Equidad de género y ergonomía en chile: ¿cuál es el rol del ergónomo?

Contexto: Aun cuando la división sexual del trabajo remunerado ha sido reconocida en muchos estudios, siendo descrita como la prolongación del trabajo doméstico en las mujeres, la jerarquía vertical donde los hombres se encuentran en los puestos superiores, la asociación de los hombres a las máquinas, así como ciertas condiciones de trabajo y de empleo que se encuentran asociadas particularmente a las mujeres o a los hombres. El género y el sexo son temas relativamente nuevos para la investigación en ergonomía. Objetivos: Conocer las diferencias de sexo y de género en los trabajadores/as en Chile y cual ha sido el aporte de la ergonomía a este aspecto. Metodología: Revisión bibliográfica de encuestas chilenas de representación nacional (ENCLA, ENCAVI, ENETS), bases de datos de la SUSESO, MINSAL, MINTRAB y artículos de revistas como Ergonomics, Ciencia y Trabajo entre otras. Resultados: Los trabajadores/as en Chile, se exponen en los lugares de trabajo a factores de riesgo diferentes o bien presentan exposiciones diferentes a factores de riesgos similares según género, lo que puede explicar las diferencias en las tasas de accidente y de enfermedad. En Chile, pocos estudios en ergonomía han incorporado los aspectos de género, inclusive en situaciones tales como la inserción de las mujeres en medios no tradicionales, usos de herramientas, estudios antropométricos entre otros. Conclusiones: Una mayor comprensión de las diferencias de sexo y género, así como de otras fuentes de diversidad, puede conducir a intervenciones innovadoras y exitosas que aseguren una mejor salud para todos los trabajadores.
Palabras Clave: 
ergonomía
Autor principal: 
CARLOS
IBARRA
Coautores: 
PAMELA
ASTUDILLO

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Ibarra Villanueva, Carlos

Kinesiólogo, Máster en ergonomía de la Universidad Politécnica de Cataluña, Maestría© en ergonomía de l’Université du Québec à Montréal, Canadá+56 9 8527 23 47 / ibarra.carlos@vtr.net

Astudillo Cornejo, Pamela

Psicóloga, Maestría© en ergonomía de l’Université du Québec à Montréal, Canadá.+56 9 9524 01 21 / astudillo.pamela@vtr.net

ABSTRACT

Contexto: Aun cuando la división sexual del trabajo remunerado ha sido reconocida en muchos estudios, siendo descrita como la prolongación del trabajo doméstico en las mujeres, la jerarquía vertical donde los hombres se encuentran en los puestos superiores, la asociación de los hombres a las máquinas, así como ciertas condiciones de trabajo y de empleo que se encuentran asociadas particularmente a las mujeres o a los hombres. El género y el sexo son temas relativamente nuevos para la investigación en ergonomía. Objetivos: Conocer las diferencias de sexo y de género en los trabajadores/as en Chile y cuál ha sido el aporte de la ergonomía a este aspecto. Metodología: Revisión bibliográfica de encuestas chilenas de representación nacional (ENCLA, ENCAVI, ENETS), bases de datos de la SUSESO, MINSAL, MINTRAB y artículos de revistas como Ergonomics, Ciencia y Trabajo entre otras. Resultados: Los trabajadores/as en Chile, se exponen en los lugares de trabajo a factores de riesgo diferentes o bien presentan exposiciones diferentes a factores de riesgos similares según género, lo que puede explicar las diferencias en las tasas de accidente y de enfermedad. En Chile, pocos estudios en ergonomía han incorporado los aspectos de género, inclusive en situaciones tales como la inserción de las mujeres en medios no tradicionales, usos de herramientas, estudios antropométricos entre otros. Conclusiones: Una mayor comprensión de las diferencias de sexo y género, así como de otras fuentes de diversidad, puede conducir a intervenciones innovadoras y exitosas que aseguren una mejor salud para todos los trabajadores.

