (p <0.05) (Figura 2).

 

Figura 2. Comportamiento de la temperatura gastrointestinal (Tgi), temperatura media de la piel (Tskin) e índice de tensión fisiológica por calor (PSI) durante las diferentes condiciones analizadas. Diferencias con TP (p < 0.05). *Diferencias con SG (p < 0.05).

 

Desde el minuto 40 hubo un aumento significativo (p <0.001) en el RPE y la sensación térmica al llevar el EPI (Figura 3). Finalmente, tanto las variables subjetivas (i.e., RPE y sensación térmica) como fisiológicas (i.e., VO2, ventilación, FC, lactato sanguíneo, Tgi, Tskin y PSI), excepto Tskin en la condición SG, aumentaron significativamente (p <0.05) a lo largo del tiempo de prueba (Figura 1, 2 y 3).

 

Figura 3. Percepción subjetiva de esfuerzo (RPE, Borg 1982) y sensación térmica durante las pruebas experimentales. Diferencias con TP (p < 0.05). *Diferencias con SG (p < 0.05).

 

Aunque la tasa más alta de sudor se encontró al portar el EPI (p <0.05), la producción total de sudor fue similar para todas las condiciones de la ropa (Tabla 1). El sudor retenido en el EPI y el TP fue significativamente mayor que el obtenido en la SG (p <0.05). La menor evaporación (p <0.05) del sudor y la eficiencia del sudor se obtuvieron usando el EPI. Además, se encontraron diferencias significativas entre PPC y SG para la eficiencia del sudor (p <0.05).

 

Tabla 1. Parámetros de sudoración analizados (media ± SD)​

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EPI, Equipo de Protección Individual. TP, traje de protección térmica. Diferencias con TP (p < 0.05). *Diferencias con SG (p < 0.05)

 

 

Discusión de resultados: 

El principal hallazgo de este estudio fue que el uso de EPI en esfuerzos moderados-altos conduce a un aumento significativo en la respuesta fisiológica de los bomberos forestales. Esta tensión fisiológica se debió principalmente al impacto que el casco, el protector del cuello, los guantes y botas tuvieron en la evaporación del sudor y el aislamiento térmico. Este hecho causó una reducción significativa del rendimiento de los sujetos en comparación con el analizado cuando se usaron el TP y el SG.

La reducción del rendimiento provocada por el EPI frente a las otras configuraciones analizadas en este trabajo fue de ~50%. Esta reducción en el tiempo de esfuerzo fue similar a la reportada previamente en bomberos de estructura (Montain et al., 1994; McLellan et al., 1996; Taylor et al., 2012), donde el aislamiento térmico de la ropa de protección utilizada (~0.47 m2·K·W-1) (Holmér et al., 2006) fue sustancialmente más elevado que la del presente estudio (~0.23 m2·K·W-1) (Raimundo and Figueiredo, 2009). Colectivamente, nuestros resultados parecen indicar el alto impacto que el EPI puede tener en la respuesta termofisiológica de los bomberos forestales. De hecho, llevar puesto el TP sólo supuso una disminución del rendimiento del 17% frente al uso de la SG. Este resultado fue mayor que el obtenido (10%) por Fogarty et al. (2004) al estudiar el TP de bomberos de estructuras en condiciones cálidas (40ºC). Kofler et al. (2015) también obtuvieron una reducción del rendimiento del 10% con el uso de un traje de protección térmica, similar al del presente estudio, en condiciones templadas (25ºC). Posiblemente la elevada tasa metabólica alcanzada por nuestros sujetos (443.6 ± 41.4, 351.6 ± 57.3 y 336.7 ± 35.1 W·m-2 con el EPI, TP y SG, respectivamente) haya condicionado los resultados obtenidos. No existieron diferencias sustanciales en la respuesta del VO2 con el uso del TP y el SG a tasas metabólicas moderadas (Figura 1). Ello coincide con los resultados obtenidos recientemente donde se ha mostrado que llevar el TP no causó un aumento significativo en la respuesta fisiológica de los sujetos a una intensidad de ejercicio moderada  (Carballo-Leyenda et al., 2017).

