Contreras Hernández, Ma. Leticia
Sección de Estudios de Posgrado e Investigación/ Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas/ Av. Té No. 950 Col. Granjas México/ Distrito Federal, México + 01(55) 56242000 Ext. 70353 leticia_contreras@yahoo.es
Mendoza Domínguez , Jorge Alberto
Sección de Estudios de Posgrado e Investigación/ Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas/ Av. Té No. 950 Col. Granjas México/ Distrito Federal, México + 01(55) 56242000 Ext. 70511 mendozadominguezj@yahoo.comRamírez Tapia, MoisésDepartamento Desarrollo Profesional Específico/Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas/ Av. Té No. 950 Col. Granjas México/ Distrito Federal, México + 52 55 562 42 000 Ext. 70360
RESUMEN
La educación en la prevención de desastres se sustenta en el principio de la integración, mismo que facilita el proceso de desarrollo del trabajo educativo con vistas a enfatizar y establecer las variables y los temas de protección integral y en especial, sobre la prevención en desastres naturales y fenómenos socio- organizativos.
La educación en la prevención de desastres tiene importancia y prioridad al desarrollar y manifestar conocimientos, comportamientos, actitudes y participación en cuanto a los riesgos de un desastre natural o una afectación social.
Es importante lograr que la educación contribuya y facilite el logro de la cultura de la prevención, y que las comunidades se preparen y actúen frente a los desastres naturales como pueden ser tormentas, huracanes, sequias, inundaciones, etc. O se preparen ante una contingencia de tipo social, de cualquier forma la educación es de vital importancia para salvaguardar la integridad de cada individuo.
PALABRAS CLAVE
Educación, Prevención, Desastres, Riesgo, Emergencia.
ABSTRACT
ABSTRACT
Education in disaster prevention either via curricular or not curricular cannot become the sum of the tasks, but that is based on the principle of integration, which facilitates the process of development of the educational work with a view to emphasize and to establish the variables and the topics for comprehensive protection and in particular on the disaster prevention.
Education for disaster prevention has importance and priority, because if a man takes no acquires, develops and expresses awareness, knowledge, behaviors, attitudes and participation in terms of the risks of disaster, it will not be able to prevent them.
It is important to ensure that education contributes and facilitate the achievement of a culture of prevention, and that the people and communities are prepared and act against disasters. When we refer to a culture of prevention, we are pretending that elements of a conceptual nature and attitudinal lead us to behave like this or that way to minimize the risks to the individual and collective of which it has already been taken conscience and who came to be part of our everyday life.
KEY WORDS
Education, Prevention, Disasters, Culture of Prevention, Risk, Emergency.
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
La emergencia es el momento en que el fenómeno del desastre se manifiesta con toda claridad; es por su naturaleza crítico; revela no sólo la esencialidad del fenómeno sino su materialización en un "corte de esencia". En la emergencia del desastre quedan clarificados los rasgos del fenómeno, las condiciones vulnerables de la sociedad, la eficacia de las medidas preventivas si las hay y las capacidades de recuperación de la población afectada, de las medidas de la autoridad al respecto y la certidumbre o no del conocimiento científico o técnico.
En el momento de la emergencia, las formas de organización de los tiempos normales se trastocan y se rompen para tomar otras características propias del evento, que pueden estar determinadas por las mismas condiciones de normalidad; generalmente contienen o encubren diversas contradicciones sociales.
Las relaciones de normalidad necesariamente cambian por ejemplo, el papel del aparato científico toma un plano secundario aunque pueda hacer llamadas tranquilizadoras informando del comportamiento previsible del fenómeno que desencadena la eventualidad (por ejemplo el desvanecimiento de un ciclón, la menor intensidad de las réplicas de un sismo o la disminución de la recarga pluvial). La relación de la población afectada con los instrumentos de la autoridad y con la autoridad misma puede romperse o afianzarse; eso depende de las condiciones previas y de la eficacia de las medidas gubernamentales para operar la crisis.
En el momento de la emergencia se presenta una cierta contradicción entre los designios de la autoridad y los reclamos de la población afectada. Esta contradicción puede tener bases más o menos comprensibles desde el punto de vista del concepto de la administración de la crisis, pero también refleja rasgos deinoperancia o falibilidad en la transmisión de órdenes o mandos entre los "tomadores de decisiones" y los ejecutores, que normalmente se apoya en las recomendaciones de un plan prescrito.
