Notre Dame y las Torres Gemelas: Incendio y hundimiento.

Notre Dame y las Torres Gemelas: Incendio y hundimiento.

Con 1200 años de diferencia en su construcción y en solo pocos años entre ambos accidentes (reconociendo obviamente sus motivos, causas,efectos y víctimas, tan distantes y distintas) , dos iconos de la arquitectura mundial se han hundido tras un incendio. La conmoción de la vivencia de las llamas y el hundimiento en directo por la televisión han conmocionado a quienes hemos tenido la oportunidad de contemplar impotentes cómo pudo ocurrir pero sobre todo cómo no se pudo evitar o al menos cómo no se pudieron paliar los terribles efectos.
8 Mayo 2019

Cuando un símbolo de la cultura europea sufre un incendio inesperado y súbito como el de Notre Dame de París suenan todas las alarmas y no solamente se busca el porqué sino que se busca cómo pudo no haberse previsto esa posibilidad y si realmente alguien había activado algún plan de prevención. En todos los medios de difusión se han oído todo tipo de opiniones de expertos en incendios y de entre ellos elegimos la información del artículo de Llatzer Moix publicado dos días después.

Quienes siguieron el incendio de Notre Dame en directo el 15.04.2019, temieron acabar viendo algo parecido al hundimiento de las Torres gemelas de New York el 11.09.2001 también retransmitido en directo por televisión. La caída de la aguja de 96 metros que coronaba la cubierta de Notre Dame abonó el temor a que, acto seguido, se desplomara la bóveda sobre la nave central, las llamas se propagaran por el interior y la devastación fuera total. No hubo, en lo que va de siglo, dos retransmisiones televisivas de catástrofes urbanas más espectaculares.

Los bomberos declararon a las pocas horas que el incendio estaba controlado, y se hizo pública una primera relación de daños: las llamas habían devorado el techo a dos aguas y la estructura de madera de más de mil metros cuadrados de superficie que lo sostenía; también derribaron la aguja y provocaron indirectamente tres agujeros en la bóveda pétrea, el mayor a la altura del crucero. Pero los muros perimetrales, los contrafuertes, los arbotantes y las dos torres de la característica fachada de Notre Dame seguían en pie. Así lo confirmaron fuentes oficiales, según las cuales la estructura de piedra calcárea resistía. Es pues posible, pero improbable, que los daños estructurales del templo excedan lo ya sabido.

¿Por qué algunos edificios sometidos a incendios pavorosos, terremotos o atentados terroristas se hunden? ¿Por qué otros no?

Cada caso presenta sus particularidades. En el libro Por qué se caen los edificios (Turner Noema), de Matthys Levy y Mario Salvadori, se relacionan algunos factores de seguridad de una estructura, desde su teoría y su cálculo hasta el presupuesto, pasando por los materiales y su ensamblaje, o por los agentes externos.

En el caso de las Torres Gemelas de Manhattan, el impacto de los dos Boeing 767 –que cargados pesaban más de 150 toneladas cada uno, y volaban a entre 700 y 800 kilómetros por hora– no les asestó el golpe definitivo, pese a su brutalidad y pese a los daños que causó en los pilares perimetrales. Los rascacielos diseñados por Minoru Yamasaki cayeron porque los incendios tras el impacto, alimentados por los 36.000 litros de carburante que acarreaban las dos aeronaves, propiciaron temperaturas de casi 1.000 grados, que debilitaron la estructura metálica del edificio y propiciaron su hundimiento, entre una y dos horas después del ataque.

En el caso de Notre Dame, no hubo impacto de elementos ajenos a la catedral, pero sí una enorme reserva de combustible que también ardió pavorosamente: la estructura de madera de diez metros de altura, cien de longitud y trece de anchura en la nave (cuarenta en el crucero), conocida familiarmente como el bosque por los 1.200 troncos de roble que la componían. Esta estructura, situada por encima de las bóvedas, sostenía el techo de la catedral, revestido a su vez con láminas de plomo. Eran troncos en muchos casos ya integrantes de la estructura original del siglo XIII, algunos procedentes de árboles talados con cuatrocientos años de vida. Dado que la edad de Notre Dame ronda los 850 años, cabe afirmar que algunos robles de su estructura tenían 1.200 años.

Esta construcción de madera, como la situada en el interior de la aguja –de quinientas toneladas de peso– se quemó prácticamente por completo. La estructura pétrea de la bóveda, por el contrario, resistió. Salvo en su tramo del crucero, en el punto central de la planta en cruz latina del edificio. Probablemente, debido a que la caída de la aguja a través del bosque en llamas impactó sobre la bóveda en ese punto y causó su derrumbe parcial. Las fotos disponibles del interior del templo tras el accidente muestran allí un gran boquete en la bóveda, además de otros dos menores. Obviamente, el fuego puede acabar en poco más de una hora, como en París, con una estructura de madera intrincada y secular. Pero la robustez de la construcción gótica hecha con grandes bloques de piedra, muros de notable grosor y una bóveda que trabaja a compresión dificultan su colapso.

El ministro de Cultura, Franck Riester, declaró que “la estructura principal del templo [la pétrea] se ha salvado, pero la situación sigue siendo precaria”. Acaso porque, como señala el ingeniero Javier Fernández, “esta estructura ya ha hecho mucho resistiendo casi mil años. Sin olvidar que los sistemas de cálculo medievales eran aproximativos y generaban estructuras isostáticas, en la que las cargas apoyan en un punto, y no en otros, y donde un percance como el sufrido puede desestabilizar el conjunto”.

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