MEDIO MILLÓN DE MUERTOS EN ACCIDENTE HASTA EL 2050.- Lo acepta Europa?

Cuando las grandes instituciones internacionales se ponen de acuerdo en abordar un problema que afecta a millones de ciudadanos en el ámbito de su territorio, es plausible y deseable que prioricen las acciones para combatir el problema y que fijen objetivos a largo plazo para extender las medidas de manera factible en todos los países asociados. Los accidentes de tráfico, ocurriendo en vía pública, es decir, en un terreno controlable por las Administraciones, parecen una especialidad de riesgo mucho más accesible para proyectos de interés público y social que los accidentes laborales que tienen la componente de la empresa privada como escenario y con responsabilidades que se reparten en excesivos escalones intermedios de responsabilidad (como es el caso de los accidentes relacionados con la propia movilidad) que además sirven de excusa a los órganos administrativos de control en la prevención de riesgos laborales graves o mortales relacionados con las aplicaciones de nuevas tecnologías como para desviar sus actuaciones hacia líneas de riesgo fáciles, conocidas y acotadas.  

Cuando la VISIÓN CERO en tráfico llega a las Administraciones territoriales para su desarrollo y ejecución, muchos miran para otro lado dando a entender que se trata de "pura teoría" o "marco de deseo" y que ya iremos haciendo planes parciales para ir rebajando las cifras. Hay margen de 30 años para cumplir el objetivo.

A Europa y a sus 28 Administraciones que la constituyen de momento habría que preguntarles solo dos cosas o aclaraciones sobre el objetivo.

PRIMERA

¿Porqué han elegido el 2050 como año de 0 muertos?. Inicialmente parece un redondeo. Igual que establecen pautas de disminución del 50 % cada década desde el año 2000 con resultados satisfactorios, al tener el 2020 muy cercano, han hecho una declaración de principios a 30 años vista, teniendo en consideración las disminuciones de mortalidad conseguidas en el 2010 y las que el ritmo de la segunda década apuntaba como de mantenimiento de la tendencia positiva. Pero no han salido bien los cálculos. En el 2015 y 2016 no solo ha habido parón en las mejoras sino que por primera vez en mucho tiempo, los muertos en accidente de circulación han subido en Europa. El tráfico se ha visto invadido por las nuevas tecnologías que desde el prisma de la información han quitado a los conductores muchísimos segundos de su atención por los móviles, GPSs, pantallas, y por lo tanto han generado muchísimas situaciones de nuevo riesgo en la capacidad de evitación y tiempo de reacción o corrección, pero por otro lado, el lado bueno de las nuevas tecnologías aplicadas a la mejora de la seguridad vial duermen en el limbo de los justos, y las noticias que llegan de Bruselas y Estrasburgo son muy poco halagüeñas por el inmovilismo normativo o controlador que, en gran parte, se está trasladando a cada país para que lo active, desarrolle e implante según sus posibilidades políticas y técnicas. Han puesto la miel en la boca de la gran plataforma de control con la Directiva Europea del tacógrafo de última generación pero se han parado o mejor dicho, se han escondido ante la fuerza económica del sector de la automoción que no quiere ni oir hablar de las cajas negras para turismos y motocicletas ni de permisos de conducir con chip identificativo como instrumento de arranque de tales vehículos privados.

SEGUNDO

Habrá que seguir confiando en la gracia divina para establecer una pauta de recomendaciones para eliminar riesgos de accidente mortal de tráfico? O habrá que esperar a que un país (generalmente nórdico) en el año 2023 nos diga que ha conseguido no tener ningún muerto en accidente de circulación en su territorio, tal como la marca Volvo informó hace dos años que ningún conductor sueco se había matado en accidente de tráfico en el último año conduciendo un Volvo (noticia apagada en los medios de difusión españoles, alemanes, franceses e italianos). Y entonces, todos corriendo para averiguar que hicieron los suecos, noruegos o daneses.

No nos engañemos. Todos sabemos lo que hay que hacer para acercarnos a una Visión Cero en nuestro entorno vial. Ponernos los dispositivos de seguimiento via satélite de vehículos y conductores obligatoriamente y saber que estamos en todo momento controlados por la gran plataforma de datos de seguimiento para tomar decisiones drásticas administrativas y separar del tráfico a los temerarios, negligentes, egocéntricos, insolidarios, infractores, incapaces, prepotentes, fatigados… y lo siento, bebedores, medicados, ancianos o enfermos que no estén en condiciones de conducir. Solo con saber que estamos en todo momento controlados, la Visión Cenro podría ponerse a los tres años de que fuera implantado este sistema, hoy técnicamente factible y políticamente indigerible. Quién le pone el cascabel al gato?

No seguir este camino y poner la Visión Cero al 2050 es admitir que los actuales 25.000 muertos anuales en accidente de tráfico durante 30 años van a suponer para los europeos 750.000 vidas humanas. O en el caso de que los responsables territoriales bajaran 1000 muertos cada año con medidillas a medias tintas podría la UE “tolerar” 350.000 muertos en esos 30 años. Bueno, del orden de MEDIO MILLÓN de europeos que van a dejar la vida en la vía pública. Salvo que se pongan las pilas en Bruselas. O que aquí seamos los pioneros.