Palabras clave:

Género, sexo, trabajo, ergonomía

Este trabajo, se presenta en el marco del proyecto de colaboración internacional “Ergonomía para la salud y el desarrollo sustentable en Chile”, financiado por la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional (ACDI), gestado por la Universidad de Quebec en Montreal (UQÀM) y el Instituto de Salud Pública de Chile, y corresponde a una revisión bibliográfica de artículos y encuestas nacionales con el propósito de conocer las diferencias de sexo y de género en los trabajadores/as en Chile y cuál ha sido el aporte de la ergonomía en Chile al conocimiento de estas diferencias.

Aun cuando la división sexual del trabajo remunerado ha sido reconocida en muchos estudios, siendo descrita como la prolongación del trabajo doméstico en las mujeres, la jerarquía vertical donde los hombres se encuentran en los puestos superiores y la asociación de los hombres a las máquinas (a excepción de las domésticas), como también ciertas condiciones de trabajo y de empleo que se encuentran asociadas a las mujeres o a los hombres en particular. El género y el sexo son todavía temas relativamente nuevos para la investigación en ergonomía en Chile y en otras partes del mundo.

Conceptualmente, el "sexo" se refiere a la especificidad en las características biológicas de las mujeres y los hombres. El "género", se refiere a los factores sociales asociados con ser hombre o mujer. Sin embargo, en la investigación empírica con las poblaciones de los lugares de trabajo, a menudo resulta difícil distinguir, si las diferencias observadas entre hombres y mujeres se deben a factores biológicos o sociales y más aún, hasta que punto los factores sociales logran modelar los factores biológicos (Habib R. y Messing K. 2012).

La estructura del empleo en Chile, así como en gran parte del resto del mundo ha sido marcada por la división sexual del trabajo, en sentido vertical y horizontal en la mayoría de la industria, notablemente a causa de la influencia del taylorismo, lo que ha generado patrones de exposición a distintos factores de riesgo en hombres y mujeres de una manera diferenciada. Es por eso que la OIT ha considerado «La equidad de genero» dentro de sus principios de trabajo decente, para intentar, de cierta manera cambiar, la inequidad de género que responde mas bien a una construcción social que a factores netamente biológicos. Este trabajo busca entregar pistas de una situación existente en Chile y en el mundo, sobre la cual la ergonomía ya ha situado su interés, prueba de ello es el Comité Técnico de Trabajo y Género de la«International Ergonomics Association» (IEA), el número especial que la revista Ergonomics ha dedicado a este tema el año 2012 (Ergonomics,Vol. 55, No.2, 2012) o más recientemente la revista Laboreal en su último número que viene de ser publicado(Laboreal : Vol. VIII N.º 1, 2012).

OBJETIVOS

El presente artículo tiene como objetivo describir las diferencias de sexo y de género en los trabajadores/as chilenos y cual ha sido el aporte de la ergonomía en la comprensión de estas diferencias.

Fue realizada una revisión de las encuestas chilenas más importantes en materia de salud en el trabajo en el último tiempo (ENCLA 2008, ENCAVI 2006, ENETS 2009- 2010), así como las bases de datos de la SUSESO, MINSAL, MINTRAB, INE y Superintendencia de Pensiones, buscando identificar las diferencias de sexo y de género en la salud laboral de los trabajadores/as chilenos/as.

Además, fue realizada una revisión bibliográfica en revistas como Ergonomics, Applied Ergonomics, Works, Ciencia y Trabajo entre otras, a través de GOOGLESCHOLAR, EBSCO, TAYLOR & FRANCIS, SciELO y SCIENCEDIRECT como motores de búsqueda, para identificar si hay artículos de ergónomos chilenos que tomen en cuenta los aspectos de género en sus estudios o intervenciones y si estos son relevantes para comprender mejor las diferencias de sexo y de género de los trabajadores/as chilenos/as. Las palabras claves utilizadas en la búsqueda fueron: ergonomía, género, sexo, trabajo, chile / ergonomics, gender, sex, work, chile. La búsqueda fue realizada para los artículos publicados en el periodo 2000 al 2012.

