¿Cómo debe ser la educación científica para el futuro?

¿Cómo debe ser la educación científica para el futuro?

La educación científica de hoy y de mañana debe se interdisciplinar, debe dar prioridad al estudiante, sus intereses y necesidades, y considerar los contextos sociales.
18 January 2020

La enseñanza científica tradicional

Tradicionalmente, se ha entendido que aprender ciencias naturales implica adquirir habilidades, destrezas y conocimientos científicos y tecnológicos, como resultado del estudio y la observación de fenómenos de la naturaleza.

Sin embargo, esa definición se queda corta si se la compara con lo que ocurre en realidad en las instituciones de educación superior y en las demás organizaciones que se ocupan de la enseñanza científica.

La universalización educativa debe ir de la mano de una alfabetización científica y tecnológica. El desarrollo de un país, el cuidado de su medio ambiente y el progreso de su sociedad dependen en parte de la formación científica de los ciudadanos.

No obstante, parece que cada vez disminuye el interés por estudiar ciencias naturales. Esto se manifiesta en los bajos niveles de aprobación de asignaturas como matemáticas, física o química, y en una menor medida, biología.

De cierta forma, esa falta de interés se debe a las formas habituales de enseñar la ciencia. Por lo general, la enseñanza científica se centra en aspectos cuantitativos, operativos, conceptuales y propedéuticos. Por eso, casi siempre se deja a un lado la visión cualitativa, experimental y contextualizada de la ciencia, una visión que ponga en evidencia su utilidad para resolver problemas.

Nuevas formas de educación científica

Hoy, es necesaria una nueva pedagogía de las ciencias naturales Esta nueva enseñanza debe mostrar que la ciencia es una, y no un grupo de disciplinas fraccionadas. La ciencia debe ser vista como un organismo interconectado y articulado. Además, es necesario que el aprendizaje se base en la exposición, comprobación y aplicación de teorías; que los estudiantes propongan argumentos críticos que lleven a la creación de nuevos conocimientos que expliquen la realidad de una manera integrada e interdisciplinaria.

A través de las nuevas pedagogías de enseñanza activa, el currículo moderno debe darle más protagonismo al estudiante y debe enfrentar sus capacidades con las necesidades de la sociedad. Las competencias científicas no se alcanzan espontáneamente, sino que requieren de ambientes de aprendizaje enriquecidos por problemas reales, que permitan a los estudiantes avanzar en competencias disciplinares más complejas.

Hoy, es necesaria una nueva pedagogía de las ciencias naturales

En la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad de Ibagué existen dos casos que son ejemplo de enseñanza contextualizada y articulada de las ciencias básicas: (1) las asignaturas articuladas de Física y Matemáticas, y (2) los círculos matemáticos, que son ofrecidos por la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas a la comunidad estudiantil y a los colegios de la región del Tolima.

¿Cuál es la educación científica?

La primera es una propuesta académica que surge de la necesidad de ofrecer a estudiantes matriculados en programas de ingeniería una sólida formación que les permita conectar conceptos físicos con la formalidad de la matemática. La propuesta busca fortalecer las capacidades de análisis, observación y modelamiento de los estudiantes.

Esta propuesta también implica encender la curiosidad del estudiante a través de experimentos demostrativos, que no solo exigen una fina observación, sino también el análisis de datos experimentales y la construcción de modelos matemáticos. Se trata de un proceso construido e idealizado por el estudiante, y al final confrontado con las teorías y conceptos entregados por el profesor. En esta concepción pedagógica, el docente pasa de ser un transmisor del conocimiento a un acompañante y verificador.

En la segunda propuesta, los estudiantes de los colegios, principalmente de los grados noveno, décimo y once, se acercan al universo de las ideas matemáticas a través del juego. En ese escenario, el fin no es enseñar, instruir, o entregar un conocimiento, sino cautivar el gusto por los números, su importancia y aplicación en el diario vivir. Son estrategias que han atraído el interés de los estudiantes, padres de familia e instituciones, pero también las críticas que surgen siempre contra las visiones diferentes a las tradicionales.

Los estudiantes de comunidades rurales y suburbanas y de territorios apartados del gobierno central tienen claras desventajas educativas, principalmente debido a la falta de recursos e infraestructura mínima que posibilite una enseñanza adecuada y de calidad. Para muchos profesores, la enseñanza en escuelas aisladas o remotas resulta poco atractiva.

Existen muchos estereotipos sobre las escuelas rurales. Se cree que son lugares aislados, con estudiantes en difíciles contextos sociales y familiares, y altos índices de deserción, y que todo lo anterior es negativo. Pero es precisamente el contexto social lo que puede enriquecer los procesos de formación. En casos especiales, el docente-investigador puede interconectar la universidad con las comunidades a través de la investigación.

Pensar en temas como la sostenibilidad, la fauna y la biodiversidad puede avivar de manera efectiva el interés por la ciencia de los estudiantes de esas regiones apartadas. En estos escenarios, las ciencias pueden contar con laboratorios naturales en los territorios; ahí está el verdadero impacto que pueden producir las instituciones en la población. Ese debe ser el atractivo de más científicos y maestros.

Ciencia, más allá de las aulas

La enseñanza de la ciencia no solo está vinculada a los escenarios académicos que desarrollan las instituciones educativas.

La ciencia también está presente en la vida cotidiana de las personas: en las campañas publicitarias, en los medios de comunicación, en las noticias, en el cine, en internet, en los museos, en los festivales etc. Estos escenarios ofrecen un universo de posibilidades que pueden y deben ser aprovechados en el salón de clase, con el fin de conocer mejor a los estudiantes, sus ideas y necesidades.

 Es precisamente el contexto social lo que puede enriquecer los procesos de formación.

La enseñanza debe contar con una hoja de ruta muy bien establecida, en la que docentes, directivos, instituciones y gobiernos deben alinearse para ofrecer condiciones que propicien escenarios adecuados para el conocimiento. Es una prioridad que el docente diseñe ambientes en los que el currículo se pueda extender más allá de las palabras, reglas, objetivos y pretensiones con que fue redactado.

Dicen que el papel lo aguanta todo. Efectivamente, el papel puede albergar grandes ideas, pero también sueños inconclusos o inviables. Por eso, se necesita un compromiso del estudiante, un compromiso con su formación, un compromiso con la sociedad y un compromiso con su plan de vida. Pero eso solo es viable cuando existe un acompañamiento de la familia, un apoyo incondicional, sin limitaciones o condicionamientos que lleve a frustraciones.

El interés de aprender es algo que se despierta en cada individuo. Ese interés debe potenciarse mostrándoles a los estudiantes que la ciencia brinda la posibilidad de ver más allá, de mirar el mañana, de comprender el entorno, de crear ideas, pero también ofrece lo que pocas disciplinas pueden entregar: la posibilidad de transformar, de concebir lo que no existe y entender lo que no podemos ver.

Enseñar o aprender ciencia debe implicar conectarse con el entorno y describirlo en términos simples. En los docentes están las herramientas para comunicar, pero en el estudiante está la responsabilidad y gusto por aprender.

¿Qué opinas de este artículo?