El propósito de vida, ¿un sueño, un ideal o una realidad?

El propósito de vida, ¿un sueño, un ideal o una realidad?

Darse un tiempo para crear sueños y planificar estrategias que conduzcan del mundo de las ideas a la realidad requiere un esfuerzo de reflexión personal y autoconocimiento.
7 February 2023

Recientemente, en una colaboración conjunta entre el Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección y el Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias se llevó a cabo una conversación profunda con una mujer muy destacada. Su exitosa trayectoria profesional la había llevado a posiciones de liderazgo hasta la cumbre de distintas organizaciones y lo sorprendente fue su reciente decisión de darse un año sabático donde el propósito de vida conformó una parte medular de su decisión. La temporada ahora, con las fiestas navideñas y de fin de año, se presta para tomar un tiempo para reflexionar o incluso encontrar el propósito de vida a nivel personal.

De acuerdo con la Real Academia Española, el propósito es el “ánimo o intención de hacer o de no hacer algo”. Lo primero destacable de esta definición es que no hay una obligación para cumplirlo, es decir, solo es una referencia que sirve como guía. Se le suele ejemplificar con una brújula que da rumbo a la vida. Por ello, la famosa frase “vale más ponerse la meta de la excelencia y no lograrla, que la de la mediocridad y conseguirla”, de Carlos Llano, cobra un sentido trascendental al analizar el tema. Dado que la definición indica que no es indispensable tenerlo, las personas que deciden trabajar en ello podrían obtener un beneficio respecto a quienes ignoran o desconocen el tema. 

En su libro “El hombre en busca de sentido”, Viktor Frankl, psiquiatra que vivió en los campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial, subrayaba que en momentos de adversidad, cuando se suele perder el entusiasmo por la vida, la pregunta “¿para qué?” vivir, cambiaba completamente la perspectiva para salir adelante, haciendo alusión a la propuesta de Nietzsche quien decía que “aquél que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo”. La realidad es que, quizá bajo la rutina y lo cotidiano pasa desapercibida su importancia y pocas veces se le invierte tiempo a pensar en un intangible que escapa de la zona de confort.

Regresando a la intervención de la invitada del CIMAD, la reflexión permitió contextualizar el propósito de vida como un viaje apasionante, el cual implica un esfuerzo consciente de introspección, para conocerse y entenderse uno mismo. El primer paso de esta travesía comienza con las preguntas: ¿quién soy? y ¿qué impacto tengo en los demás? Contestarlas es sumamente complejo, debido a la dificultad para aceptar defectos y virtudes, tarea nada fácil a causa del “ego”. Con base en las respuestas, se pueden abrir diversos caminos para definirlo y alcanzarlo, incluso con la ayuda de alguien más, como un mentor, coach, o en un proceso formal de crecimiento con la ayuda de un terapeuta. 

Tener un propósito de vida no es un remedio para ser feliz; es más bien una herramienta de auto-motivación, inspiración y esfuerzo, que requiere sacrificio para lograrlo. No obstante, tenerlo genera un cierto bienestar ligado a una mejor toma de decisiones basada los valores personales, con objetivos definidos y considerando los recursos disponibles en distintos ámbitos: personal, familiar, social, laboral o de pareja, entre otros.

Al igual que todo viaje, el propósito requiere ajustes, modificaciones y adaptaciones en el tiempo. Tanto el recorrido personal, como la carrera profesional, es necesario actualizarlo y re-alinearlo conforme se presentan retos, cambio de planes o distintos obstáculos difícilmente previsibles. El sentido de la vida se puede asociar a la madurez o al desarrollo individual y a su vez tiene un impacto en la vida de los demás. En este sentido, hay una evolución, que puede ser consciente, para guiar el camino hacia el destino deseado.

Uno de los principales desafíos con relación al propósito de vida son las expectativas de los otros, ya sean sociales, familiares o de la pareja. En ocasiones, estas expectativas podrían impedir o dificultar la búsqueda del propósito y el camino hacia una senda discordante con la propia esencia. Un buen ejemplo son los roles de género, donde la división de las responsabilidades se ha concentrado culturalmente en el tema del hogar en las mujeres y el de la vida económica o de carácter público en los hombres. Estas expectativas podrían limitar el disfrute de los varones en encontrar significado en la crianza de sus hijas e hijos y a las mujeres en que gocen de un sano desarrollo profesional y busquen activamente el bienestar financiero. En consecuencia, el autoconocimiento asociado a un análisis profundo desde distintas perspectivas, ayudará a identificar expectativas limitantes y superarlas.

Darse un tiempo para crear sueños y planificar estrategias que conduzcan del mundo de las ideas a la realidad requiere un esfuerzo de reflexión personal y autoconocimiento, además de la puesta en acción de los planteamientos para llegar efectivamente al propósito de vida. Hacerlo puede enriquecer la vida para disfrutar de una mayor armonía y bienestar con un sentido trascendente.

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