AMANDEEP SINGH: Cómo afrontar 125.000 muertos al año

Las cifras de accidentes mortales de tráfico vienen siendo una de las pandemias que en mayor medida se escapan del control de los responsables de la Organización Mundial de la Salud, mayoritariamente expertos en patologías internas. Los traumatólogos trabajan con las causas externas y poco pueden hacer para disminuir las cifras de accidentes y víctimas. Ellos investigan cómo restablecer los huesos fracturados, las heridas abiertas, las lesiones medulares, los traumatismos craneoencefálicos, las amputaciones de extremidades o los desagarros muculares o vasculares.

Los accidentes de circulación requieren de la planificación de acciones y de planes de seguridad vial que consigan llegar a organizar el espacio, crear vías seguras, conseguir que el parque automóvil sea adecuado y sobre todo, sensibilizar a la población de que existe un riesgo muy importante cuando se requiere hacer desplazamientos. 

La India con sus 125.000 muertos al año es el país que más sufre los efectos de los riesgos viales. Y sus responsables públicos ya tienen en Nueva Delhi su Centro para el análisis y la investigación de la seguridad vial que dirige Amandeep Singh, que con su equipo trabaja en un territorio hiperpoblado en los que personas y animales conviven sobre zonas en las que está autorizada la circulación de vehículos a motor, y aunque su filosofía es dar la prioridad a los débiles, la mortalidad de tráfico se va produciendo despiadadamente por pura y simple aleatoriedad estadísitica. La concentración humana es de tal magnitud que los siniestros ocurren en circunstancias atípicas de difícil catalogación y previsión porque la masificación y variedad de elementos móviles genera situaciones descontroladas en las que, en cualquier caso siempre hay un elemento más potente y veloz que es el cuasante de los daños. Ahí prevalece el dogma de que la causa de las causas de cada accidente es la causa del mal causado..... y ahí aparece con fuerza la necesidad de conseguir en su tráfico una moderación que elimine posibilidades de ocurrencia por velocidad o alcohol, que tanto en la India como en todas las partes del mundo han sido, son y seguirán siendo las causas prevalentes.

En la India sin embargo, se empiezan a apreciar lineas de mejora en base a dos aspectos preventivos planificables que son : 1.- La ordenación de los flujos de elementos móviles en zonas urbanas de alta población procurando evitar la mezcla de elementos débiles o no racionales con los fuertes y motorizados y 2.- La sensibilización de la población urbana de los devastadores efectos del tráfico rodado y la imprescindible colaboración ciudadana en los planes de seguridad vial.

Parece no obstante misión sino imposible, si muy difícil, detener la mortalidad en zonas rurales, por la cultura generalizada de disponer del espacio público para todos los usos de los aldeanos y por la aun precaria red vial que mantiene las carreteras muy cerca de las poblaciones incluso en travesías interiores.

Existe el convencimiento de que hasta que no se disponga de una red vial que independice la circulació motorizada de los núcleos habitados será muy difícil rebajar de forma significativa la accidentalidad interurbana puesto que la convivencia de peatones, carretas , bicicletas y demás móviles de gran fragilidad con un tráfico tendente a ser veloz es incompatible y las costumbres del pueblo no van a ser fáciles de regular ni tan solo cambiar. La gran producción del Tata, vehículo eléctrico indú por excelencia que pronto nos visitará en los mercados europeos, no facilita las cosas.

Es aleccionador en todo caso que aunque sea empezando por Nueva Delhi ya existan centros de seguridad vial que investigan los mejores métodos a establecer para disminuir este drama social de los 125.000 muertos al año.