La balanza
La balanza
Esta semana os regalo este cuento que escribí, hace algún un tiempo.
Juan trabajaba en una empresa de fabricación. Todos los días al entrar a la empresa se dirigía a su puesto de trabajo. Para ir al mismo tenía que recorrer un largo pasillo peatonal, atravesando toda la zona de producción. Dicha zona estaba llena de máquinas, grúas y materiales, y algunas de las máquinas estaban en funcionamiento. El pasillo era una zona segura de paso, ya que estaba alejado de las zonas de peligro.
Cuando al final de su turno, tocaban la sirena, él realizaba el mismo camino a la inversa para ir a los vestuarios y marcharse a su casa. Todos los días lo hacía de la misma manera.
Juan tenía un compañero, Luis, que trabajaba cerca de él. Luis entraba y salía todos los días con Juan, pero en lugar de tomar el pasillo, solía coger un atajo, yendo por dentro del área de producción, en concreto pasaba próximo a una instalación que siempre estaba en funcionamiento y que podía, ante un descuido de Luis, provocarle un accidente grave. Luis, realizaba un hábil movimiento para esquivar el desplazamiento de la instalación y evitar que le golpease. Este recorrido le suponía ahorrar dos o tres minutos con respecto al recorrido seguro que hacía Juan. De esta manera, a la salida, llegaba antes al vestuario, se cambiaba antes y salía un poco antes que los demás.
Luis no comprendía porque Juan nunca cambiaba su recorrido, y más de una vez había intentado convencerle para que fuese por donde él lo hacía y así ganase también tiempo, sin conseguirlo. Un día, antes de salir, espero en el vestuario a que Juan terminara de prepararse para hablar con él, y saber porqué nunca cambiaba su camino.
- ¡Hola Juan!, dijo Luis, me gustaría saber porque todos los días sigues el camino más largo en lugar de ir por donde yo voy. Aunque haya que pasar cerca de la instalación, es muy fácil esquivar el peligro. Yo ya tengo estudiado como hacerlo y nunca me ha pasado nada. A cambio gano tiempo.
- Yo también antes actuaba como tú, y un día, en otro lugar, estuve a punto de perder la vida. Eso me sirvió para reflexionar sobre mis prioridades.
Te enseñaré lo que hice. Dime: ¿Cuáles son las tres cosas más valiosas que tú tienes?- le pregunto Juan-.
- Bueno, para mí está claro que mi familia es lo más importante, mi mujer y mis hijos. Sería capaz de hacer cualquier cosa por ellos. También mis amigos. Conversar con ellos, divertirme,… bueno…y viajar. Viajar y ver cosas nuevas, conocer otros lugares, otras personas y costumbres. Creo que esta tres, son las cosas más importantes, - contestó Luis.
- Imagínate que tienes una balanza- le contesto Juan- . En un lado de ella vas a poner lo que ganas arriesgándote todos los días al pasar al lado de las máquinas y sobre todo de la instalación que debes esquivar, para que no te golpee. Y en el otro lado de la balanza vas colocar aquello que perderías si un día, te equivocases al pasar, haces un mal movimiento, la instalación te golpea, y sufres un accidente grave ó incluso mortal.
¿Qué pesa más en tu balanza? – le pregunto -.
- Vaya, pesa mucho más el lado de lo que pierdo, ya que puedo perder a mi familia, ser un sufrimiento y una carga para ellos. También ocurriría lo mismo con mis amigos y la diversión, y por supuesto no sé si podría viajar, quizá ya no.,- respondió Luis-.
- Debes elegir entonces - dijo Juan- , que conducta vas a seguir para mantener en tu vida lo que es más importante para ti, y siempre que tengas tentaciones para cambiar tu conducta y correr riesgos, acuérdate de las tres cosas de auténtico valor
- Ya me he acostumbrado y puede que me cueste cambiar, contestó Luis.
- Claro, - dijo Juan- cambiar los hábitos adquiridos no suele resultar sencillo, pero se puede hacer. Es precisa tu clara determinación. Te ayudará que lo plantees como un reto personal, sabiendo cual es el objetivo final que quieres lograr. Concéntrate en él. Yo te ayudaré, si tú quieres. Veras la satisfacción que te produce conseguirlo, y saber que tus conductas están de acuerdo con tus prioridades en la vida.
Porque debemos de hacer un buen uso del tiempo que tenemos, ya que llegado el momento en el que no nos quede más tiempo, no podremos comprar ni un minuto más, ni aun con todo el oro del mundo.