RESULTADOS

Resultados revisión de encuestas y bases de datos gubernamentales

Los datos presentados en la última encuesta de condiciones laborales del MINTRAB (ENCLA 2008), muestran que existe un porcentaje de participación femenina en el empleo formal de un 32,7% comparado con la participación masculina que es del orden del 67,3%, situación que se mantiene aun cuando el nivel de instrucción aumenta. Por otra parte, en la figura 1 podemos observar que existe una importante brecha en el nivel de ingresos, en todas las categorías utilizadas en la ENETS 2009- 2010, siendo mayor el porcentaje de mujeres en el tramo de ingresos más bajos (menos de $133.600), contrariamente a lo que ocurre en el tramo de ingresos más elevado (más de $851.000) donde los hombres son mayoría.

Figura 1. Nivel de ingresos según sexo. ENETS 2009-2010

ENCLA 2008, se puede constatar la segmentación de las ocupaciones según el género. La mayoría de las mujeres en Chile trabajan en puestos de trabajo que son socialmente considerados como femeninos, en las áreas de servicio (64,4%), enseñanza (60%), intermediación financiera (52,1%), hotelería y restaurantes (49,6%) y comercio (40,6%). Hay una clara segregación sexual del trabajo que se expresa en el hecho que las mujeres ocupen puestos de trabajo asociados a una remuneración mas baja. Al contrario los empleos masculinos presentan una distribución más heterogénea en todas las ramas de actividad económica, destacando la minería y la construcción donde su participación supera el 90%.

Con respecto a la morbilidad y mortalidad de origen laboral, no existen antecedentes según sexo en las bases de datos públicas de la SUSESO y del MINSAL. Solo el MINSAL presenta datos de este tipo referentes a las tasas de accidentes del trabajo fatal desde al año 2002 al 2008, siendo la tasa de hombres muy superior a la de mujeres (figura 2)

Figura 2. Tasa de mortalidad laboral por accidentes del trabajo. Fuente DEIS MINSAL

El principal problema de este indicador es que no se encuentra ajustado por horas de exposición, lo cual podría ser útil en el análisis de género, considerando que las mujeres acceden en mayor medida a los trabajos de tiempo parcial, por aspectos de una mejor conciliación de trabajo y familia (Messing 2009).

Con respecto a la percepción de la exposición a factores de riesgo (figura 3), según datos de la ENETS 2009-2010, el 97,8% de los hombres refieren exposición a factores de riesgo «ergonómicos», mientras que las mujeres la refieren en un 95,1%. En ese contexto, el 67,7% de las mujeres y el 73,3% de los hombres refieren como un factor de riesgo importante el trabajo de pie, así como el 38,9% de las mujeres y el 50,7% de los hombres refieren tener que mantener la vista fija y concentrada. Otro factor de riesgo mencionado ha sido el de trabajo repetitivo en cortos periodos de tiempo con un 27,7% para las mujeres y un 33,5% para los hombres. El trabajo sentado es percibido como un factor de riesgo para un 30,9% de las mujeres y un 31,7% de los hombres. Con respecto a la manipulación manual de cargas, esta es referida como un factor de riesgo para el 20,8% de los hombres y el 9,2% de las mujeres encuestados/as.

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Figura 3. Exposición según tipo de riesgo ergonómico. Fuente ENETS 2009-2010

Con respecto a la percepción de dolor en la figura 4 podemos observar que en la ENETS 2009-2010, los trabajadores/as refieren principalmente dolor en las extremidades inferiores con un 38% para los hombres y un 37,8% para las mujeres. Cabe destacar además, que las mujeres refieren un 22,7% de dolor en las extremidades superiores con respecto a un 15,4% en los hombres y que la percepción de dolor en la zona lumbar es más elevada en los hombres con un 17,2% frente a un 8,2% en las mujeres.

