Creatividad e inteligencia emocional frente al avance de las máquinas

Creatividad e inteligencia emocional frente al avance de las máquinas

La formación continua y en habilidades, claves en un mercado laboral en constante cambio
19 May 2019

En el futuro no será suficiente dominar un lenguaje de programación básico, saber moverse en las redes sociales, poseer conocimiento de realidad aumentada o realidad virtual, o manejar el big data, el cloud computing, o ser un experto en tecnología móvil. No solo bastarán las competencias digitales y tecnológicas para encontrar empleo, que sin duda serán imprescindibles. Los profesionales del mañana también deberán ofrecer una formación integral con habilidades más allá del conocimiento. Creatividad; capacidad de liderazgo, de trabajar en equipo, de resolver problemas complejos, de comunicación, de gestión de personas y planificación de tareas, de adaptarse a cualquier entorno y situación; empatía; formación constante; inteligencia emocional; pensamiento crítico... serán algunas de esas otras fortalezas en las que prepararse. Muchas compañías es lo que ya buscan.

«Las empresas tienen claro que es importante lo que sepas, pero más importante es lo que seas capaz de aprender en un futuro porque todo cambia rápida y constantemente. Muchos de los empleos del mañana ni siquiera existen», explica Valentín Bote, director de Randstad Reseach. Lo que muchos se preguntan es si el sistema educativo está preparado para formar en las nuevas competencias que se demandan.

Una gran brecha que salvar

Por ejemplo, un reciente informe de la Fundación Cotec para la Innovación concluye que «la oferta formativa actual del sistema educativo nacional es insuficiente para cubrir las demandas profesionales en el ámbito de Internet de las Cosas (IoT)». Una actividad que crecerá de forma exponencial en los próximos años: se espera que en 2020 habrá conectados a internet 20.400 millones de dispositivos inteligentes, un 219% más de los 6.400 millones que existen hoy día. Y sin embargo, en nuestro país no hay ningún programa específico en Formación Profesional sobre IoT, y muy pocos grados y postgrados (se concentran en escuelas de ingeniería y son totalmente tecnológico). El mismo informe señala que en 2020 puede llegar a haber 800.000 vacantes sin cubrir para puestos TIC. La brecha entre la educación y lo que demandan las empresas es brutal. «El peligro es que tengamos un sistema educativo que siga pensando que lo único relevante es la adquisición de conocimientos», dice Bote.

Se prevé que en 2020, se queden sin cubrir 800.000 puestos relacionados con las TIC

Los colegios, institutos y universidades tienen que hacer un esfuerzo por adelantarse al futuro y formar a los profesionales del mañana. Lo piden a gritos los agentes sociales, que demandan cambios en el actual modelo educativo, como concluye el estudio «¿Para qué educamos», de la Fundación PwC. El documento deja en evidencia las carencias de la educación en España y expone algunos de los retos a los que se enfrenta el sistema: favorecer el crecimiento personal y social del alumno (además del académico), así como entrenarle para el futuro éxito laboral (tiene que aprender a aprender), desarrollar sus competencias y capacidades, educarle en la diversidad y que aprenda de forma activa.

Esto exige cambios, como explica el presidente de esta fundación, Jesús Díaz de la Hoz: «Hay que incorporar nuevos elementos de conocimiento como la tecnología y la digitalización. Las escuelas tendrán que organizarse de otra manera. Habrá que implantar el aprendizaje por proyectos que desarrolla muchas dimensiones: ayuda a aprender a liderar, a contribuir al equipo... La evaluación tiene que ser constante, un proceso donde se valoren conocimientos y comportamientos. El alumno será sujeto activo, formará parte de su propio aprendizaje, y el profesor un facilitador». Díaz de la Hoz propone retos tan sensatos como imaginativos: «¿por qué no existe una historia escolar igual que existe una historia clínica del paciente. De este modo, un profesor en cualquier etapa educativa del alumno podría conocer qué capacidades ha ido adquiriendo, cómo ha evolucionado y en qué momento se encuentra en el desarrollo de conocimientos y habilidades».

El docente es el protagonista sobre el que pivota todo este cambio. «El lenguaje del docente con el alumno cambiará, es decir la forma en la que el profesor se dirige al alumnado para conectar con el mismo. Y esto es un reto que no puede pasar desapercibido», explica José Luis Vázquez-Poletti, profesor de la Facultad de Informática de la Universidad Complutense de Madrid. El profesor explica que esto se traduce, desde el punto de vista tecnológico, «en utilizar ejemplos conocidos por los alumnos para introducir los conceptos o incrementar la motivación. Por ejemplo, con el uso de videojuegos en el aula».

En un nuevo escenario educativo del futuro, la relación y vinculación alumno-docente puede ampliarse. «Los nuevos canales de comunicación que habilitan las nuevas tecnologías permiten mantener una relación constante con el alumno, pudiendo realizar un seguimiento más estrecho de su aprendizaje.Y también se puede ir más allá de las aulas, creando por ejemplo grupos de hacking ético donde obtener distintos puntos de vista», indica Vázquez-Poletti.

De momento, en la universidad se van incorporando estos nuevos conceptos a través de asignaturas optativas (Big Data, Cloud Computing, tecnologías móviles). Y algunos máster y postgrados también se ocupan de este conocimiento, así como de desarrollar esas otras habilidades sociales y personales. Desde las edades más tempranas, ya hay experiencias aisladas en diferentes colegios e institutos que están trabajando en estas nuevas competencias y capacidades. Pero, como señala Díaz de la Hoz, «es una cuestión que nos involucra a todos: familias, administraciones, empresas, sociedad y toda la comunidad educativa. Es necesario que todos pongamos nuestros esfuerzos en un mismo foco: mejorar la educación».

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