JUAN BUSTOS: El humanismo del buen penalista

JUAN BUSTOS: El humanismo del buen penalista

El umbral entre la responsabilidad penal y la simplemente administrativa es a veces difusa. El buen penalista es el que sabe objetivar jurídica pero también humana y socialmente los comportamientos del implicado en un accidente.
29 Enero 2014

Juan Bustos fue un gran penalista, práctico y docente,  y pudo ejercer su profesión no solo en su Chile natal sino en sus recorridos por Argentina, Alemania y España en su desmarque de los regímenes opresores que no toleraban su ética, su coherencia, su sinceridad y su compromiso con sus ideas. Personalmente pude conocerlo en profundidad y siempre constaté en su personalidad un alma entrañable y un equilibrio de pensamiento impactante.

De él hemos podido comprobar su legado intelectual y profesional en nuestra estancia en Santiago de Chile, en la que nunca encontramos reproche alguno a su actuación política (llegó a Presidente de la Cámara de Diputados) sino por el contrario una generalizada admiración por su talante, su implicación en sus diagnosis del problema individual o colectivo y sus evaluaciones  de los temas que afectaban a la sociedad chilena. En su ausencia, Bustos es aun un referente.

Estos pensadores jurídico sociales, que han legislado y han actuado, que han defendido y han atacado, que han podido hacer evaluaciones singulares y plurales, son los que mejor han sabido profundizar en las responsabilidades cuando se produce un accidente particular o un incidente que afecta a un colectivo. Y ahí es cuando su perspectiva y experiencia entran en objetivar la negligencia, la temeridad o la voluntariedad, aspectos clave de la búsqueda de la causalidad. Y ahí también saben si la culpa ha podido ser compartida. Y si la acción ha sido más importante que la omisión para que el accidente se haya llegado a producir. Entran con precisión en valorar la evitabilidad del accidente. Y sus dictámenes desnudan las estrategias superficiales que pretenden solo defender o culpar porque el cliente quiere. No. Los buenos penalistas son ganadores porque llevan a su lado la verdad. Una realidad objetivamente contrastada.

Muchas veces la aplicación de las leyes penales generalistas para temas particulares como son los accidentes de circulación entran en argumentos, y lo que es peor, en sentencias, puramente dogmáticas que se basan mucho más en la letra del Código Penal que en la objetividad de los hechos . Los jueces deben resolver pero hay que facilitar su labor con dos puntales clave en el procedimiento: los informes periciales (atención los ingenieros, especialistas y expertos) y los argumentos jurídicos plenamente identificados en el accidente (atención los penalistas). Juan Bustos fue un penalista completo que quizás incluso le apasionaban mucho más sus análisis de los incidentes políticos por su proyección a las masas populares que los aspectos singulares. Eso si, con un denominador común: el sentido de la justicia personal y social. A fin de cuentas, el sentido común.

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