En la última década pocos conceptos y en éstos incluimdo el de la prevención han sido objeto de atención en nuestra sociedad y pocos han causado especial preocupación en los ámbitos educativos. Quizá porque la idea de la prevención en el medio escolar está íntimamente relacionada con problemas de aprendizaje, consumo de drogas, bullying, etc. En menos ocasiones de las deseadas, se plantea la prevención desde una perspectiva global, generadora de una cultura de la prevención, y en la que han de tener cabida los contenidos ligados a la seguridad del alumno de hoy y el trabajador del mañana.
El problema estriba en el hecho de que introducir esta visión del tema supone generar cambios significativos e innovadores en cuanto ¿A qué hacer durante el tiempo en la escuela? Bajo el supuesto de que la meta de la escuela debe ser el de preparar a los alumnos para el futuro, y tomar una perspectiva economicista, es difícil negar el valor añadido que tendría la educación en una sociedad en las que sus ciudadanos en general y productores en particular, ahorrarían los gastos derivados de las inadecuadas conductas que se producen por la ausencia de una cultura preventiva.
METODOLOGÍA
La metodología utilizada es descriptiva y documental
El presente estudio que se diseña y realiza en dos etapas:
1).Descriptiva: la cual permite caracterizar, reportar y analizar los datos que arrojaron encontrados.
2). Analítica: porque nos permite analizar como los grupos sociales de diferentes lugares construyen sus representaciones sociales a partir de sus propias necesidades de supervivencia, de las oportunidades personales, económicas y políticas.
LA EDUCACIÓN EN LA PREVENCIÓN DE DESASTRES NATURALES.
El término prevención hace referencia a la necesidad de poner en marcha intervenciones de carácter proactivo; es decir, actuar antes de que aparezcan las situaciones de riesgo en las que puedan producirse efectos negativos. Por otra parte, no conviene olvidar la nota de implicación global de la comunidad en todo planteamiento preventivo.
Es complicado avanzar en la cultura de la prevención sin un clima de participación social; es decir, a las actuaciones en el marco escolar, deberían unirse las del marco familiar, laboral y social. Ahora bien, desde el punto de vista de educar para la prevención, es necesario señalar que el desarrollo en los alumnos de una actitud preventiva exige una serie de requisitos mínimos.
Los programas de Protección Civil deben estar adaptados a las características de los destinatarios, y deberían ser desarrollados en un medio que permita introducir los cambios que se derivan de una política de prevención. Las actuaciones derivadas de un programa de prevención deberán ir más allá de la propia información y producir transformaciones. Los órganos y estamentos públicos, además de crear un medio cada vez más seguro han de emprender las acciones pertinentes para que los agentes educativos principales, padres y profesores, generen conciencia de la necesidad de intensificar la educación para la prevención.
En general, la prevención es un tema del desarrollo que requiere continuidad y sostenibilidad y que no es posible lograr en un corto plazo. Esta situación hace que este tema no sea atractivo para autoridades políticas cortoplacistas, que desean mostrar sus realizaciones a la comunidad tan pronto como les sea posible. Además, la prevención no es fácil de visualizar o no es evidente, dado que cuando no ocurre un desastre pocos se preocupan por explicar qué lo evitó o qué disminuyó las consecuencias. Por el contrario, lo que es evidente es la falta de prevención cuando se presenta el desastre lo que fácilmente opaca las realizaciones y aciertos anteriores de quienes promueven la gestión de riesgos.
EL DESARROLLO DE LA EDUCACIÓN Y LA PREVENCIÓN
Aunque parezca alarmante y de acuerdo a los sondeos internacionales, desde hace tres décadas los daños a causa de los desastres producto de los fenómenos naturales y de la misma acción del hombre, se han incrementando en cerca de un300 por ciento, provocando la muerte de miles de personas, la destrucción y el colapso de diversas infraestructuras sociales como puentes, aulas, mercados, hospitales, entre otros, más todavía los efectos propios de la emergencia que han dejado considerables daños sicológicos muchos son irreversibles en las familias damnificadas, con mayor incidencia en niños y madres, quienes vieron como en cuestión de segundos perdieron a sus seres queridos y todo aquello que los rodeaba.
