Seguridad laboral. Por norma.

Todos estamos de acuerdo en que las normas son directrices que afectan al comportamiento del trabajador, y que su fundamento es la prevención y control del riesgo laboral. Por tanto, norma y trabajador están “condenados” a convivir juntos. Dicho esto, ¿Qué características de las normas afectan a su cumplimiento?

En primer lugar, las normas deben ser necesarias; no “todo” necesita normas y en este caso la calidad beneficia a la cantidad. Una evaluación completa y detallada del riesgo nos ayudará en esta priorización y evitará que un exceso provoque confusión, efecto negativo y, finalmente, incumplimiento. El contenido tiene que ser claro y breve, referido a un solo tema e inexcusablemente de fácil lectura. No es posible que un trabajador no cumpla con la normativa por el simple hecho de que no ha entendido el mensaje.

Evidentemente, las normas deben ser posibles. ¿De qué sirven si no pueden llevarse a la práctica debido, por ejemplo, a falta de recursos?. Recursos no sólo materiales (pedirle a un trabajador que utilice un equipo de protección supone que dicho equipo esté a su alcance), sino además recursos personales (conocimientos para la utilización de herramientas). ¿Cuántas veces nos hemos parado a pensar si el trabajador dispone de estos recursos?. El grado de exigencia de la norma es un aspecto clave en su cumplimiento.

Una norma debe ser aceptada y exigible. No conozco mejor manera de conseguir que las normas se cumplan si en la redacción de estas ha participado el trabajador. Es este el motivo en el que muchas veces consideramos la norma como imposición, “a mi nadie me ha consultado cómo hacer más seguro el trabajo que realizo todos los días.” Lo cual nos lleva al seguimiento de la propia norma. No consiste en “hecha la norma, hecha la prevención”, sino que se debe exigir y velar por su cumplimiento. Una norma que nazca del consenso tendrá mayor probabilidad de supervivencia que aquella que no lo haya sido. Y por supuesto, costará menos esfuerzo su vigilancia. Entiéndase este punto de encuentro dentro del marco objeto de la prevención del riesgo laboral.

Por tanto, una norma que no quede descrita en los parámetros anteriores, es una norma, que en mi opinión, está abocada al fracaso. Sin embargo, como he descrito anteriormente, en el cumplimiento de la norma otro factor clave es el trabajador. A mi juicio, hay tres prototipos de trabajadores en relación al cumplimiento de la norma: Los comprometidos con la seguridad laboral, los comprometidos con el cumplimiento en función de las coacciones o amenazas, y aquellos que por “norma” incumplen la norma. Me referiré a estos últimos, ya que evidentemente son trabajadores que más tarde o más temprano sufrirán un accidente.

¿Cómo reconocer a este tipo de trabajador?. Muy probablemente reúnan las siguientes características, y es más, reconozcamos en ellas a personas que trabajan con nosotros.

Estos trabajadores tienen tendencia a la agresividad física (en las formas) y verbal (en el contenido). Rozan lo extremadamente fanfarrón y jactancioso. Son trabajadores que no controlan su impulsividad, de actos precipitados y apasionamiento un tanto excesivo en cuestiones, muchas veces, irrelevantes. A este tipo de trabajador le cuesta empatizar y reconocer los derechos y puntos de vista de los demás. Normalmente tienen deseo de satisfacciones inmediatas, incapaces de aplazar cualquier tipo de recompensa. De lo cual se deduce que no existe reflexión en sus actos y que se mueven, casi, por instinto. Necesitan de ese protagonismo (rozando el egocentrismo) que consiguen incumpliendo las normas y llamando la atención por sus conductas. Poseen un perfil de trabajador rudo y “elemental” que busca el supuesto liderazgo a través de la manipulación y muchas veces la propia amenaza.

En definitiva, en mi opinión, para que la norma sea cumplida debemos tener en consideración tres aspectos: La norma propiamente dicha, el perfil del trabajador al que va dirigida y la interacción entre ambas.