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Figura 4. Lugar de los dolores provocados por el trabajo según sexo. Fuente ENETS 2009-2010

Respecto a la conciliación trabajo y familia, la ENCAVI 2006 muestra que el 43,5% de las mujeres considera que es la principal responsable del trabajo doméstico, mientras que el 55,1% de los hombres refiere que solo realiza tareas puntuales. Esto también esobservado en la ENETS 2009-2010, donde en términos generales son las mujeres quienes refieren realizar la mayor parte del trabajo doméstico, tendencia que es acentuada cuando la mujer se encuentra en el tramo de ingresos más bajo (Figura 5).

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Figura 5. ¿Cuán a menudo se enfrenta a la siguiente situación?: Cuando Ud. no está en su casa ¿las tareas domésticas se quedan sin hacer?, según sexo. Fuente ENETS 2009-2010.

Al revisar los antecedentes publicados por la Superintendencia de Pensiones, en lo referente a la calificación de trabajos pesados desde el año 1998 al año 2009. En la figura 6, uno puede observar que la calificación de trabajos pesados, se ha concentrado en ramas de actividad económica principalmente masculinas como la minería (61%), el transporte almacenamiento y comunicaciones (18%). Mientras que donde puede haber una mayor participación femenina el porcentaje de calificación es inferior, industria manufacturera (11%), los servicios (9%) y otros (1%).

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Figura 6. Puestos de trabajo aprobados como trabajo pesado entre 1998 y mayo de 2009, agrupados por actividad económica (Fuente: Superintendencia de Pensiones 2009)

Lo anterior, es constatado al ver en la figura 7 la distribución de los cotizantes beneficiados por calificación de trabajo pesado según sexo en el periodo desde el año 1998 al año 2009, donde el mayor porcentaje a nivel nacional corresponde a hombres(78,1%) en contraste con las mujeres (21,9%). Además, se puede observar que esta brecha aumenta en la medida que la calificación corresponde a las regiones del norte del país donde la actividad minera es más importante, siendo para los cotizantes hombres del orden del 92,8% en la II región y de 92,9% en la III región.

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Figura 7. Proporción regional del sexo de los cotizantes por trabajo pesado a diciembre de 2008 (Fuente: Superintendencia de Pensiones 2009)

Resultados revisión bibliográfica

Al revisar las publicaciones realizadas por ergónomos chilenos en revistas de ergonomía, en general no se encuentran publicaciones que consideren aspectos de género e incluso en muchas de las publicaciones no se consideran ambos sexos en el análisis, ya sea en estudios de investigación o bien en publicaciones de experiencias de intervención.

Los estudios frecuentemente se centran en industrias masculinizadas como la minería (Apud E. y Cols. 2009, Solari G. 2010, Oñate E. y cols. 2012), el sector forestal (Apud

E. y Cols, 2002,2003, 2011) e industrial (Quinceno L. et col. 2006, Cordova V. et cols. 2010, 2011, Espejo C. y cols. 2006), describiendo las exigentes condiciones de trabajoque se presentan en estas actividades principalmente la evaluación de la carga de trabajo físico y manipulación manual de cargas. Más recientemente aparecen publicaciones en sectores más feminizados como la industria del salmón (Apud et cols2003, Ilardi J. 2012), agricultura y servicios (Gutiérrez et cols. 2008 y 2010), mostrando la creciente exposición de las mujeres a factores de riesgo de enfermedades musculo-esqueléticas y de salud mental.