El incremento abrupto de estos daños provocados, no por los desastres naturales que erráticamente se viene enarbolando desde todos los niveles sociales, sino por los fenómenos naturales que por la acción desmedida del hombre son propensos a causar emergencias o desastres. Los distintos Estados han comenzado a trabajar en los temas de gestión de desastres apuntando dentro de ello a forjar una cultura de prevención en la población, con atención especial al sector educación.
En algunos lugares, ha sido común el proponer bajo la denominación de “cultura” la adopción e interiorización, dentro de las actividades de la sociedad, de una actitud o disposición hacia algo, cuyo producto es útil o deseable para la comunidad en general. Por esta razón, se ha utilizado como eslogan por ejemplo la “cultura del agua”, para referirse a la necesidad de que la sociedad adopte una serie hábitos de buen uso y manejo, en este caso del agua; o la “cultura del ambiente”, para referirse a conductas o comportamientos individuales o colectivos que favorezcan la protección del medio ambiente.
De la misma manera, desde tiempo atrás, se han planteado programas y campañas de información pública que hacen referencia a la “cultura de la seguridad” o la “cultura de la prevención”, con el propósito de hacer explícita la necesidad de adoptar una actitud proactiva de las personas en relación con la prevención- mitigación de desastres y la preparación para afrontar emergencias.
En realidad, en el caso del riesgo y los desastres, aunque parezca un simple asunto de semántica quizás podría ser más adecuado, al referirse a la adopción colectiva de este tipo de actitud referirse a la “incorporación de la prevención en la cultura”, dado que lo que se intenta no es cambiar la cultura sino que la actitud preventiva sea parte, desde todo punto de vista, de las costumbres y hábitos de la sociedad.
Cualquiera que sea la manera de referirse a este planteamiento es importante señalar qué es y ha sido tan difícil hacer prevención de desastres; es decir, ¿cuáles son los obstáculos que la limitan o que impiden que la comunidad tenga una actitud proactiva hacia ese objetivo? A manera de reflexión se pueden plantear, entre otras causas de fondo, la subestimación del riesgo, la ineficiencia de la burocracia y falta de voluntad política.
Esta situación, a pesar del interés implícito de la sociedad en su seguridad, hace que sea necesario realizar esfuerzos más que notables para hacer tomar conciencia sobre los diferentes peligros e interiorizar una disposición preventiva que se manifieste explícitamente en las actividades de la sociedad. Los programas de información pública en relación con la gestión de riesgos exigen cuidadosas estrategias de divulgación y manejo de mensajes, debido a la no linealidad de la percepción de la comunidad.
No es extraño que en el caso de campañas intensas o ambiciosas de información el público reaccione negativamente por considerar innecesarias, alarmistas o exageradas las apreciaciones y recomendaciones de las instituciones. Hacer evidente el riesgo y lograr un cambio de actitud de la población es una tarea difícil y exige un cuidado especial.
Es muy común que las entidades relacionadas con la prevención de desastres y atención de emergencias tengan innumerables instrumentos de divulgación, que comúnmente se utilizan a la hora de evaluar su desempeño, pero que no llegan a cumplir su objetivo. Además en la mayoría de los casos se centran en el desastre, y no en el riesgo, pocas veces se hacen sondeos para averiguar acerca de su cobertura, su recepción y entendimiento.
En general, la mayoría de la información pública que se realiza se dirige a dar recomendaciones sobre el comportamiento que debe asumir la población en caso de emergencia, sin hacer en forma previa una debida interiorización del riesgo en el público. Por otra parte, aún cuando la descripción de los fenómenos que pueden causar desastres es un tema ineludible a la hora de comprender el riesgo, es muy común que no se hable de la vulnerabilidad y sólo se mencione como causa de los desastres a las amenazas.
Esta situación favorece que se entienda como riesgo la posibilidad de que ocurra un fenómeno intenso, que usualmente se interpreta como algo contra lo cual no es posible de hacer nada para evitarlo. Este tipo de situación es más contraproducente que lo que aparentemente parece, si lo que se desea es lograr tomar concienciaacerca del riesgo. Pues ante lo que no es posible intervenir o es inevitable, el público asume usualmente una actitud pasiva y de resignación.