El uso del EPI frente a la SG supuso un aumento medio del VO2 de ~20%, que se incrementó en mayor medida al final de la prueba (~30 y ~45% en el minuto 40 y 60, respectivamente) (Figura 1). Este hecho pudo ser debido al peso del EPI utilizado (~6 kg) (Dorman and Havenith, 2009; Lee et al., 2014). Esto también explicaría los mayores incrementos analizados (>20%) con el uso del EPI en bomberos de estructura, donde el uso del equipo de respiración autonoma puede aumentar el peso del EPI hasta los 26 kg (Sköldström, 1987; Smith et al., 1995; Dreger et al., 2006; Taylor et al., 2012). Por otro lado, el uso de las botas pudo contribuir significativamente al aumento del coste metabólico al portar el EPI. Se ha indicado la importancia que tiene la distribución del peso respecto al centro de gravedad en la respuesta fisiológica de los sujetos (Dorman and Havenith, 2009; Taylor et al., 2012; Lee et al., 2014). Así, se ha mostrado que las botas de los bomberos de estructuras (~2.5 kg) pueden suponer un incremento del coste metabólico de hasta ~11% (Taylor et al., 2012). Por ello, puede ser pensado que las botas utilizadas en este estudio (~2.0 kg) podrían haber contribuido de manera relevante al aumento del VO2. Finalmente, los sujetos de este estudio finalizaron la prueba con EPI alcanzando ~75% del VO2max. Esta circunstancia ha sido previamente observada en bomberos de estructura (Sköldström, 1987; Smith et al., 1995; Taylor et al., 2012; Lee et al., 2014) y podría relacionarse con la fatiga muscular alcanzada con esta configuración (Lucía  et al., 1999). Sin embargo, también sería plausible pensar que el aislamiento térmico del EPI conllevó un aumento excesivo de la temperatura corporal (Figura 2) que los sujetos no pudieron compensar y como consecuencia tuvieron que cesar en el esfuerzo para no comprometer su salud (Nielsen et al., 1993; González-Alonso et al., 1999; Tucker et al., 2006).

Las mayores FC fueron obtenidas con el uso del EPI (Figura 1). La FC fue de promedio ~20 ppm mayor con esta configuración, alcanzándose ~80% de la FC máxima ya en el primer estadio de prueba. Este aumento en la respuesta de la FC pudo ser consecuencia de la demanda metabólica y termorreguladora impuesta por el EPI (Ely et al., 2010; Cuddy et al., 2014). Llevar puesto el EPI se asocia a una restricción termorreguladora que implica un incremento del flujo sanguíneo cutáneo para tratar de favorecer la eliminación del calor corporal, aumentándose así la transferencia de calor seco y la sudoración (Smith et al., 1995; Selkirk y McLellan, 2004; Barr et al., 2010). El patrón de la FC durante los tests realizados con el TP y SG fue similar. Ello resalta la influencia que tuvieron las botas, guantes, casco y cubrenucas en el physiological strain analizado en el presente trabajo. No usar estos elementos increase the body surface exposed to the environment and thus facilitate the heat loss (Holmér, 2006; Lee et al., 2014). In addition, the low thermal insulation of the PPC used in this study allowed a greater heat dissipation (Carballo-Leyenda et al., 2017).

Las Tgi máximas encontradas en este estudio (Figura 2) indican que los sujetos alcanzaron una situación de estrés térmico incompensable al final de las pruebas (Den Hartog et al., 2016). Previamente se ha informado que una temperatura por encima de 38ºC puede ser un factor limitante de rendimiento durante el ejercicio en calor. (Gonzalez-Alonso et al., 1999). Todas las Tgi analizadas al final de las pruebas superaron este valor (~39 en la prueba con EPI, ~38.5ºC  en el test con TP y SG). Sin embargo, el incremento de la temperatura fue aproximadamente el doble de rápido con el EPI (0.028 ± 0.007 ºC·min-1) que con el PPC (0.012 ± 0.004 ºC·min-1) o SG (0.011 ± 0.004 ºC·min-1). Esto sería una consecuencia directa del efecto combinado de una mayor producción de calor metabólico y la limitación de la disipación de calor que conlleva el uso del EPI, lo que contribuyó a incrementar de modo significativo tatno la Tgi como la Tskin (Figura 2) (Sköldström, 1987; Montain et al., 1994; Smith et al., 1995; Bruce-Low et al., 2007; Wen et al., 2015; Fontana et al., 2016). Este hecho pudo contribuir sustancialmente a reducir el tiempo de prueba con el EPI casi a la mitad[BCL2] , como confirma la elevada correlación inversa hallada entre la tasa de incremento de Tgi y Tskin respecto a tiempo de prueba.

Las Tskin observadas (Figura 2) resaltan la perdida de eficiencia en la disipación del calor debido principalmente al uso del PPE. El aumento promedio de la temperatura con esta configuración fue de 1.89 ± 0.48 ºC,  más del doble del analizado con el PPC (0.77 ± 0.34 ºC). Este resultado fue menor al observado en otros trabajos (~3 ºC) con bomberos de estructura  (Sköldström, 1987; Smith et al., 1995; Bruce-Low et al., 2007; Fontana et al., 2016) o llevando puesto trajes de protección química (Wen et al., 2015). Sin embargo una Tskin por encima de 35ºC y un gradiente Tgi − Tskin reducido se han asociado con un incremento significativo del flujo sanguíneo periférico, el cual podría limitar el rendimiento aeróbico, incluso en ausencia de deshidratación (Ely et al., 2010; Cuddy et al., 2014; Faulkner et al., 2015). Valores por encima de 35ºC fueron analizadas con el PPE desde el inicio de prueba (Figura 2), además el gradiente Tgi – Tskin en esta configuración fue menor (1.30 ± 0.30 ºC) que el analizado con PPC (3.02 ± 0.58 ºC) y SG (4.13 ± 0.44 ºC). Esto habría contribuido a aumentar sustancialmente la carga cardiovascular en la prueba con EPI y justificaría el ligero aumento de la FC cuando los sujetos llevaron puesto el TP (Cuddy et al., 2014).