Uno de los aspectos importantes a considerar en ergonomía, sobretodo para el diseño y rediseño de puestos de trabajo, son las bases de datos antropométricos de la población de trabajadores. En la figura 8, podemos observar, en una las pocas bases de datos antropométricos publicadas oficialmente con datos de hombres y mujeres, correspondiente en este caso a 3.765 trabajadores/as chilenos/as (Apud E. y cols. 2003). Las diferencias observadas entre los percentiles 5 y 95 de los hombres representan 22 cm en estatura y 3,5 cm en el largo de la mano. Mientras que las diferencias entre los valores promedio de los hombres y de las mujeres es solo de 13,9 cm para la estatura y de 1,2 cm para el largo de la mano. Lo que nos muestra que las diferencias entre los percentiles extremos de los hombres son mayores a lasdiferencias existentes entre los valores comparados para el percentil 5, 95 y promedio entre hombres y mujeres.

Figura 8. Características antropométricas de 2030 hombres 1735 mujeres chilenos/as entre 17 y 60 años de edad.

Apud E. y cols 2003.

No se encontraron datos referentes a la fuerza en trabajadores/as chilenos/as, no obstante, en la figura 9 podemos observar que según los datos de trabajadoras/es de la industria norteamericana (Snook & Ciriello 1991), existe una notable diferencia en la capacidad de levantar una carga según sexo.

Peso Aceptado (Kg)

Mujeres

Hombres

M/H

A cada 5 seg: Levantar 25 cm, caja de 34 cm

12

20

0,6

A cada 2 min

18

40

0,45

A cada 30 min

21

44

0,48

Figura 9. Diferencias de género en levantamiento de cargas desde el piso a la mitad del muslo, para el p50 de la muestrade trabajadores/as industriales (Snook & Ciriello 1991).

En el mejor de los casos la capacidad de realizar un levantamiento de una carga desde el suelo para las mujeres alcanza los 21 Kg., lo que representa un 48% del máximo realizado por los hombres, correspondiente a 44 Kg. Esta brecha disminuye para las mujeres hasta representar el 60% del valor de los hombres cuando la frecuencia de levantamiento aumenta. Sin embargo, la capacidad de levantamiento cae a 12 Kg. para las mujeres y a 20 Kg. para los hombres

Categoría lingüística

Sector Industrial (Kg)

Sector Salud (Kg)

Moderada

5

26

Pesada

11

41

Muy Pesada

16

51

Máxima

›42

›100

Figura 10. Cantidad de carga para las categorías lingüísticas especificadas que le corresponde un nivel de pertenenciamáximo, para mujeres del sector salud e industrial chileno (Córdova V. y cols., 2011).

Un estudio realizado por Córdova V. y cols. el año 2011 (figura10), muestra que las mujeres del sector salud chileno tienen una percepción de exigencia de la carga manipulada más baja que aquellas mujeres del sector industrial, ya que estas consideran como muy pesada una carga de 51 Kg. y máxima cuando es mayor a 100 Kg., en comparación a las mujeres del sector industrial que consideran como muy pesada una carga de 16 Kg. y máxima cuando es mayor a 42 Kg. Esto refleja el hecho de que para el mismo sexo, la percepción del esfuerzo puede variar notablemente lo que denota las diferencias que se producen al trabajar en un sector masculinizado (industrial) a otro feminizado (Salud).

Nivel

Categoría lingüística

Media (Kg)

1

Despreciable

0.8

2

Muy, muy liviana

2.6

3

Muy liviana

5.2

4

Liviana

8.5

5

Moderada

14.9

6

Algo pesada

23.3

7

Pesada

33.9

8

Muy Pesada

48.2

9

Muy, muy Pesada

64.8

10

Máxima

81.5

Figura 11. Cantidad de carga para las categorías lingüísticas especificadas de percepción del esfuerzo en poblaciónindustrial masculina (Córdova V. y cols., 2010).

