Viajar al espacio altera el ADN de los astronautas

Viajar al espacio altera el ADN de los astronautas

Tras regresar a la Tierra, los cromosomas del astronauta Scott Kelly, que pasó un año en la EEI, presentaban anomalías que no tenía su hermano gemelo
30 May 2019

Pasar un año en el espacio provoca alteraciones en el ADN de los astronautas que persisten tras su regreso a la Tierra y que podrían conllevar un riesgo para su salud a largo plazo. Es la principal conclusión de una investigación internacional liderada por la NASA que ha analizado con una profundidad sin precedentes cómo una estancia en la Estación Espacial Internacional (EEI) afectó al cuerpo de un astronauta comparándolo con su hermano gemelo, que se quedó en la Tierra. A pesar de ello, los autores remarcan que el trabajo, publicado en Science , demuestra que el cuerpo humano puede mantener un buen estado de salud en misiones espaciales de larga duración.

Scott y Mark Kelly son los dos únicos astronautas del mundo que comparten el mismo ADN, pues son gemelos idénticos. Ambos son veteranos de la Marina de los Estados Unidos y de la NASA y han viajado al espacio en múltiples ocasiones.

En marzo de 2015, Scott Kelly se embarcó en una misión de un año a la EEI mientras su hermano Mark seguía trabajando en la agencia espacial estadounidense desde tierra. Fue el propio Scott el que tuvo la idea de aprovechar esta oportunidad excepcional para comparar cómo cambiaba el cuerpo de dos personas genéticamente idénticas, una en la tierra y otra en el espacio. Así, con el objetivo de comprobar los efectos de una misión espacial de larga duración, surgió un proyecto de investigación que ha implicado a más de diez equipos de todo el mundo.

Los investigadores han analizado en detalle todos los parámetros básicos de salud de ambos hermanos antes, durante y después de la misión en la EEI, desde el peso corporal hasta su metabolismo, pero también la estructura de su genoma y la regulación de sus genes. Este estudio “es ciertamente la visión más exhaustiva que jamás hayamos tenido de la respuesta del cuerpo humano a un viaje espacial”, afirmó la también coautora Susan Bailey, investigadora de la Universidad Estatal de Colorado, en Fort Collins (EE.UU.).

Ya se sabía que el ambiente del espacio tiene un impacto sobre el cuerpo: los astronautas pierden densidad en los huesos, su microbiota y la actividad de sus genes cambian y se ven afectadas sus capacidades cognitivas. Ahora, los resultados del Estudio de Gemelos confirman lo que ya se sospechaba y también aportan nueva información.

Los genes de Kelly también se adaptaron a la vida en el espacio, especialmente los relacionados con el sistema inmunitario. Pero fue al volver a la Tierra cuando realmente se produjo un cambio más brusco: tras el aterrizaje, aumentó drásticamente la actividad de genes implicados en la inflamación, una respuesta del cuerpo a una alteración súbita del ambiente que concuerda la experiencia de los astronautas, que citan este momento como el más extenuante de sus misiones. “Un mensaje claro de los datos moleculares es que, si el espacio es duro, el aterrizaje es mucho más duro para el cuerpo, al menos en los primeros días”, declaró Christopher Mason, genetista del Centro Médico Weill Cornell de Nueva York (EE.UU.) y coautor del estudio.

El 90% de los genes de Scott Kelly volvieron a los niveles de actividad iniciales al volver a habituarse a las condiciones de la Tierra, pero algunos se mantuvieron alterados seis meses más tarde. Por ahora, no se sabe qué consecuencias puede tener eso a largo plazo.

Lo que más preocupa a los investigadores, no obstante, son las anomalías que aparecieron en los cromosomas del astronauta estadounidense. El vacío del espacio está bañado por los rayos cósmicos, una radiación de alta energía que puede dañar el ADN. En la superficie terrestre, el campo magnético de nuestro planeta nos protege de ellos, pero en la órbita terrestre baja, donde se encuentra la EEI, este escudo es algo más débil.

Fuente: LA VANGUARDIA

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