Nuevos enfoques de educación formal, capacitación e información pública son necesarios para que expliquen y permitan identificar la vulnerabilidad como causa del riesgo y por lo tanto del desastre. Es necesario que las personas tomen conciencia que el riesgo es posible intervenirlo o modificarlo al reducir las condiciones de vulnerabilidad y comprender que los fenómenos de la naturaleza son amenazas en la medida en que los asentamientos humanos son vulnerables.
Por todo lo anterior, es necesario revisar a fondo los modelos de organización institucional en materia de desastres y emergencias y la legislación en que se sustentan.
Por lo tanto, un nuevo paradigma basado en la gestión del riesgo es necesario, que aparte de considerar la respuesta del Estado en caso de desastre incorpore aspectos preventivos y de mitigación en todas las actividades de la sociedad. Sin duda podría ayudar, una organización y estructura que no sólo involucre a las instituciones gubernamentales sino a la población en forma participativa, al sector privado y a los diferentes actores de la sociedad en todos los niveles.
PROPUESTA PARA AVANZAR EN LA PREVENCIÓN DE DESASTRES NATURALES
En América Latina y el Caribe, cuando menos, son ya 500 años de una continua lucha por mejorar la calidad de vida de sus habitantes, desigual tanto en el plano nacional como en el internacional. Han sido siglos de dominación, de incapacidad, de ineficiencia, de dificultades, unas propias, otras impuestas por los sistemas económicos y políticos imperantes.
También se han logrado avances, lo cual no puede despreciarse por ningún motivo, pero igualmente y de alguna manera dichos avances han significado muchos costos, y los problemas han traído nuevas situaciones cada vez más complejas. Algunos de esos costos han sido el rápido e irracional crecimiento de muchos centros urbanos; la industrialización no controlada; la sobreutilización de los recursos naturales renovables y no renovables; la falta de control sobre las técnicas de cultivo; la cultura del corto plazo; la creciente brecha entre pobres y ricos; el atraso y la apatía política y la ausencia de participación ciudadana.
Aunque las repercusiones de estos costos se perciben en muchos otros campos, en el ámbito de los desastres naturales, se ven reflejados directamente en la mayor vulnerabilidad de las personas para defenderse de las amenazas naturales y tecnológicas. Vulnerabilidad en términos físicos, económicos, sociales y culturales, entre otros. Daños irreversibles sobre el medio ambiente y otros daños que sólo pueden repararse con acciones de largo plazo, que también tienen su precio. Paradojas del progreso y el desarrollo.
De acuerdo con las proyecciones de organismos globales y regionales de financiamiento, muchos de los países en desarrollo duplicarán su población urbana en el próximo cuarto de siglo, lo que significará un aumento dramático de la vulnerabilidad como resultado del desorden urbano, la dificultad de proveer servicios públicos y debido al proceso de industrialización.
Solamente incorporando criterios de prevención en la planificación física urbana o territorial, la planificación sectorial y socio-económica y formulando modelos prospectivos de indicadores que permitan detectar mediante alertas tempranas posibles crisis, será posible un proceso equilibrado que pueda interpretarse como desarrollo sostenible. La disminución del impacto de los desastres debe enfrentarse primordialmente bajo la acción concertada y decidida de mejorar o cambiar el estilo o modelo de desarrollo, modelo que debe continuar dirigiéndose a mejorar la calidad de vida de todos, pero al mismo tiempo, encontrando la manera de disminuir vulnerabilidades y de buscar el equilibrio entre las necesidades de progreso y la preservación del medio ambiente. Es necesaria una acción concertada, donde a los aspectos técnico-científicos se les valide como necesarios, pero no como suficientes.
En este momento las instituciones sociales correspondientes al aparato científico y a la autoridad han tenido un papel preponderante; unas veces con deficiencias derivadas del alejamiento existente entre estas dos instituciones, otras porque según sea el desarrollo socioeconómico de la sociedad particular, los avances científicos y tecnológicos son atrasados, o porque el tipo de autoridad está en contradicción con las exigencias y/o necesidades de la misma sociedad.
En la prevención puede observarse qué tan estrecha o relajada es la relación entre la esfera científica y la del gobierno, sobre todo si partimos de la idea de que el gobierno es el poder institucionalizado y en consecuencia la parte rectora del funcionamiento social. El aparato científico plantea o descubre conocimientos acerca de los peligros o riesgos que necesariamente tendrían que incorporarse a las medidas preventivas adecuadas.