Los mismos autores (Córdova V. y cols. el año 2010), muestran que 27 hombres de una empresa del sector industrial chileno (figura 11), tienen una percepción de exigencia de la carga manipulada que es menor, comparativamente a las mujeres del mismo sector industrial siendo considerada por los hombres una carga de 81.5 Kg como muy pesada, mientras que para las mujeres sobre los 42 Kg. Diferente es el caso de las mujeres del sector salud que perciben una carga como máxima cuando esta supera los 100 Kg, sobrepasando el valor referido por los hombres del sector industrial. Lo anterior refleja el hecho de que en un sector predominantemente femenino las condiciones de trabajo pueden llegar a ser muy exigentes, comparadas incluso a las exigencias de los hombres en el sector industrial, teniendo en cuenta además que el límite para el manejo manual de cargas de la Ley 20.001 es de 20 Kg para mujeres y de 50 kg para los hombres.

También en la línea de los estudios de la manipulación manual de cargas, en un estudio de Prevalencia de Trastornos Músculo-Esqueléticos de Columna Lumbar en Trabajadoras chilenas (Gutiérrez y cols. 2010), los cargos que presentaron las tasas más altas de prevalencia fueron los paramédicos de emergencia y pensionado, paramédicos de cirugía y auxiliares de cirugía, también presentaron casos, aunque con una menor tasa de prevalencia. Los resultados son coincidentes con estudios que indican que entre los grupos laborales de mayor riesgo de lesiones osteomusculares de columna lumbar están aquellos en los que se efectúa manejo y cuidado de pacientes, lugares donde notablemente trabajan más mujeres.

Por otra parte, un estudio en cajeras de tiendas del retail (León M. 2012) muestra la exposición de las mujeres a diferentes factores de riesgos tales como sobresfuerzos de extremidades superiores, manejo manual de cargas, falta de pausas y factores de riesgo psicosociales.

Finalmente, un estudio realizado por Rodríguez C. y cols. el año 2011, en una muestra de 30 mujeres embarazadas laboralmente activas, estas presentaron en un 56% algún tipo de Percepción de Molestias Músculo-Esqueléticas, la cual además se asociaba a una elevada carga mental y temporal en las tareas laborales realizadas. Lo anterior, nos muestra la importancia de comprender las diferencias de sexo y género dado el rol del ergónomo de estudiar la actividad del trabajo, con el objetivo mejorar las condiciones de trabajo de las personas y la productividad del sistema, lo que evidentemente debe incluir a las mujeres.

DISCUSIÓN

Tener en cuenta las características personales de cada persona tiene sus raíces en la práctica de la ergonomía considerando: las características antropométricas, las variaciones morfológicas, los efectos de la edad y el envejecimiento, la vuelta al trabajo de las personas con discapacidades funcionales y evidentemente el sexo y el género. A menudo se tienen en cuenta las diferencias ligas al sexo pero muy poco al género (Vézina N., 2012).

A la pregunta sobre cual ha sido el rol de la ergonomía en el proceso de comprender estas diferencias de sexo y género, uno puede considerar que en términos generales son pocos los estudios de ergónomos chilenos que han considerado aspectos de género en sus publicaciones. Esto puede explicarse por el hecho de que no es fácil abordar las cuestiones de género en una intervención ergonómica que busca responder a la petición de una empresa cuyo interés en la prevención de riesgos de salud y seguridad en el trabajo, a menudo es nuevo y frágil. Por lo tanto, el interés en las cuestiones de género, por lo general es nulo (Vézina N., 2012).

Uno de los factores relevantes en el contexto de la investigación y el desarrollo de políticas en salud del trabajo, es el hecho de que muchas veces se parte del supuesto equivocado de que el trabajo que realizan las mujeres es seguro. Este aspecto ha sido analizado por la investigadora Karen Messing (Messing, 1998), para lo cual ella propone como explicación de este problema el círculo vicioso de la investigación sobre la salud de las mujeres en los lugares de trabajo (figura 11). El supuesto de que el trabajo que realizan las mujeres no es riesgoso hace que no se investigue el trabajo que ellas realizan, no se demuestran los riesgos, se produce una falta de incentivo a la investigación, una ausencia de recursos para investigación y por lo tanto, un desconocimiento de los riesgos.

