Cómo ser importante en el mundo digital para lograr un buen trabajo
Cómo ser importante en el mundo digital para lograr un buen trabajo
La revolución industrial no fue la única protagonista en la Inglaterra del siglo XIX. Ante la amenaza de perder sus puestos de trabajo, los artesanos destruyeron los telares mecánicos. Era su manera de protestar contra las nuevas máquinas que les dejarían sin empleo. Entre 1811 y 1816, esta lucha de poco les sirvió a los ludistas, llamados así en referencia a Ned Ludd un joven que destruyó un telar a finales del XVII, porque finalmente perdieron su trabajo. Lo mismo sucedería al otro lado del Atlántico: mientras estos trabajadores se enfrentaban al progreso y al ejército británico que intentaba doblegarlos, el 80% de la mano de obra en Estados Unidos se dedicaba a la agricultura. Hoy apenas el 2% labra la tierra. Salvando las distancias y tras más de 200 años, este panorama no difiere mucho del que vivimos.
En Qué haremos cuando las máquinas lo hagan todo, Malcolm Frank, Paul Roehrig y Ben Pring recurren a ésta y otras historias para demostrar que el cambio es imparable y, pese a quien pese, inevitable. El libro recoge asimismo la experiencia del economista John Mynard Keynes cuando en la segunda revolución industrial la cadena de montaje hizo posible la producción en masa: "Descubrimos nuevas formas para ahorrar en mano de obra con mayor rapidez que con la que hallamos nuevas ocupaciones para esa mano de obra". Si Keynes viajara a 2020 colapsaría ante la velocidad del cambio y el poder que tienen las nuevas tecnologías para acelerar la obsolescencia de casi todo. Sin embargo, en esta ficción, también se sorprendería de las oportunidades que brinda a los profesionales el entorno digital.
En un momento en el que todo parece caduco, el conocimiento es la única baza que convierte al ser humano en imprescindible, y las nuevas tecnologías son el canal idóneo. El ámbito virtual es un mundo paralelo para ofrecer, compartir y cultivar las habilidades que diferencian al ser humano de las máquinas. Aprender a moverse en este entorno es el punto de partida para trabajar de manera autónoma, ya sea por su cuenta o a través de un negocio. En cierto modo, también es una opción para mantenerse a salvo de la robotización que amenaza determinados puestos de trabajo. Los ludistas se quedaron sin empleo.Ahora, pese a las máquinas, vivir del conocimiento es posible.
Hacerse un hueco
Estar al tanto de los canales y herramientas que ofrece el ámbito digital es el principio. Aprender a navegar por Internet, crear un blog o ser parte de una red social es algo relativamente sencillo. Más allá de la diligencia que esto supone, lo más relevante es cómo moverse en este entorno digital que puede llegar a ser tan real como la vida misma. Eva Collado, consultora estratégica de capital humano, explica que "hay que entender que es un mundo social y global con todo lo que ello comporta".
El ámbito virtual puede ser un mundo paralelo para cultivar y compartir habilidades diferenciales
Por esta razón cree que es fundamental "aportar valor y confianza a través de la interacción con nuestras comunidades de influencia para generar engagement (compromiso), para que las alianzas, colaboraciones y proyectos se materialicen mediante un networking entendido desde el dar y ofrecer". Según Collado, "sólo así podremos hacernos un hueco para convertirnos en la opción elegida".
No olvide que las opciones que ofrece la red son infinitas y distinguirse desde el inicio es vital para la supervivencia. Raquel Roca, autora de Knowmads, los trabajadores del conocimiento y, más recientemente, de Silver Surfers, asegura que querer aportar valor en los demás es lo que de verdad importa: "Las habilidades y destrezas digitales se pueden aprender. Lo intrínseco, el por qué y para qué, es el verdadero detonante y lo que da fuerza y sentido a las personas que construyen auténticos perfiles digitales". De alguna manera, no difiere tanto de lo que tiene importancia en la vida profesional tradicional. Eso es lo que opina Andrés Pérez Ortega, consultor en posicionamiento personal, para quien lo digital no es más que un canal para mostrar lo que somos capaces de hacer. Entre las capacidades básicas para hacerse un hueco destaca la constancia, la coherencia, la credibilidad, el conocimiento, la comunicación, el carisma, la comprensión y la colaboración.
Para Fernando Guaza, fundador de iniciatumarketing.com, "toda persona que ofrezca verdadero valor puede hacerse un hueco en el mundo online. Lo principal es la actitud del emprendedor". Como afirma Pérez, "quizá hubo un tiempo, al principio de Internet, en el que podría requerirse algún tipo de habilidad técnica friki, pero hoy basta con manejar el pulgar para transmitir. Lo digital sólo es un medio para mostrar las cualidades y características que nos hacen ser buenos profesionales".
Valor añadido
Si quiere utilizar su conocimiento para ser alguien en las redes y ganar dinero con ello, no olvide que usted es un mero intermediario. "Un profesional debería aparecer lo mínimo posible en las redes, poner el foco en lo que aporta, no en sí mismo. Cuando la influencia viene de la persona y no de lo que esto aporta, empezamos a vendernos", apunta Pérez, quien aconseja al profesional ofrecer ideas, asesoramiento, recomendaciones y planteamientos creativos en las plataformas, manteniéndose en segundo plano. "Es el autor de la obra, no el protagonista".
Roca entiende el concepto de influencia asociado a sus sinónimos de crédito y prestigio. "Desde esa perspectiva todos deberíamos buscar ser influyentes y, por tanto, generadores de un contenido de calidad". Afirma que el valor añadido de un knowmad -nómada del conocimiento- es su talento, aquello de lo que sabe, sumado al concepto de generosidad, "porque hay que dedicar mucho tiempo a dar forma y compartir lo que sabes".