Como consecuencia del comportamiento cardiovascular y térmico analizado en el presente estudio, la RPE, la sensación térmica y el PSI obtenidos al llevar puesto el EPI fueron mayores. La tendencia del RPE observado a lo largo de los ensayos (Figura 3)  podría estar relacionada con la mayor carga cardiovascular analizada  (Sköldström, 1987; Bruce-Low et al., 2007). El calor corporal almacenado asociado a una mayor Tgi y Tskin (Figura 2) pudo condicionar los valores de sensación térmica obtenidos en este estudio (Sköldström, 1987; Smith et al., 1995; Bruce-Low et al., 2007; Kofler et al., 2015). El estrés fisiológico de los bomberos forestales según el  PSI medio analizado (~ 6.0) fue moderado.[JARM3]  Este valor fue mayor al analizado previamente en incendios reales (~4.5) (Rodríguez-Marroyo et al., 2012) y es de la misma magnitud al reportado en bomberos de estructura portando el EPI (~6.0) durante pruebas experimentales de corta duración e intensidad moderada (Petruzzello et al., 2009). El valor final analizado con las diferentes configuraciones fue similar (~8.0) y se catalogó como alto. Sin embargo, llevando el EPI este valor se alcanzó en la mitad de tiempo, en este punto se analizó aproximadamente la mitad de puntuación (~3.5) llevando el PPC o el SG.

Como se ha sugerido arriba, el impacto del EPI sobre el aislamiento térmico y la evaporación del sudor condicionó la respuesta termofisiológica y subjetiva de los bomberos forestales (Sköldström, 1987; Holmér, 2006; Caldwell et al., 2011; Lee et al., 2014; Wen et al., 2015). Mientras que llevar puesto el TP (i.e., 88% de la superficie corporal) conllevó una reducción de la eficiencia evaporativa del 19%, añadir los demás elementos del EPI (i.e., casco, cubrenucas o braga de cuello, guantes, botas; 12% de la superficie corporal) supuso una pérdida añadida de la eficiencia del 28% (Tabla 1). Esta circunstancia pone de relieve la importancia de estos elementos en la evaporación del sudor. En este sentido el sudor evaporado en la prueba con EPI fue un 43% menor que el observado con el PPC, no existiendo diferencias entre TP y SG. Estos resultados están de acuerdo con esos previamente obtenidos con militares (Montain et al., 1994; Caldwell et al., 2011). Montain et al. (1994) hallaron una disminución en la evaporación de ~50% cuando compararon un conjunto que cubría completamente la superficie corporal frente a otro que dejaba cara y manos descubiertas, durante un ejercicio intenso en condiciones cálidas. El mismo hallazgo fue obtenido por Caldwell et al. (2011) al comparar una armadura de combate con casco o con gorro de tela  en condiciones cálidas.

Conclusiones: 

En conclusión, el aislamiento térmico que supone llevar el EPI condujo a una reducción en la evaporación del sudor, causando un aumento sustancial en la respuesta termofisiológica de los sujetos. Este hecho redujo notablemente el tiempo de esfuerzo de los bomberos forestales (~50%). Nuestros resultados resaltan la importancia del casco, la protección del cuello, los guantes y las botas en la tensión térmica de los sujetos. 

Agradecimientos: 

Proyecto financiado por el  Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (DEP2016-79762-P AEI/FEDER, UE) and Junta de Castilla y León (LE017G18) grant. Además este estudio no se habría podido llevar a cabo sin el apoyo económico y humano aportado por la Empresa de Transformación Agraria, S.A. (TRAGSA).

Referencias bibliográficas: 
  1. Adetona, O., Reinhardt, T. E., Domitrovich, J., Broyles, G., Adetona, A. M., Kleinman, M. T., et al. (2016). Review of the health effects of wildland fire smoke on wildland firefighters and the public. Inhal. Toxicol. 28, 95–139. doi: 10.3109/08958378.2016.1145771
  2. Barr, D., Gregson, W., and Reilly, T. (2010). The thermal ergonomics offirefighting reviewed. Appl. Ergon. 41, 161–172. doi: 10.1016/j.apergo.2009.07.001
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