DIEGO MONZÓN: El valor de la experiencia
DIEGO MONZÓN: El valor de la experiencia
No deja de ser curioso y me atrevería a decir que ilustrativo, que un Blog de Líderes en Seguridad Vial después de haberse referido a 30 personajes con influencia directa o indirecta en la disminución de accidentes de tráfico, no haya hecho aun referencia alguna a algún formador vial que son los que mayor influencia tienen en la generación de buenos comportamientos de los conductores o futuros conductores e incluso ahora en las sesiones de cambios de hábitos y actitudes de conductores de mayor riesgo.
Lo primero que sorprende es que siendo el factor humano la causa primera y principal de la producción de accidentes de circulación, aun no hayamos encontrado algún perfil que haya destacado históricamente en sus tareas educativas o formativas en los usuarios accidentógenos. Pero no nos extrañe. Hay motivos. El primero es la tarea callada, sorda, individualizada, nada elitista y de complicidad individual del formador con el alumno o conductor. Tète a tète. Bis a bis. Un profesional con un conductor. Relación casi íntima y muy profunda, pero sin proyección ni mediática ni de reconocimiento social. Y el segundo es que tales profesionales asumen su rol como muy propio y les cuesta asociarse para hacer valer su prestigio y el gran valor de su trabajo. Las autoescuelas como tales no tienen especial buena prensa porque tampoco ha sido valorada su función en las organizaciones de la seguridad vial, tendentes a ser más públicas que privadas. Alguien ha pensado que nadie como un profesor de formación vial que ha podido compartir 40 horas de formación con un aspirante a conductor podría tener muchos más argumentos para evaluar a un alumno, por encima del examinador que está con el alumno 20 minutos si el aspirante reúne las condiciones de seguridad minimas para conducir libremente por las vías públicas?.
Los profesores de formación vial hacen una tarea abnegada digna de todo encomio por su esfuerzo y responsabilidad. Pero entre ellos se han formado dos grupos: los históricos veteranos que siempre han defendido que la mejor formación es la práctica, vehículo en mano, y que al lado del las prácticas se hace la mejor teórica. Y el segundo grupo son los avanzados que han conocido teorías de psicopedagogía que tienden a elevar la función de las clases teóricas con determinados mensajes de mayor o menor impacto (evaluaciones, encuestas, testimonios , compromisos) aun a sabiendas de que los medios técnicos y los propios exámenes teóricos, no favorecen la presencia obligada de los alumnos en el aula de teórica (si se puede hacer con tests en casa,mejor). Diego Monzón me razonaba con Carles Olivé, otro veterano formador, que en la práctica estaba la mejor baza preventiva. Ver, oir, tocar y decidir. En el mismo escenario que luego se van a encontrar solos. Los más nuevos y a veces titulados y laureados formadores defienden la explicación en aula por encima de todo. Y he oído como valoran con displicencia a los veteranos formadores.
Pues no. La razón de mayor peso la ha dado Europa al ir más allá de la formación CAP (Certificado de Aptitud Profesional para conductores de vehículos pesados) que está quedando ya obsoleta y optar por defender la figura del gestor de movilidad, del coordinador de seguridad o del supervisor de comportamientos de las empresas con flotas de vehículos en el sentido de aplicar el nuevo método BBS (behavoiur based safety) que requiere sobre todo el bis a bis entre el formador y el conductor. Sacarle toda la información en el contacto directo, conocerlo personalmente y ganar su confianza, y hacerle ver de manera directa y efectiva, y obviamente con argumentaciones consistentes, las razones de la buena conducción.
La algunas veces llamada vieja guardia de formadores, otras veces llamados viejos rockeros, han tenido siempre razón. Ahora Europa se deja de eufemismos y tecnicismos. Los expertos como Diego Monzón, hombre con decenas de miles de horas de contacto con gente al volante o al manillar, lo han venido defendiendo. Para lograr los objetivos. Vis a vis. Tète a tète. Fue el pasado y va a ser el futuro.