En los inicios de Internet se requerían habilidades técnicas, hoy basta el pulgar para transmitir
Quienes deciden vivir de forma autónoma de su conocimiento son emprendedores, lo que saben es el objeto de negocio de su start up unipersonal, su valor añadido. Por este motivo Guaza explica que es importante ser consciente de esa Propuesta Única de Valor (UPV) antes de salir al mercado: "La mejor manera es saber cuál es su por qué y desde ese propósito impactar en el resto de la personas, porque no nos siguen tanto por el 'qué' hacemos o 'cómo' sino más por ese 'por qué hacemos las cosas'".
Según Collado, la propuesta de valor tiene que responder a cuatro preguntas: "¿Qué problema resuelvo? ¿Qué oportunidad detecto? ¿Qué necesidad satisfago? ¿Qué beneficios aporto? No es lo mismo poner en sus perfiles un título profesional que una propuesta de valor".
Mi audiencia, mi cliente
Y como de lo que se trata es de hacer del conocimiento un objeto de negocio, convertir a la audiencia en clientes es el objetivo. Collado dice que antes de nada hay que detectar "para quién queremos trabajar u ofrecer nuestros servicios profesionales, interactuar con las marcas objetivo y analizar su actividad pública en los diferentes canales. En definitiva, conocerlos para poder valorar si sus valores y cultura coinciden con los nuestros". Esta experta cree que esto último es esencial para tener una relación de éxito.
No es lo mismo destacar en sus perfiles un título que una propuesta de valor que atraiga
Roca es más cauta: "Hay personas que trabajan un márketing directo, bastante insistente. En mi opinión, nunca pondría la venta -o la conversión- como un objetivo. Si lo haces bien, si trabajas en generar contenido de valor, y te esfuerzas en serio en compartir y además cuidas la red de contactos, a lo largo del tiempo se abrirán puertas y ventanas paralelas interesantes para ti y tu negocio".
Reconoce Roca que habla desde su experiencia y no duda de que haya fórmulas más rápidas de llegar a más gente y más lejos, haciendo menos: "Mi pregunta es si dichas fórmulas serán sostenibles en el tiempo. Creo que los clientes acaban llegando cuando generas confianza y credibilidad con tu trabajo". Pérez comparte sin dudarlo esta opinión. Afirma que lo importante no es tener una audiencia o un gran número de seguidores: "La clave está en atraer a un grupo de personas que confíen en lo que haces porque llevas mucho tiempo haciéndolo y haciéndolo bien. Una marca, personal o comercial, consigue que sea más fácil que te compren porque es una forma de reducir la incertidumbre y generar confianza con tu nombre. Por sí sola no vende, pero te sitúa en una posición más favorable para hacerlo". Para este consultor de estrategia personal lo más importante es tener algo que vender: "Si no tienes una oferta, producto o servicio, algo que se puedan 'llevar', vas a acabar siendo esclavo de tu propio éxito porque en ese caso 'tu producto eres tú'. Ese es uno de los problema de los influencers".
Cultivar el conocimiento
Compartir el conocimiento en la red puede ser tan enriquecedor como pernicioso. Para que no se pervierta, Pérez recomienda no hacer demasiado caso de los comentarios y los indicadores: "Conozco a profesionales de Internet cuyos contenidos dependen de los datos que les da Google Analytics y otras herramientas de medición. Cuando dejas de ser y de pensar lo que quieres para empezar a actuar en función de los corazoncitos o los algoritmos, entonces es cuando realmente nos pervertimos". Según Pérez es importante no perder el foco de quienes somos y lo que buscamos en la vida y en la profesión: "Cuando nos desviamos con cantos de sirena virtuales todo se fastidia".
En este entorno en el que todo puede ser comentado o criticado, desarrollar un pensamiento crítico es el salvavidas. Roca recuerda que es una habilidad cien por cien knowmad, y cree que además es importante llevar a la práctica competencias digitales como el curar contenidos o analizar fuentes "para distinguir en alguna medida la veracidad de la mentira". Aunque subraya que antes hay que ser honesto con uno mismo: "A menudo nos mueve la emoción y no la racionalidad. Estamos dispuestos a compartir cosas que, en el fondo, sabemos que no son ciertas porque alimentan nuestras creencias o ideologías emocionales". No obstante, Roca es consciente de que "siempre habrá descerebrados en el mundo analógico y en el digital que se dedicarán a boicotear en vez de aportar". Concluye que "el anonimato de las redes sociales esconde verdaderos analfabetos del civismo y de lo que significa en esencia ser humano. Por suerte son más los que no se esconden y sí aportan y nos enriquecen diariamente".
La ruta de la identidad digital
Crear una identidad digital -marca personal- es el primer paso para generar la confianza de un público del que cuesta ser consciente: hay casi 4.000 millones de usuarios de Internet activos, sólo vía móvil. Algunas pistas para no pasar inadvertido son:
- Identifique su talento. Qué conocimiento, experiencia e incluso, contactos, le convierten en uno de los referentes en un campo concreto. Acotar es fundamental para no perderse.
- Aprenda y póngalo en práctica rápidamente. No pierda la perspectiva, cultive su conocimiento y compártalo.
- Invierta tiempo. Si crea un blog no lo descuide. Los seguidores que ha conseguido desaparecerán muy rápido si no es disciplinado para escribir, al menos, un post semanal. Marque el ritmo de publicación que pueda mantener.
- No se deje llevar por la emoción cuando publique algo en las redes... sus seguidores están más pendientes de su huella digital de lo que cree.