Figura 11. El circulo vicioso de la investigación sobre la salud de las mujeres en los lugares de trabajo. Messing K. 1.998

El impacto de estas suposiciones las encontramos en Chile, por ejemplo en la tabla de cotización adicional genérica (diferenciada) del DS N° 110/68 del MINTRAB, donde para los sectores servicios y comercio es de 0%, así como en lavanderías y tintoreríases de 0.85%. A diferencia de lo que ocurre por ejemplo en minas y canteras donde la cotización es de 3,4% (la máxima según el decreto). Esto evidentemente representa un incentivo negativo a la prevención de riesgos en dichas ramas de actividad, donde trabajan principalmente mujeres, considerando que al partir de un riesgo presunto inexistente no se generan mecanismos por parte de las empresas, las mutualidades y los organismos fiscalizadores, que les incentiven desarrollar políticas de prevención de riesgos a la salud de trabajadores/as en estas actividades. Se debe considerar además que esta cotización genérica influye en el criterio de exigencia tiempo de permanencia del experto en prevención de riesgos (en días a la semana) en la empresa, según lo establecido en el art 11 del DS N° 40/69 del MINTRAB.

Sin duda que lo anterior se suma a la falta de reconocimiento de enfermedades profesionales, sobretodo las de origen musculo-esquelético o las de salud mental, que en Chile es evidenciado por la falta de información oficial al respecto en las bases de datos de acceso público. Por otra parte, es evidentemente que la conciliación de trabajo y familia afecta mayoritariamente a las mujeres trabajadoras, evidenciando la doble carga de trabajo que ellas tienen (Vallebuona C. 2006), de hecho la tasa de fecundidad de las mujeres laboralmente activas ha caído hasta 1,2 hijos (Jeri T. 2008). Para ellas es un desafío particular el equilibrio entre la salud en el trabajo y la igualdad profesional (Messing K. 2009), pero ello no significa que sus problemas de salud no están ligados al trabajo, es evidente la necesidad de estudiar estos trabajos para conocer los riesgos y ayudar a mejorar las condiciones de trabajo de todos los trabajadores/as.

Otro aspecto importante son los resultados de la calificación de trabajos pesados por la Ley 19.404, instancia que por cierto ha permitido el desarrollo de la ergonomía en Chile. Se debe tener en cuenta que esta ha sido una de las instancias históricas de utilización de la ergonomía como un medio de justicia social, dado que los trabajadores/as acceden a través de esta calificación al sistema de jubilación anticipada y bono de reconocimiento. No obstante, han sido las mujeres quienes menos han accedido a estos beneficios.

En relación a las publicaciones realizadas por ergónomos, se puede observar que existe una tendencia mundial a considerar de manera creciente los aspectos de género en las intervenciones y estudios ergonómicos. Con respecto a las publicaciones de los ergónomos chilenos en revistas de ergonomía, es importante remarcar el hecho de que en Chile no existe una revista que sistematice el trabajo que realizan los ergónomos, lo cual sin duda ha representado un límite en este trabajo. Sin embargo, en muchas de las publicaciones encontradas solo se considera un sexo en el diseño del estudio (Cordova V. y cols. 2011, Cerda E. y cols. 2011, Rodriguez C y cols. 2011, Solari G. y col., 2010, Pinto y cols. 2012) o bien sí son considerados ambos sexos en el diseño, no se consideran ambos sexos en el análisis de los resultados (Gutierrez y Cols 2010), ya sea en estudios de investigación o bien en publicaciones de experiencias de intervención.

