PSICOSIS DE VIADUCTOS: El aviso de Génova
PSICOSIS DE VIADUCTOS: El aviso de Génova
El hundimiento súbito del viaducto de una autopista abierta al tráfico sin existir ningún motivo aparentemente excepcional que lo justificara, sobre una zona poblada en Génova y las terribles consecuencias de ciudadanos que fallecieron o sufrieron lesiones de todo tipo, bien precipitándose su vehículo al vacío o bien recibiendo la lluvia de elementos de hormigón sobre su hábitat, ha conmocionado a los usuarios de vías públicas que nunca se habían planteado que ello pudiera ocurrir. Son las imágenes del desastre que han aportado las televisiones lo que ha levantado a nivel general una inquietud sobre la solvencia de tales obras de ingeniería y la resistencia de los elementos constituyentes de pilares, fundamentos, anclajes y plataforma (juntas de dilatación incluídas) como elementos visibles de los tramos elevados de carreteras, autovías y autopistas.
Los medios de difusión no han ayudado a tranquilizar a la población que utiliza el automóvil como medio de transporte porque tanto noticiarios como artículos de los corresponsales han ido recogiendo opiniones, criterios y posibilidades de ocurrencia dadas con excesiva prontitud y por parte de políticos no expertos en la Ingeniería de Caminos precisamente. La publicación de declaraciones de profesionales de la arquitectura e ingeniería poniendo en duda aspectos concretos del proyecto original suscrito además por un arquitecto de fama internacional precisamente por ser especialista en viaductos que ha extendido en muchas vías interurbanas de todo el mundo, ha propiciado una inquietante confrontación entre estilos de proyectos más artísticos frente a los más pragmáticos y las condiciones de seguridad real finalista de unos y otros proyectistas.
La desaparición del trámite de control científico de las condiciones de los proyectos por parte de los visados de los Colegios Profesionales con la publicación de la Ley Omnibus europea, dejando toda la responsabilidad al técnico firmante del proyecto, tampoco es una buena noticia para aliviar las dudas ante casos como el que nos ocupa y preocupa.
Si revisamos todo el proceso de construcción de un viaducto desde el proyecto general de una carretera (con sus detallados aspectos constructivos de sus tramos elevados) hasta su inauguración con apertura al tráfico, debería tranquilizarnos que existen normativas de obligado cumplimiento en los Códigos Técnicos de Edificación (generalistas pero muy estrictos en sus disposiciones), unos profesionales que disponen de equipos muy eficientes de calculistas que trabajan con márgenes de confianza suficientes en base a estudios geológicos previos del terreno (en los que obviamente entran consideraciones de solidez en casos de áreas con antecedentes sísmicos o capas tectónicas), un conocimiento de los límites de resistencia de materiales y del marco de limitación de pesos de los transportes de mercancías por carretera dispuestos para las redes viales y unas intensidades medias diarias de volumen de uso, una superconocida y aplicada funcionalidad de las estructuras de los puentes con la distribución de cargas hacia fundamentos sólidos y una vida útil de los materiales utilizados en la construcción que a mejor calidad permite no depender de revisiones de mantenimiento prematuras más allá que las necesarias en los edificios habitados por personas, pero que en el caso de Génova ese mantenimiento parece ser un aspecto prioritario en las valoraciones que se están produciendo como causa del suceso.
Las dudas, sin embargo, pueden aparecer en el trámite del concurso de adjudicación, que en las obras públicas tienen unos requisitos estrictos en la legislación de contrataciones (con las variantes posibles en el caso de concesionarias de peaje) pero que pasan por dos controles imprescindibles que son, por un lado, la redacción de los pliegos de condiciones técnicas y administrativas por los Órganos Técnicos de la Administración responsable y por otro, los criterios aplicados por las Mesas de Adjudicación que deciden la aprobación de las condiciones técnicas y económicas de una oferta determinada de una empresa de construcción.
Los que hemos trabajado para la Administración Pública sabemos que en el momento de la recepción de ofertas por las empresas que se presentan al Concurso, está la clave del éxito de una ejecución de una obra con todas las garantías. Y no se puede evitar la recepción de ofertas económicamente inferiores al precio referencial que aportan los pliegos para la licitación. Pueden llegar bajas económicas muy importantes que los ofertantes tienen que justificar en qué partidas consiguen la reducción. Yo he conocido el rechazo de BAJAS TEMERARIAS en el sentido de que no parece posible que se pueda realizar la obra a tales precios sin perjuicio de algunos aspectos de calidad. Los aprietos económicos de las Administraciones muy presionadas por la necesidad de distribuír y extender lo máximo posible un plan de inversiones, podría ser una coyuntura propicia para una adjudicación a la baja que podría esconder algún déficit cualitativo. Estas apreciaciones son genéricas, por supuesto, y no apuntamos hacia ninguna dirección, sino que enfocamos a posibles puntos débiles que pudieran esconderse en situaciones como la que analizamos en este artículo.
En cualquier caso el aviso de Génova ha abierto un debate público que estaba oculto. Lo demuestra que a los pocos días de la ocurrencia del grave suceso, se ha abierto una masiva información y denuncia de ciudadanos, dirigida a los Organismos responsables de las obras públicas y de la circulación de vehículos a motor haciendo referencia al estado de viaductos concretos con fotografías de todo tipo desde todas las posiciones y ángulos, reclamando una garantía de que el paso del tráfico sobre los mismos reúne los requisitos mínimos de seguridad.