Pierde la mano en un accidente de trabajo y se fabrica una mano biónica con una impresora 3D

Pierde la mano en un accidente de trabajo y se fabrica una mano biónica con una impresora 3D

Nicolas Huchet busca crear una prótesis de bajo costo y transmitir sus conocimientos para que otros puedan hacer lo mismo
8 November 2015

Nicolas Huchet, un francés de 32 años que a los 19 perdió la mano derecha trabajando como mecánico en una fábrica, convirtió su discapacidad en motor de innovación y emprendimiento, de forma que ahora fabrica prótesis biónicas de bajo presupuesto a partir de una impresora 3D. El dispositivo se llamará Bionicohand y "podría costar 1,119 y 1,678 dólares", frente a los 72,744 de media de las versiones comerciales.

"No quiero vender manos biónicas, quiero construir mi mano y participar en la reparación de mi cuerpo, pero también de mi autoestima. Lo más importante es el equilibrio mental", explica Huchet.

Su proyecto es uno de los diez finalistas del concurso Google Impact Challenge: se llama My Human Kit y, más que un concepto tecnológicamente revolucionario, quiere provocar un cambio social: aspira a que cualquier discapacitado del mundo pueda fabricarse su propia prótesis gracias al conocimiento compartido gratuitamente por otras personas en su misma situación.

Su historia, relata, es la de un chico bretón que "no sabía muy bien qué hacer con su vida" y al que le gustaba el trabajo manual. Así llegó a la fábrica en la que perdió la mano en un accidente laboral en 2002, lo que motivó que se formara como diseñador mecánico y, más tarde, como técnico de sonido.

"Después de un accidente de este tipo te preguntas muchas cosas. ¿Y qué tal la vida? ¿Y ahora qué? ¿Por qué yo y qué voy a hacer? Es muy difícil para la autoestima y para la confianza personal. Cuesta reconstruir el aspecto psicológico", comenta.

El Estado francés le costeó una mano robótica, con un mecanismo de pinza y apariencia real. Hasta que en un centro de rehabilitación en 2012 aprendió a servirse de una mano mioeléctrica: una nueva generación de prótesis "en las que se pueden mover todos los dedos". Pero la Seguridad Social francesa no financia las modernas manos mioeléctricas o biónicas, que cuestan entre 33,574 y 111,914 dólares.

"Por una coincidencia descubrí el mundo de los 'fablabs', que son laboratorios de fabricación digital abiertos a todos. Cuando vi una impresora 3D por primera vez me parecía una máquina del futuro y pregunté si podía hacer una mano biónica. Me dijeron: 'Sí, ¿por qué no? No sabemos cómo hacerlo pero podemos probar'", relata.

A cambio, en ese centro experimental y participativo de Rennes, en el noroeste de Francia, le dijeron que tendría que compartir su investigación para que otros también pudieran hacerse sus propias manos.

"Qué bien, qué bien' -pensó- porque me van a ayudar y yo voy a ayudar a otras personas'. Así descubrí el mundo del código abierto, el 'open source'", recuerda en correcto castellano Huchet, que se sabe un privilegiado por beneficiarse del avanzado sistema sanitario francés, del que quiere esperar que algún día costee prótesis de última generación.

Las prótesis mioeléctricas cuentan con electrodos que detectan la corriente de contracción muscular y la amplifican para generar una señal electrónica. Dicha señal llega a un microprocesador como una orden de flexión o extensión de los dedos. “En esencia es una mano robótica cuyas instrucciones vienen de los músculos del brazo y no de un programa de ordenador”, explica Huchet. Se trataba de adaptar el diseño de la mano del robot a las necesidades de una prótesis y averiguar cómo controlarla con los sensores mioeléctricos.

El prototipo actual consiste en dos sensores que detectan la contracción de dos músculos y que trasladan esas señales a una placa Arduino. Las interpreta como órdenes de abrir o cerrar la pinza, que es la forma de la mano utilizada para agarrar un objeto como un vaso, por ejemplo.

El objetivo de Huchet es dotarlo de mayor movilidad para lograr realizar otras funciones como la pinza lateral, cerrar el puño para asir con fuerza, o utilizar sólo el dedo índice para señalar o pulsar teclas y botones. El resultado sería algo similar a las prótesis avanzadas disponibles en el mercado, pero a una fracción de su coste. “Esto requiere de más sensores y más motores, lo que aumenta el peso de las prótesis normales hasta hacerlas inviables, pero Bionico Hand al ser de plástico de impresión en 3D será más ligera”, explica el joven francés.

Fuente: El nuevo día

Foto: Nicolas Huchet

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