Un ejemplo de lo anterior es que, solo las tablas publicadas por Apud E. y cols el año 2003 consideran perfiles antropométricos de ambos sexos. Hay que considerar que la información parcial puede aumentar las brechas de género en cuanto a las posibilidades de inserción para las mujeres en medios de trabajo tradicionalmente masculino, donde el uso de herramientas manuales o la ropa de trabajo pueden ser importantes.

Esto último, es relevante en el sentido de que existen políticas gubernamentales que buscan aumentar la inserción laboral femenina en medios de trabajo no tradicionales para las mujeres como la minería (Ej: Programa Mujer Minera, SERNAM 2012), para lo cual los ergónomos serán llamados a identificar estas brechas y ayudar desde el punto de vista técnico a adaptar el trabajo a una población de utilizadores/as que comenzará a ser variable desde múltiples aspectos.

Es necesario considerar que una intervención en ergonomía se construye en función del contexto social de la empresa, por lo tanto, es primordial evaluar este contexto social (nivel de sensibilización) y elaborar estrategias de intervención en función de aquello que los actores de la empresa están preparados a entender. Pero también se construye en función del cambio de representación o cambio de percepción, en los actores concernientes en el medio de trabajo, buscado por el ergónomo, para adaptar el trabajo a las personas considerando su variabilidad. La sensibilización en la prevención de los riesgos representa ya un tema importante, por lo que la sensibilización a los aspectos de sexo y de género puede parecer difícil en ciertos contextos (Vézina N., 2012).

CONCLUSIONES

Los trabajadores/as chilenos/as, a causa de la división sexual del trabajo, se exponen en los mismos lugares de trabajo a factores de riesgos diferentes o bien presentan exposiciones diferentes a riesgos similares, lo que puede explicar las diferencias en las estadísticas de accidentes y de enfermedades o en los resultados de las encuestas de percepción. Pocos estudios en ergonomía han incorporado en sus análisis los aspectos de género, incluso en situaciones como la inserción de las mujeres en medios de trabajo no tradicionales, usos de herramientas y estudios antropométricos entre otros.

Claramente existe una exposición laboral a los riesgos en el trabajo que en el caso de las mujeres es más importante que aquella que se conoce. Los hombres también se encuentran expuestos, pero las diferentes situaciones sociales han hecho que al menos sean más considerados en las políticas de prevención de seguridad y salud en el trabajo.

Los ergónomos habitualmente toman en cuenta las características de los trabajadores (antropométricas, fisiológicas) en los lugares donde intervienen y por lo tanto, ayudan a disminuir la discriminación sistemática que sufren las mujeres o los hombres a causa de sus particularidades. Sin embargo, poco se reflexiona sobre las diferencias sociales que puedan afectar la salud laboral de hombres y mujeres de manera diferenciada. Se debe considerar que los ergónomos serán llamados a hacerse cargo de estos aspectos, sobre todo en los denominados riesgos emergentes como los musculo- esqueléticos y los psicosociales.

Por lo tanto, una mayor comprensión de las diferencias de sexo y de género, así como otras fuentes de diversidad, puede conducir a los ergónomos a intervenciones innovadoras y exitosas que aseguren una mejor salud para todos los trabajadores/as chilenos/as.

AGRADECIMIENTOS

Nuestros agradecimientos a l’Université du Québec à Montréal (UQÀM) y a la Agence Canadienne de Développement International (ACDI) por haber gestado y financiado respectivamente, este Proyecto de cooperación internacional: Ergonomía, salud y desarrollo sustentable en Chile. Así como, al Instituto de Salud Pública de Chile (ISPCH), el Centro de Estudios de la Mujer (CEM), la Sociedad Chilena de Ergonomía (SOCHERGO) y la Universidad de Valparaíso (UV) que colaboran con este proyecto en Chile. Agradecemos especialmente a la Dra. Nicole Vézina, Dra. Karen Messing, Dra. Ana Maria Seifert de CINBIOSE y a la Dra. Florence Chappert de la ANACT quienes nos apoyaron en la redacción de este articulo.

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