HORACIO BOTTA: Educación vial en la empresa… utopía o urgente realidad….
HORACIO BOTTA: Educación vial en la empresa… utopía o urgente realidad….
Los riesgos de la movilidad y el transporte de los trabajadores no han tenido históricamente un protagonismo relevante en la seguridad y salud laboral, tanto con el modelo sanitarista europeo anterior a la Directiva de 1989 que lo contemplaba dentro de la seguridad e higiene en el trabajo como después en el modelo vigente inscrito en una estrategia más integral activada en la prevención de riesgos laborales. Tampoco consiguió progresar la seguridad laboral vial cuando los accidentes “in itinere”, predominantemente de circulación, fueron contemplados como accidentes de trabajo. Sin regulación específica, las referencias sobre riesgos viales en las normativas particulares pueden considerarse hasta ahora con benevolencia como insuficientes. Ha tenido que ser la propia progresión de la siniestralidad laboral vial la que ha abierto los ojos de los diferentes responsables del mundo del transporte y de la prevención en general sobre el triste liderazgo de este tipo de accidentes en las estadísticas de accidentalidad de trabajo y de tráfico. Desde hace poco las instituciones públicas y privadas están abriendo una línea decidida de estudio y análisis sobre el tema para afrontar, en la medida de lo posible, lo que la normativa no ha clarificado ni protocolizado en cómo se debía actuar. Y así se ha abierto el estudio sobre las diagnosis de la situación y las definiciones de las estrategias más adecuadas para ayudar a las empresas a tomar las medidas más oportunas y eficaces que incidan en la disminución de los accidentes laborales viales, dentro de las cuales es muy conveniente ir avanzando en las líneas de formación que inexcusablemente se habrán de establecer y ordenar para conseguir la necesaria sensibilización de las personas de diferente función o rango que pueden intervenir en la mejora de esta seguridad. La formación es, pues, ese capítulo necesario de los planes de prevención sobre el que instituciones y formadores agradecerán disponer de precisas recomendaciones para garantizar la eficacia de sus actuaciones.
Horacio Botta nos vino a confirmar que en Argentina como en toda Iberoamérica el problema de la siniestralidad vial es como en Europa muy grave por afectar prácticamente a la mitad de los accidentes de trabajo mortales y es el momento de priorizar por lo tanto el acceso en la empresa a las estrategias de prevención de riesgos laborales que permitan incidir en los comportamientos y sensibilidades de los trabajadores sometidos a riesgo vial. Pero con los inconvenientes que supone un ámbito de competencias no jerarquizadas ni suficientemente coordinadas hasta la fecha en tres de los campos más influyentes para incidir en la prevención laboral vial. Es necesaria una acción decidida entre tráfico, transportes y trabajo en los ámbitos territoriales correspondientes, a pesar de existir riesgos tan comunes como los accidentes “in itínere” que, aun siendo accidentes de trabajo legalmente, no han venido estando sometidos al control y gestión preventiva por el hecho de que los vehículos de traslado suelen ser mayoritariamente particulares del propio trabajador y dada su libertad de elegir la forma de circular, actuar desde la empresa sobre ellos ha venido siendo interpretado incluso una injerencia en su vida personal.
La formación, en cualquier caso, es pieza clave en todas las políticas de prevención y, con todas sus variantes, es la fórmula más adecuada para incidir en el factor humano que siempre es el engranaje que encauza las acciones preventivas mediante la educación vial individual y la sensibilización a colectivos de riesgo en su movilidad sobre la vía pública, las acciones de cambios de hábitos y actitudes de los conductores y demás responsables del sector preferente del transporte de mercancías y viajeros y las acciones dirigidas a la seguridad y salud general de los trabajadores para paliar los riesgos de accidente de trabajo y de enfermedad profesional tanto in itinere como en jornada laboral (in labore) como en misión de largos desplazamientos.
Y es en ese gran y amplio campo de posibilidades de acceder a las personas diana de los objetivos preventivos, cuando hay que hacer un esfuerzo en saber plegar filas para alumbrar cuáles son los mejores instrumentos de formación e información dirigidos no solo a los propios trabajadores como grupos de riesgo sino también a los profesionales que deben activar e implementar tales acciones formativas, en una cadena de concienciaciones que debe motivar a toda la pirámide jerárquica de la empresa, desde los directivos hasta los propios trabajadores pasando por los mandos intermedios y prevencionistas como escalones de obligada movilización.
El patrón de formación debe de ser versátil para que pueda inscribirse tanto en los Planes de Seguridad Vial (cuyo objetivo es disminuir los accidentes de tráfico en vía pública en un marco territorial motivando a las empresas a formar del riesgo vial a sus trabajadores), como en los Planes de Prevención de Riesgos Laborales de las empresas obligadas reglamentariamente a velar por la seguridad y salud general de sus trabajadores y por tanto, también de los riesgos viales que les afectan, como finalmente en los Planes de Movilidad específicos de las empresas entendidos como el conjunto de acciones que de manera preferente se implantan para garantizar la seguridad vial de sus trabajadores desde que salen de su domicilio al centro de trabajo hasta que vuelven a su casa tras la jornada laboral contemplando todos los riesgos de accidente laboral de sus trabajadores en movimiento fueren en vía pública como privada, incluso en los viales del polígono industrial o del propio recinto de la empresa o hasta de los pasillos en la naves de producción o almacenes de la factoría.
Y la base de todo proyecto de estas características es la formación de los formadores. Y de ser posible, presencial, que permita hacer sesiones de impacto que dejen suficiente bagaje de información y de sensibilización como para garantizar la transmisión de mensajes efectivos que aparezcan en los instantes en que el riesgo vial amenaza la integridad física de los trabajadores. Horacio Botta fue claro en insistir en la calidad de los formadores de esas sesiones. Buenos comunicadores. Técnicos de prevención con muy buena formación vial. O profesores de formación vial con muy buena formación laboral.