MORIR EN VIDA
MORIR EN VIDA
Me llamo Remedios y soy víctima de un accidente de tráfico desde hace 25 años. En este mi marido de 35 años y mi hija de 12 murieron y yo, que entonces tenía 36, tuve un traumatismo craneoencefálico. El accidente de tráfico fue un mes de febrero, estuve en coma y me desperté el mes de septiembre, 7 meses en los cuales estuve como dormida. Cuando me desperté preguntaba por ellos y me decían que, al ser tres, habíamos ido en ambulancias diferentes y a diferentes hospitales.
Agradezco a la doctora Bori, de la cuarta planta de traumatología del hospital en el que estuve, que pidió que no me dijeran nada de lo que había pasado ya que, si no, no querría recuperarme. Es verdad, hacia todo lo que me pedían ya que debía de recuperarme para cuidarlos.
Cuando estaba a punto de salir, después de dos años de estar ingresada, pedí a mis padres que me llevasen a verlos, entonces una psicóloga me lo explicó todo. Todas mis ilusiones por los suelos.
En cada accidente consta un numero de muertos y otro de heridos, pero esto no es así, están todos muertos. Los accidentes, por más que te recuperes de ellos, ya nada volverá a ser igual. Aquellas personas que ya no están, somos otras personas que hemos de aprender a vivir con nuestras limitaciones. Gracias a Dios que me he recuperado mucho, pero la Remei de hoy no tiene nada que ver con la de antes.
Tengo una hemiparesia del lado izquierdo y el brazo limitado a 90 grados. Para mí, cualquier tarea es un problema. Llevo una rodillera que me ocupa toda la pierna, desde el ombligo hasta la planta del pie, el hecho de llevarla puesta es por lo que murió la mujer que vestía pantalones ceñidos y sandalias. Ahora los pantalones han de ser anchos y si no, he de llevar jerséis largos para tapar la marca que me hace en la zona del ombligo.
Para mí, murieron los días de la madre, los días del padre, los aniversarios…En navidad me siento muerta, todos se reúnen alrededor de la mesa y veo las sillas vacías y me doy cuenta de que ya no volverán. Cuando veo una película donde la protagonista abraza a su hija, me emociono en recordar los abrazos que yo le daba a la mía. Me duele estar así durante estas fechas en que se recuerda el nacimiento de Jesús.
Creo en Dios: “Él en ningún momento dijo que a los que siguiéramos sus enseñanzas nunca nos pasaría nada, lo que sí que dijo es que siempre que se lo pidiéramos estaría a nuestro lado”, y doy testimonio de que es verdad, si estoy recuperada es gracias a las plegarias de mis padres durante mi recuperación.
Siempre le pido que no me deje caer, que me dé fuerzas para tirar adelante, que quiero seguir luchando para avanzar.
En conclusión, no fueron dos muertes y un herido, fueron tres muertos…pero uno aún y así, uno respira.