Preparando el Futuro del trabajo que queremos

Preparando el Futuro del trabajo que queremos

Las grandes transformaciones en el mercado laboral plantean el desafío de encontrar nuevas formas de empleo que aseguren el trabajo y el ingreso que la gente precisa.
25 April 2017

El centenario de la OIT, en 2019, llegará en un momento en que el mundo del trabajo se encuentra en una encrucijada. Tras la Gran Recesión que elevó los niveles de desempleo a 200 millones y generó una inseguridad generalizada, los mercados laborales de todo el mundo están experimentando profundas transformaciones. Estos cambios nos obligan a reconsiderar lo que el trabajo significa e implica. También son un desafío para que nuestras sociedades encuentren la manera de garantizar que el trabajo ofrezca los empleos y los ingresos que las personas necesitan.

Durante generaciones, para muchos de nosotros el trabajo era – sobre todo en el mundo desarrollado – mucho más que un empleo. No sólo era el lugar donde íbamos para asegurarnos la subsistencia y la de nuestras familias, sino también, donde establecer relaciones profesionales y personales. Además, éramos recompensados por nuestros esfuerzos con un salario regular y justo, con prestaciones como una pensión de jubilación, y algunas medidas de seguridad social en caso de enfermedad o accidente en el trabajo. A cambio de nuestros esfuerzos, nos beneficiábamos de un cierto nivel de seguridad: sabíamos cuándo llegaría nuestro próximo sueldo, teníamos algunas garantías en caso de caída o accidente. La naturaleza de este contrato con frecuencia hacía que trabajásemos para el mismo empleador durante toda la carrera profesional.

Para algunos trabajadores en el mundo emergente y en desarrollo, en particular para aquellos empleados en el sector público o en la industria manufacturera, también era así. Para muchos otros este tipo de trabajo decente estaba fuera del alcance pero era una aspiración. Los gerentes, en cambio, eran recompensados con una fuerza de trabajo estable que podían formar.

Hoy en día, el mundo del trabajo está presenciando una erosión de la clásica relación empleado-empleador. Una proporción cada vez mayor de la población activa está empleada en lo que la OIT define formas atípicas de empleo. Éstas comprenden el empleo temporal, el trabajo a tiempo parcial y el trabajo a pedido, la relaciones de trabajo multipartitas como la “cesión temporal”, y el empleo encubierto y por cuenta propia económicamente dependiente. En los últimos años, el incremento de la “economía de plataformas de Internet” o el “trabajo por encargo” donde el trabajo es mediado a través de plataformas Internet o aplicaciones por celular, ha renovado el interés hacia estas formas de trabajo. Además, el lugar de trabajo también ha cambiado, con un número mucho mayor de trabajadores que aprovechan la evolución de las tecnologías de la información para trabajar desde el hogar o por cuenta propia.

Para algunos, el empleo atípico es una opción deliberada que tiene resultados positivos. El trabajo a tiempo parcial, por ejemplo, puede permitir que los trabajadores concilien el trabajo remunerado y la educación de los hijos, el cuidado de los ancianos, los estudios o la formación profesional. Sin embargo, para muchos otros el empleo atípico está asociado con la inseguridad, no sólo en términos de empleo, ingresos u horas de trabajo, sino también por cuestiones fundamentales relacionadas con el lugar de trabajo, como el derecho a un lugar de trabajo seguro y sano, el de ser representado y hacer escuchar su voz.

En efecto, en algunos casos el empleo atípico ha contribuido a mejorar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal gracias a una mayor autonomía para organizar el propio tiempo de trabajo, facilitada por las nuevas tecnologías que hacen posible no estar siempre presentes en “la oficina”. Sin embargo, esto ha dado lugar a jornadas laborales más largas y a una mayor ambigüedad entre el trabajo remunerado y el tiempo libre que presupone que las personas estén disponibles constantemente; todo lo cual está asociado con niveles de estrés más altos e interrogantes sobre la remuneración.

De igual manera, el empleo atípico permite a las empresas ajustar su fuerza de trabajo en respuesta a los cambios en la demanda y a las necesidades de planificación, o para sustituir a trabajadores ausentes temporalmente. No obstante, una dependencia excesiva del uso de trabajadores temporales puede plantear problemas de productividad, ya que las empresas pierden el incentivo de invertir en la formación de su personal o en innovaciones organizativas y tecnológicas.

En la perspectiva del centenario de la OIT, es probable que estas nuevas formas de trabajo se intensifiquen en la era de la digitalización y de las nuevas tecnologías. En esta importante encrucijada, los gobiernos, las empresas y las políticas de trabajo deben evolucionar en paralelo. Esta es una de las razones por las cuales la OIT reunió los 6 y 7 de abril a destacados expertos mundiales para discutir sobre “El futuro del trabajo que queremos ”. Este evento sin precedentes constituye un paso importante para comprender mejor los cambios que estamos presenciando y elaborar respuestas políticas eficaces que puedan forjar el futuro del trabajo.

Estamos conscientes de que son necesarias políticas dirigidas a garantizar que todas las formas de empleo sean trabajo decente, ya que ninguna modalidad contractual es inmune a las constantes transformaciones del mundo del trabajo. Los próximos años indudablemente traerán nuevos cambios pero lo que no cambiará, es la dependencia del trabajo para la subsistencia y los efectos del trabajo sobre el bienestar general de la persona. Por lo tanto, corresponde a los gobiernos, así como a los empleadores, los trabajadores y a sus organizaciones hacer frente a estos desafíos, a través de esfuerzos a nivel nacional, regional e internacional en el contexto del futuro del trabajo, con el objetivo de promover el trabajo decente para todos.

Deborah Greenfield, Directora General Adjunta de Políticas de la OIT

Fuente: OIT

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