COCHES VOLADORES: Una revolución que rompe esquemas
COCHES VOLADORES: Una revolución que rompe esquemas
Cuando estamos viviendo el abordaje de los grandes avances tecnológicos de los proyectos de modelos de vehículos con nuevas fuentes de energía eléctrica (baterías de litio, de hidrógeno o de vanadio, baterías de flujo o supercapacitadores) que no acaban de entrar en el mercado más allá del 2% del parque automovilístico y cuando el vehículo autónomo ya no es una quimera sino una realidad en ciudades como Singapur y Abu Dhabi que circulan transportes públicos de superficie sin conductor ni railes sino solamente equipados con sensores que detectan obstáculos y se exhibió en el Móbil World Center de 2017 en Barcelona el vehículo sin conductor que se liga a la futura conectividad 5G para que puedan reaccionar de manera completamente segura ante una situación imprevista no solo en carrtera sino en plena trama urbana, en este pleno contexto de incredulidad emocional, ya hay empresas que se lanzan a presentar modelos de vehículos a motor por carretera con capacidad de volar, es decir, dejar de circular por la calzada sobre sus neumáticos y disponer en los mandos la capacidad de elevarse.
No cabe duda que esta posibilidad rompe con todos los cánones de las instrucciones de carrtera y del reglamento general de circulación y como no, también impacta plenamente en los protocolos de vuelo cuando todavía no se han digerido los vuelos de los drones sin piloto.
Los modelos desarrollados de coches voladores en Dubai, Holanda, Eslovaquia o Estados Unidos están utilizando prototipos con motores de explosión y aprovechan uina ingeniería mixta entre los principales avances de la industria del automóvil y la tecnología de vuelo de los ultraligeros. En el número 19 de la revista dels Fulls del Enginyers del Colegio de Ingenieros Industriales de Cataluña se recogía el proyecto Vahama de coche volador eléctrico diseñado por Airbus en Toulouse, concebido como una aeronave en la que las alas rotan y puede elevarse y aterrizar como un helicóptero y volar como un avión, pero el concepto es que no hará falta ser conductor de automóvil o piloto de aviación para manejarlo porque se pretende que el vehículo sea totalmente autónomo y se prevé que pueda desplazarse hasta a 80 kilómetros, una distancia que, según los cálculos podrá recorrer en la mitad de tiempo que un automóvil sobre la calzada. Aunque la mayoría de tecnologías necesarias para fabricarlo están disponibles (baterías, motor, componentes electrónicos y de navegación etc..) es preciso resolver aun el pilotaje automático, un aspecto clave del proyecto. Los vuelos de prueba se previeron sin embargo para finales de 2017.
La tecnología no se detiene en sus avances mientras las organizaciones públicas duermen en el limbo de los justos, cada uno en su parcela, protegiendo su competencia y, por supuesto, sin ningún síntoma de reorganización general de la movilidad ni para preves tales avances en el vehículo, ni en la revisión de espacios verticales sobre los ejes de las vías públicas y ni tan solo en crear la plataforma de control de vehículos y conductores que requiere el tacógrafo de última generación en Directiva Europea y en el clamor de los partidarios de la Visión Cero muertos para hacer el seguimiento exhaustivo de los comportamientos de los usuarios. No. Aun confían en un motorista que contemple a un conductor comentiendo un infracción. Las que no ven los motoristas policiales no existen. Y mientras haya impunidad, habrá muertos en la carretera.