MARY ANDERSON: Pequeños detalles, grandes resultados

MARY ANDERSON: Pequeños detalles, grandes resultados

Los innovadores no pueden intuir les grandes efectos sociales, sanitarios y económicos que pequeños inventos pueden proporcionar a la sociedad. El limpiaparabrisas es el mejor ejemplo.
24 Septiembre 2014

Cuando los vehículos a motor de 4 ruedas encontraron para sus ocupantes o usuarios un habitáculo cerrado y estanco con el exterior, no previeron, de entrada que la lluvia y demás agentes atmosféricos podían llegar a impedir la visibilidad en las lunetas delanteras y posteriores. Y no solo en los vehículos particulares sino que también, de manera muy especial, los vehículos para el transporte público se vieron afectados en su visibilidad por los agentes atmosféricos. Las lluvias impedían siempre la visibilidad y eso era un gran problema de seguridad. Tuvo que ser en el tranvía donde se inspirara la solución.

 Mary Anderson, que vivía en Alabama (Estados Unidos), decidió tomarse un tiempo para recorrer Nueva York en el invierno de 1903. Tomó el tranvía y notó que en todo el recorrido el conductor debía detenerse y salir continuamente a limpiar la suciedad, el agua y el hielo que se impregnaban en el parabrisas. Eso hacía perder tiempo a todos, al propio conductor y a los viajeros. Un día después del primer paseo buscó un diagrama del dispositivo de barrido elemental. Y de regreso a Alabama, empezó a idearlo.

Según el informe sobre mujeres inventoras del Instituto de Filosofía de Madrid, consiguió una lámina de goma resistente y la unió a un brazo metálico por medio de resortes. Ingenió una conexión para poder accionarlo desde el interior mediante una palanca. Cuando ésta fuera tirada, las láminas se desplazarían a través del vidrio una y otra vez hasta la posición original, como sucede con los actuales limpiaparabrisas más convencionales, aunque la diferencia se basa en la ubicación y el número de brazos. Su sistema tenía un único brazo sostenido en la parte superior y en el centro del vidrio. Después de hacer varios diseños preliminares, ella misma lo probó, pero no en un automóvil sino  nuevo en un tranvía.

Le llevó casi dos años convencerse de registrar esta idea mientras seguía con sus pruebas en los vehículos. Sobre todo cuando se vio abrumada por las advertencias de sus allegados y los rechazos categóricos de supuestos especialistas de la incipiente industria automotriz, que profetizaban que el movimiento de los limpiaparabrisas distraerían con facilidad a los conductores y que provocarían accidentes.

En medio de su lucha para obtener la patente apareció en escena Henry Ford, quien tomó contacto con este invento, al parecer, sin tener relación con Anderson. Fiel a su destino innovador, interpretó su utilidad, que en un principio probó en los Ford T con parabrisas. Más tarde, a partir de 1908, todos los Ford salieron con este dispositivo. Y desde 1916 fue equipamiento común en todos los automóviles norteamericanos.

En 1905, a fuerza de pruebas superadas, se reconoció la patente. Lo que sí confirman los investigadores es que esta mujer tenía 39 años cuando lo inventó y no utilizó su creación para obtener beneficios.

Murió en 1953 a los 87 años en su querida Alabama.nació el 29 de mayo de 1889.

Aunque la simpleza del dispositivo garantiza que sino hubiera sido Mary Anderson, otros lo hubieran inventado, lo cierto es que la historia está ahí y Mary puede entrar en el capítulo de los benefactores de la seguridad vial.

¿Qué opinas de este artículo?