En México, tomemos en cuenta, apenas estamos entrando a este escenario y valdría la pena considerar errores ajenos para prever los propios.
El conocimiento producido o buscado en la esfera científica atiende básicamente tres aspectos además del tecnológico, que son: conceptual, histórico y empírico. Estos tres tipos de conocimiento tienden a hacer más previsible la caracterización espacial y temporal de los peligros, riesgos, vulnerabilidades y, por supuesto, formas para esclarecer no sólo la esencialidad sino la manera como debe investigarse un fenómeno desastroso, desde sus potencialidades hasta su desenlace y posibles consecuencias.
Otra de las bondades, por así decirlo, del conocimiento histórico es que muestra el plano del cambio de la percepción y la explicación de los riesgos y desastres que dependen de contextos culturales, socio-productivos y geográficos; ilustra las frecuencias y magnitudes así como los cambios espaciales, lo cual es de una ayuda fundamental para la prevención.
Los conocimientos empíricos se refieren a aquellos que arrojan los desastres una vez que se manifiestan y son una especie de elucidación crítica que puede ofrecer mayor claridad respecto a las fallas o inexistencias de medidas preventivas, a las características propias de la presencia del fenómeno, los porqués y el cómo de las afectaciones y las peculiaridades de sus consecuencias.
El papel de la ciencia con respecto a su vínculo hacia la sociedad también es un asunto de gran consideración. Es muy relativo pensar que, tratándose del riesgo- desastre, la ciencia deba esperar tener un intermediario como sería el caso de la autoridad para que sea ésta quien dosifique hacia la población algunas verdades científicas sobre los riesgos, aunque la preocupación por ello a veces válida sea el no despertar una alarma que haga difícil de manejar una eventualidad. Por otro lado, y regresando al planteamiento general de la exposición, habría que señalar que la autoridad o gobierno juegan un papel importante en el drama de los riesgos y desastres, pero ese papel puede estar disputado involuntariamente por otros sectores de la sociedad.
El gobierno como instancia que regula el funcionamiento social en tiempos de "vida normal", tiende a resarcir la normalidad en tiempos de crisis de desastres para continuar regulando la función social, como si la condición de crisis, de manera preconcebida, apareciera como condición ingobernable. La necesidad de mantener el control o regulación, así como la responsabilidad por ello, hacen pensar, casi como dogma, que es el gobierno el encargado de administrar la crisis de los desastres, pero habría que cuestionar si esa es una tarea en exclusiva.
En el caso de nuestro país, que inicia prácticamente el camino hacia la construcción de un sistema de Protección Civil que quiere ser eficaz, los "tomadores de decisiones". Básicamente, los esquemas conceptuales a través de los que se maneja el Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC) consideran a los desastres como un proceso que debe comprender tres componentes identificables, a saber: agentes perturbadores, agentes afectables y agentes reguladores. Tal concepción ubica en el mismo plano, como agentes, a los factores etiológicos, a la población afectada y sus bienes, así como a los organismos encargados de administrar la crisis.
En la realidad un fenómeno desastroso no sólo involucra al aparato gubernamental, tal como se ha reconocido por diversos estudios empíricos sobre desastres a nivel internacional, sino que las condiciones pre-desastre definen de alguna manera potenciales liderazgos de sujetos protagónicos no gubernamentales, en modo individual o colectivo. En este renglón de la prevención de desastres, respecto al papel gubernamental, es donde el concepto de administración de los riesgos y de la crisis de los desastres toma una dimensión que trasciende toda consideración técnica y llega al terreno de lo político. En efecto, no podría ser de otra manera supuesto que una acción administradora puede, entre otros parámetros, ser autoritaria o democrática.
Dada la naturaleza inédita del desastre; de su desenlace durante la emergencia; del camino seguido por el afloramiento de las contradicciones sociales contenidas en los tiempos de vida normal; de la relación ciencia-administración en lo que se refiere a los planes prescritos de normalización y a la capacidad de flexibilización de éstos, todo junto con las condiciones físicas resultantes de la presencia del fenómeno desastroso, la vía hacia la normalización debe superar y considerar todas esas presencias que conforman también un proceso nuevo e igualmente inédito de recomposición no sólo social, sino de reacondicionamiento de los soportes físicos de vida social y productivos.
