Por qué los optimistas viven más

Por qué los optimistas viven más

Nuevos estudios ligan el estado de ánimo con el riesgo de morir de cáncer, infarto, ictus o infecciones
19 February 2017

Las emociones, sentimientos y estados de ánimo positivos siempre se han relacionado con un mejor estado de salud, y en los últimos años se han acumulado investigaciones que lo atestiguan. Las últimas, un estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard que asocia el optimismo con un menor riesgo de las mujeres de morir por cáncer, enfermedad cardiaca, accidente cerebrovascular, enfermedades respiratorias o infecciones, y una investigación de psiquiatras finlandeses que muestra que el pesimismo constituye un fuerte factor de riesgo de muerte por cardiopatía coronaria.

Analizando los datos del seguimiento de la salud de 70.000 mujeres entre 2004 y 2012 (a partir del Estudio de Salud de Enfermeras), los investigadores de Harvard concluyen que las del percentil con el nivel más alto de atributos psicológicos positivos (las más optimistas) mostraban un 52% menos de riesgo de morir de infección, un 39% menos de hacerlo de ictus, un 38% menos posibilidades de fallecer de enfermedad cardiaca o respiratoria y un 16% menos de hacerlo de cáncer. Y sus conclusiones se consideran extrapolables a los hombres.

El director del estudio, Eric Kim, explicó al presentarlo que no es solo que las personas optimistas tiendan a actuar de forma más saludable, coman mejor, hagan más ejercicio y duerman mejor; también se ha visto correlación con menos inflamación, unos niveles más saludables de lípidos en sangre y más antioxidantes que protegen a las células de daños.

“No es solo que tiendan a actuar de forma más saludable; también se ha visto correlación con menos inflamación, unos niveles más saludables de lípidos en sangre y más antioxidantes que protegen a las células”

Estudios previos ya habían revelado que los optimistas presentan niveles más bajos de cortisol, que es una hormona que contribuye a elevar la presión sanguínea, aumentar la grasa abdominal y debilitar el sistema inmune, lo que contribuiría a proteger su salud. Otros han relacionado el pesimismo con la disminución de las catecolaminas y una mayor secreción de endorfinas, lo que implica menor actividad del sistema inmunológico y propicia el incremento de las enfermedades infecciosas.

“El mecanismo por el que actúa el optimismo se explica por el fortalecimiento del sistema autoinmune, que permite al organismo afrontar con más recursos la enfermedad reduciendo la intensidad de los síntomas, una mejor recuperación y un aumento de la sensación del bienestar subjetivo fruto de las endorfinas generadas por el estado de ánimo”, explica Antonio Vallés, especialista en Psicología de la Salud de la Universidad de Alicante, donde imparte una asignatura denominada Optimismo inteligente. Enfatiza que “el optimismo no cura las enfermedades, pero proporciona al organismo, a través del sistema inmunológico, más recursos bioquímicos para luchar contra ella”.

“Si tenemos ansiedad por nuestras preocupaciones, nuestro sistema nervioso autónomo o vegetativo se hiperactivará y alterará el equilibrio homeostático del organismo provocando problemas cardiovasculares, respiratorios, dolores musculares, etcétera”, ejemplifica Vallés.

“El optimismo inteligente, razonable o estratégico es un aprendizaje de vida consecuencia de la educación, la socialización y las experiencias personales, que pueden provocar que una persona sea más optimista –o menos–, en determinada época de su vida”, indica Vallés, que distingue varios tipos de optimismo y apela a no confundir el optimismo inteligente –que sabe cuando es aconsejable mantener una perspectiva pesimista– con el optimismo ilusorio, que trata de adaptar la realidad a sus propios deseos.

Vallés asegura que la clave para aprender a ser optimista es prestar atención a las cosas que se tienen, “valorar las capacidades y fortalezas que cada uno tenemos: responsabilidad, civismo, altruismo, empatía, inteligencia, amabilidad, etcétera, a las que habitualmente no se les presta atención”.

Algunas investigaciones apuntan que algo tan simple como pedir a la persona que escriba o piense en los mejores resultados posibles para diversas áreas de su vida como su carrera profesional o sus relaciones, o anotar los actos de amabilidad recibidos y las cosas por las que se puede estar agradecido cada día, permiten modificar la percepción y la actitud vital y pueden servir para mejorar la salud en el futuro.

Estas son las seis ventajas del optimista

Mayor resiliencia. No se dan por vencidos; ven los retos como algo alcanzable y motivador. Incluso si esos retos incluyen problemas graves ven que con esa actitud los pueden superar.

Menor estrés. No anticipan el futuro con angustia y afrontan las situaciones adversas de forma más sosegada y sana.

Más eficacia. Como perciben las situaciones y contratiempos de la vida diaria con mucho menos estrés pueden actuar de forma mucho más eficaz en el trabajo, con la familia y con los amigos.

Buenos hábitos. Tienen la perspectiva de vivir cosas buenas en el futuro y se cuidan más, comen mejor, hacen más ejercicio, duermen mejor. Y enfocan las situaciones difíciles de forma más sana, con menos excesos.

Más apoyos. Construyen relaciones sociales más fuertes que los pesimistas y su menor hostilidad social hace que tengan más apoyos en caso de situaciones adversas.

Mejor biología. Padecen menos inflamación, presentan un nivel más bajo de lípidos en la sangre y más antioxidantes. Tienen niveles más bajos de cortisol, una hormona que contribuye a elevar la presión sanguínea, a aumentar la grasa abdominal y a debilitar el sistema inmune.

Fuente: La Vanguardia

 

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