Cómo ser un buen subordinado
Cómo ser un buen subordinado
Es fácil encontrar en libros, artículos, seminarios... información sobre cómo ser un buen líder. A poco que busquemos, podremos sacar en limpio unas cuantas recomendaciones para mejorar nuestro estilo a la hora de gestionar equipos.
Sin embargo, si tenemos en cuenta que, incluso los directivos más sénior de una empresa tienen a alguien por encima, resulta sorprendente que siga habiendo tanta falta de información sobre cómo ser un buen subordinado.
Esta falta de información se hace aún más evidente en la actualidad teniendo en cuenta que las nuevas estructuras organizacionales permiten a una misma persona tener varios jefes a la vez.
Como un buen empleado no debería contentarse únicamente con decir “hago lo que me dicen” o, incluso peor, limitarse a “hacer la pelota” al jefe, he aquí algunos consejos para aquellos que estén interesados en ser buenos subalternos y conseguir sacar el máximo provecho de ello:
1. Haz que tu jefe quede bien. En teoría, esta debería ser la principal preocupación de un empleado júnior: si ayudas a tu jefe a lucirse delante de sus superiores, es muy posible que encuentres mayor protección ante las críticas cuando las cosas no vayan bien. Incluso, en el largo plazo, puede suponer una promoción para ti a medida que tu jefe avanza puestos.
Es cierto que existe un riesgo de que el jefe intente apropiarse de tus ideas, pero ello no debería ser un problema siempre y cuando el equipo directivo vea a tu jefe como una persona que puede llegar alto. Si, por el contrario, no lo ven así, supondrá un bloqueo para el progreso de sus subalternos.
2. Resuelve problemas. Hemos oído miles de veces aquello de “tráeme soluciones, no problemas”, frase que deberíamos grabarnos en la cabeza. Pocas cosas hay con más valor para tu jefe que alguien que contribuya a aliviar su lista de tareas. También te posiciona como alguien indispensable. De todos modos, sé precavido y comprueba siempre que tu idea es realizable: es posible que, en muchas ocasiones, se te ocurran soluciones que no se pueden implementar, ya que tú no tienes en la cabeza tanta información como puede tener tu jefe.
3. ¡Cumple! Por muy difícil que parezca una tarea, es mejor intentar cumplirla, a pesar de todas las dificultades que puedan surgir, que abandonarla con una buena excusa. Intentarlo y enfrentarte a las dificultades le da credibilidad a tu palabra. Y en el caso de que realmente no puedas cumplirla, adelántate e identifica el problema antes de que sea demasiado tarde (y, acto seguido, aplica la regla número 2).
4. Recuerda: tú solo ves una parte del paisaje. A la hora de evaluar una situación, o de proponer una solución, lo que para un empleado júnior puede parecer obvio, puede ser muy diferente visto a través de los ojos del jefe. Recuerda que tu jefe tiene mucha más información, procedente de sus superiores y de otros departamentos, que le da una perspectiva diferente.
5. Sé entusiasta. No importa lo mundana o repetitiva que sea una tarea: todo el mundo debe hacer trabajos repetitivos y tediosos en algún momento como parte de su trabajo, incluidos los mandos superiores. Mostrar entusiasmo incluso en este tipo de tareas muestra entereza de carácter y será valorado de manera muy positiva por tus superiores.
Fuente. RRHHpress