Una revisión de parte de la literatura mundial sobre el riesgo-desastre, que aglutina esfuerzos de sociólogos, geógrafos, psicólogos y psiquiatras, así como a la rama ingenieril, permite ver la extraordinaria variedad temática y la gran diversidad de orientaciones teóricas que se han generado para entender algunos aspectos de los desastre naturales en los diferentes momentos que se han señalado.
Permite ver también los cambios de esas orientaciones y de los énfasis de las investigaciones, de manera que en la actualidad la ampliación de los investigadores interesados en este tema ha significado igualmente la ampliación de perspectivas teóricas. De los estudios temáticos sobre un desastre individual se ha variado el énfasis, junto con búsquedas conceptuales, hacia la comprensión más global del proceso.
Este panorama, tal vez visto de manera parcial, plantea necesidades urgentes si es que este ámbito de la investigación se piensa, más que prioritario, simple y llanamente necesario para cumplir el propósito de producir conocimientos que hagan más factible la reducción de pérdidas materiales y humanas provocadas por desastres y, desde luego, que aporten los elementos críticos pertinentes para perfeccionar los mecanismos de control y mitigación de los efectos desastrosos, pero sobre todo para incluir sus aportaciones en la esfera de la prevención.
LA CULTURA DE LA PREVENCIÓN Y SU IMPACTO EN LA EDUCACIÓN
Es preciso fomentar la reflexión sobre los desastre naturales ocurridos en los últimos años, no sólo en México; sino en el resto del mundo porque, de hecho, a partir de este campo de estudios es posible incidir en concepciones consensuales de la investigación sobre la sociedad y la naturaleza. Esto quiere decir que el análisis de condiciones críticas puede manejar ideas importantes que dominan la interpretación fenomenológica de condiciones estables, entre otras cosas, como la misma elaboración de propuestas para explicar estos procesos de los desastre naturales.
Es interesante enfatizar la necesidad de generar algunas propuestas de trabajo que incluyan la asimilación de los avances más recientes en el plano de las concepciones. Se ha señalado que el concepto de interacción de los riesgos, que se ha colocado como el más claro consenso académico de investigación, tiene algunas dificultades cuando se consideran rangos de diferentes contextos que disminuyen la interpretación y dificultan la comprensión común entre las explicaciones teóricas. Uno de estos contextos hace referencia al hecho de que los problemas del "mundo real" no están fácilmente delimitados.
Los riesgos tienden a traslaparse y tocan otros problemas; por ejemplo, un área urbana tiene riesgos de diferente orden, tanto naturales como antropogénicos; puede estar sujeta a sismos o inundaciones por razón de un emplazamiento espacial observable a nivel medio o macro, y al mismo tiempo puede guardar toda una gama de riesgos industriales de micro y macro localización o hasta del orden nuclear. La gestión social sobre esos riesgos puede involucrar, entre otras cosas, una mala administración medio ambiental, agotamiento de recursos, tensiones políticas.
Las estadísticas muestran que la ocurrencia de desastres naturales en países en vías de desarrollo ha aumentado significativamente en los últimos cincuenta años. Dado que el peligro permanece más o menos constante, la explicación tiene que encontrarse en el hecho de que las condiciones de vulnerabilidad de la población y sus asentamientos están empeorando aceleradamente. Las posibilidades de controlar la naturaleza son remotas salvo en el campo de la predicción de desastres. Por lo tanto, la única manera de reducir las posibilidades de ocurrencia de desastres es actuar sobre la vulnerabilidad, sin embargo, no es suficiente actuar solamente sobre los rasgos exteriores físicos de la vulnerabilidad en un momento dado. Si no actuamos sobre las causas de la vulnerabilidad, nuestros esfuerzos tendrán un éxito muy limitado.
Para actuar sobre la vulnerabilidad es preciso entender que la mayor parte del proceso de urbanización y construcción en nuestro país se da a través de las acciones que realiza la gente misma al margen de cualquier norma oficial; a la vez, una proporción creciente de las actividades productivas y económicas se realiza en el llamado "sector informal". Por consiguiente, la clave para reducir la vulnerabilidad no está tanto en acciones a nivel de gobierno o de instituciones profesionales o del sector formal sino más bien a nivel de la población misma y sus organizaciones. Dado que la vulnerabilidad se produce a este nivel su mitigación también tiene que realizarse por parte de la gente misma. Aquí vemos la vinculación imprescindible entre la investigación y la acción.
