ROBERT KEARNS: Los litigios de las intermitencias

ROBERT KEARNS: Los litigios de las intermitencias

Nunca un dispositivo de seguridad vial ha sido tan influyente en la disminución de los riesgos ni tan litigioso en su aplicación como los intermitentes.
26 Noviembre 2014

La soledad del conductor en su habitáculo no deja de ser un grave inconveniente para la seguridad vial, tan necesitada de una intercomunicación entre los usuarios que comparten el mismo espacio vial en su proximidad. El invento del intermitente no tiene técnicamente una especial complejidad pero en sus orígenes tomó el relevo mecánico y electrónico de los brazos que los conductores agitaban por los laterales para hacer visible su intención de maniobrar con cambios de dirección o de velocidad. Un lenguaje visual y silencioso que es ahora quizás el único medio de expresión de los conductores en el contexto de todo el elenco de posibilidades que dan los proyectores del automóvil.

Las intermitencias se han ido extendiendo de los avisos lumínicos a otros usos como el limpiaparabrisas utilizando procedimientos similares de conexión y desconexión de electricidad en un circuito. Las intermitencias son dispositivos electrónicos que con un interruptor regulan la activación de un sistema (luces intermitentes, limpiaparabrisas intermitentes) con una cadencia que viene regulada por la carga de un condensador ; cuando la carga alcanza un determinado voltaje, el condensador se descarga y activa el motor eléctrico del circuito  durante un ciclo. La simpleza de los principios físicos de las intermitencias no fueron sin embargo concordantes con los problemáticos procesos de las patentes y derechos de invención que se derivaron en la medida que se incorporaban tales dispositivos en las cadenas de producción de automóviles.

Las leyendas de la historia de la automoción que vienen recogidas por varios investigadores en el universo virtual, nos explican que fue Robert Kearns en 1953 en la celebración de su boda que un tapón de champán impactó contra su ojo izquierdo. La práctica pérdida de visión en ese ojo y un trayecto realizado en un día lluvioso hacen que Kearns se pregunte por qué el limpiaparabrisas no puede ser adaptativo al ritmo del parpadeo y adaptativo a la cantidad de agua que llueve. Intermitente. Hasta el momento, los limpiaparabrisas barren el agua, pero no son del todo eficaces si su funcionamiento no es gradual. Y además llegan a molestar.

Entre 1963 y 1967, Kearns obtiene 30 patentes del invento que lo ha tenido ocupado en el sótano de casa. Entusiasmado con su ingenio, lo lleva a la planta de Ford en River Rouge, Detroit, la fábrica de automóviles que lo tiene fascinado desde que era un niño, soñando con convertirse en proveedor de la gran empresa norteamericana de la automoción. Allí, varios ingenieros contemplan la demostración pero la firma descarta incorporar el invento de Kearns. Kearns demandó a la Ford Motor Corporation en 1978 y a Chrysler en 1982 por infracción de patentes. El caso Ford fue a juicio en 1990 y hubo dos juicios, en los que se condenó a Ford, aunque se determinó que la infracción no fue deliberada. Llegaron a un acuerdo que incluía el pago a Kearns de una indemnización de 10,1 millones de dólares, con la condición de no volver a apelar.

Tras el acuerdo con Ford, Kearns actuó como su propio abogado en la demanda contra el Chrysler, incluso interrogando a los testigos en el estrado. El veredicto se dictó en 1992, Kearns volvió a vencer. La indemnización otorgada por el juzgado fue de 18,7 millones de dólares más intereses. Chrysler apeló la decisión, pero el Federal Circuit mantuvo la sentencia, y el Tribunal Supremo rechazó el caso. En 1995, después de gastarse más de 10 millones en honorarios de abogados, Kearns recibió aproximadamente 30 millones en compensación por violación "no intencionada" de la patente por parte de la Chrysler. Es interesante señalar que Chrysler estuvo representado por Harnees Dickey and Pierce, una de las primeras firmas a las que se dirigió Kearns cuando se contemplaba demandar a Ford en la década de 1970. De hecho, según su hijo Dennis Kearns, solicitó que Harness Dickey se retirara por conflicto de intereses, pero no pudo convencer a sus abogados para presentar una moción en ese sentido. Fue por ello que decidió, en adelante, conducir junto con su familia la demanda contra Chrysler.Sin embargo, esta estrategia no pareció funcionar bien en los litigios contra GM y Mercedes-Benz ya que estas empresas fueron capaces de hacer el litigio Kearns tan difícil que todos lo requerimientos fueron básicamente desestimados en el tribunal de distrito.

El argumento jurídico que planteó la industria del automóvil en su defensa fue que una invención se supone que debe cumplir con ciertos mínimos de originalidad y novedad. Uno de ellos ser "no obvios". Ford reclamaba que la patente no era válida porque el sistema de limpiaparabrisas intermitente de Kearns no añadía nuevos componentes, mientras que Kearns argumentaba que la nueva combinación de las partes era lo que lo hacía único.

Ted Daykin, un ingeniero de Ford, había estado experimentando con limpiaparabrisas en 1957 y, a continuación, le pidieron que diseñara un motor eléctrico para limpiaparabrisas ya que hasta entonces eran impulsados por un vacío creado desde el motor. Fue uno de los ingenieros que presenciaron la demostración del Dr. Kearns en la Ford en 1963. Daykin afirmó que él y sus colegas estaban trabajando en un conjunto de proyectos de limpiaparabrisas incluido un dispositivo temporizador. Uno de sus colegas diseñó un temporizador bimetálico para el limpiaparabrisas que no funcionó muy bien y requería mucho tiempo para calentarse. Daykin también dijo que la técnica que condujo al Dr. Kearns a su idea había sido el trabajo de cientos de ingenieros.

Quizás la moraleja de este galimatías de intereses acaba siendo que cuanto más sencillo en un invento, más difícil es sacarle partido de la patente porque su sencillez le resta valor y pueden surgir todo tipo de variantes que desvirtúan la calidad innovadora.

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