Los desastres tienen que estudiarse junto con la población misma y desde su punto de vista, a la vez que la población tiene que actuar y presionar para mitigar la vulnerabilidad y reducir la ocurrencia de desastres.
CONCLUSIONES
El acceso a la educación es uno de los pilares básicos de una sociedad libre y democrática, de esta manera, el control institucional radica en una sociedad educada, que puede expresarse con criterio propio. Como consecuencia, la educación es un derecho inalienable del hombre, protegido y amparado por la constitución, que está vinculado al derecho de enseñar y aprender y lógicamente la educación está directamente relacionada con el derecho a la libertad, porque sólo aquellos que reciben una educación integral son realmente libres, pero además, pueden ejercer esa libertad. Bien: en este concepto ¿qué entendemos por prevención?
Básicamente, la prevención tiene el propósito de evitar la aparición de riesgos para la salud del individuo, de la familia y la comunidad. Implica actuar para que un problema no aparezca o, en su caso, para disminuir sus efectos, esto se logra a través de la investigación, del trabajo en equipo y también es necesario el conocimiento, la iniciativa y la creatividad.
El estudio de los desastres naturales entonces tiene la finalidad de concientizar a la población sobre su situación de vulnerabilidad y otorgarle los conocimientos necesarios para alcanzar condiciones de seguridad. El estudio, entonces, tiene que estar unido a un programa permanente de promoción, capacitación y asistencia. El derecho a un hábitat seguro tiene que ser incorporado como una reivindicación más de parte de los sectores populares.
Parece necesario indicar, que una contribución para ese avance es iniciar esfuerzos en la construcción de pequeños atlas o conjunto de cartas regionales enfocados a identificar en esos ámbitos, pero con juegos de escalas mayores es decir, que cubran áreas menores, la conjugación e interconexión de factores de riesgo así como la organización espacial de la población regional y local para poner de relieve no sólo los diferentes rangos del peligro-riesgo sino las posibles evoluciones de esos rangos. Esos serán instrumentos valiosos para la administración de los riesgos, pero también lo serán para el ordenamiento estratégico de la investigación.
Finalmente, estos desastres naturales representan un desafió en cuanto al apoyo humanitario que los organismos internacionales deben generar, así como la ayuda de los distintos países. Nadie desea estar en este tipo de situación. Ellos son nuestros hermanos y debemos mostrar no sólo compasión por decir lo menos- sino una actitud proclive hacia la solidaridad activa en el mundo. Si actuamos así, con el buen ejemplo, es quizás la mejor forma de educar a nuestros vecinos, a nuestros ciudadanos, y porqué no a las generaciones futuras. La lucha contra los desastres naturales no sólo debe partir de la prevención sino también de la solidaridad, lo cual implica terminar con la indiferencia, pues nada, ni nadie garantiza que algún día nos pueda pasar lo mismo.
BIBLIOGRAFÍA
ALFARO.B.J. (2005), Ciencias del Ambiente, CECSA, México
BERGER P. (2001), La construcción de la realidad, Amorrortu, Argentina. CATALÁN D. (2001), Protección Civil, Trillas, México
GALLEGOS. N. R. (2001), una visión integral de la educación, Fineht, Guadalajara, 231p.
GARCÍA. C. L. Quezada. R.J. (2004), Identificación de Riesgos, IPN CIECAS, volumen VI, México.
GARZA. S. Y D. RODRÍGUEZ, (2001). Los Desastres en México. Ed. UNAM- Universidad Iberoamericana. México D.F.
GARNIER, JOSÉ ENRIQUE Y VILLARREAL, ANA LUCÍA. (1998), "La Comunicación yel Espacio en los Procesos Educativos". Tomado del libro Comunicación y Cultura: Una Perspectiva Interdisciplinaria. Editorial DEI, Costa Rica.
IMF (2002). IMF World Economic Outlook (WEO), Focus on Transition
LOVÓN. Z. G. (1988), Desastres naturales y sociedad en América Latina, Grupo Editor Latinoamericano, Argentina, 487p.
LUGO. J. H. (2002), Desastres Naturales en América Latina, FCE, México, 500p. Cardona, O. 2002. Conceptos y definiciones de relevancia en la gestión del riesgo.
PNUD.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). 2003 Manual para la evaluación del impacto socioeconómico del los Desastres. Cuatro tomos.