POSTER: ZEN driving. Control del estrés y emociones en la conducción

No resulta para ninguno de nosotros desconocido el tamaño del problema que afrontamos cuando nos disponemos a hablar de los accidentes de tráfico. Ni siquiera la gran mejora de los datos de siniestralidad en nuestro país se está produciendo puede ocultar la profunda herida que supone el hecho de tener que soportar la pérdida de 4000 de nuestros seres queridos cada año. Además de estos fallecimientos, no podemos pasar por alto las más de 1000 personas que en este año, también resultarán con una lesión grave a nivel cerebral o medular. Solamente evaluando los costes humanos que supone, podemos darnos cuenta de que estamos hablando de uno de los mayores problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad, únicamente maquillado por nuestro adormecimiento originado por el constante goteo de víctimas. “Sólo 7 muertos este fin de semana” Desde hace 8 años Prevensis es una organización dedicada a la prevención de los riesgos asociados a la conducción. En esa labor hemos afrontado numerosos retos a la hora de analizar el origen de los numerosos riesgos que por elección propia añadimos a la ya compleja tarea de conducir. Bien de manera independiente o junto con otros organismos hemos desarrollado programas de formación y prevención en ámbitos tan conocidos como el alcohol, la fatiga, el cansancio, o los distractores al volante. No obstante venimos detectando la ausencia de investigación en un campo tan básico en nuestro comportamiento como son las emociones y la manera en que estas nos afectan en un entorno como el de nuestro vehículo.
Palabras Clave: 
conducción, emociones, autocontrol
Autor principal: 
Carlos
Apodaca Sáenz
Coautores: 
Jesús
Gómez Ramos

Apodaca Sáenz, Carlos Gómez Ramos, Jesús

Autor Principal:

Apodaca Sáenz, Carlos carlos.apodaca@prevensis.com 652010114

ABSTRACT

ABSTRACT

No resulta para ninguno de nosotros desconocido el tamaño del problema que afrontamos cuando nos disponemos a hablar de los accidentes de tráfico.

Ni siquiera la gran mejora de los datos de siniestralidad en nuestro país se está produciendo puede ocultar la profunda herida que supone el hecho de tener que soportar la pérdida de 4000 de nuestros seres queridos cada año. Además de estos fallecimientos, no podemos pasar por alto las más de 1000 personas que en este año, también resultarán con una lesión grave a nivel cerebral o medular.

Solamente evaluando los costes humanos que supone, podemos darnos cuenta de que estamos hablando de uno de los mayores problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad, únicamente maquillado por nuestro adormecimiento originado por el constante goteo de víctimas. “Sólo 7 muertos este fin de semana”

Desde hace 8 años Prevensis es una organización dedicada a la prevención de los riesgos asociados a la conducción. En esa labor hemos afrontado numerosos retos a la hora de analizar el origen de los numerosos riesgos que por elección propia añadimos a la ya compleja tarea de conducir.

Bien de manera independiente o junto con otros organismos hemos desarrollado programas de formación y prevención en ámbitos tan conocidos como el alcohol, la fatiga, el cansancio, o los distractores al volante. No obstante venimos detectando la ausencia de investigación en un campo tan básico en nuestro comportamiento como son las emociones y la manera en que estas nos afectan en un entorno como el de nuestro vehículo.

Palabras claveconducción, emociones, autocontrol, atención, nivel de activación, zen.

ZEN DRIVING. CONTROL DEL ESTRÉS Y EMOCIONES EN LA CONDUCCIÓN

Autores:

Apodaca Sáenz, Carlos Gómez Ramos, Jesús

Autor Principal:

Apodaca Sáenz, Carlos carlos.apodaca@prevensis.com 652010114

INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

No resulta para ninguno de nosotros desconocido el tamaño del problema que afrontamos cuando nos disponemos a hablar de los accidentes de tráfico.

Ni siquiera la gran mejora de los datos de siniestralidad en nuestro país se está produciendo puede ocultar la profunda herida que supone el hecho de tener que soportar la pérdida de 4000 de nuestros seres queridos cada año. Además de estos fallecimientos, no podemos pasar por alto las 1000 personas que en este año, también resultarán con una lesión grave a nivel cerebral o medular.

Solamente evaluando los costes humanos que supone, podemos darnos cuenta de que estamos hablando de uno de los mayores problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad, únicamente maquillado por nuestro adormecimiento originado por el constante goteo de víctimas. “Sólo 7 muertos este fin de semana”

Desde hace 8 años Prevensis es una organización dedicada a la prevención de los riesgos asociados a la conducción. En esa labor hemos afrontado numerosos retos a la hora de analizar el origen de los numerosos riesgos que por elección propia añadimos a la ya compleja tarea de conducir.

Bien de manera independiente o junto con otros organismos hemos desarrollado programas de formación y prevención en ámbitos tan conocidos como el alcohol, la fatiga, el cansancio, o los distractores al volante. No obstante venimos detectando la ausencia de investigación en un campo tan básico en nuestro comportamiento como son las emociones y la manera en que estas nos afectan en un entorno como el de nuestro vehículo.

Todos conocemos personas de carácter afable que una vez se encuentran al volante se convierten en auténticos “energúmenos”, o el típico caso de personas que tras una discusión acalorada se han visto involucradas en accidentes de tráfico. Sin embargo debido a que nuestro mundo emocional es un entorno turbio y esquivo en muchas ocasiones, acompañado del hecho de que lo sentimos como parte básica de nuestra personalidad, hace que nunca nos hayamos puesto manos a la obra con esta parte del problema.

Cabría preguntarnos llegado este momento ¿Qué cantidad de los accidentes sufridos por nuestros jóvenes son debidos a la impulsividad emocional propia de suedad? ¿Cuántos de los accidentes debidos a agresividad entre conductores podrían haber sido evitados con un adecuado control emocional? En definitiva ¿Cómo afectan las emociones a la conducción? ¿Qué técnicas debemos utilizar para lograr un adecuado control emocional en la conducción? Estas son las preguntas a las que pretendemos dar respuesta con el presente estudio.

Debido a los numerosos avances tecnológicos de los que gozamos en la actualidad, cantidad de hechos científicos que permanecían ocultas se están abriendo ante nuestros ojos. Gracias a técnicas de neuroimagen como el escáner cerebral, el TEP o el registro de las ondas cerebrales podemos comprender el funcionamiento del órgano más importante de nuestro cuerpo, el cerebro.

A través de estos avances tecnológicos hemos sabido que las emociones no son sino patrones de comportamiento adquiridos a través de toda nuestra evolución, como animales primero, y como seres humanos después. Patrones estereotipados que han sido grabados generación a generación en nuestros genes y que son transmitidos sin necesidad de que medie una enseñanza entre padres e hijos. El paquete de reacciones que constituyen llorar y sollozar está listo y activo al nacer: aquello por lo que lloramos, a lo largo de toda la vida cambia debido a nuestra experiencia. Por ejemplo, un niño no necesita un aprendizaje para expresar alegría, tristeza o ira, aunque este aprendizaje, posteriormente será básico a la hora de determinar ante que estímulos se presenta cada una de estas emociones.

Incluso en especies mucho más simples que la nuestra podemos observar reacciones emocionales. Sabemos que la abeja zumbará irritada a nuestro alrededor si nos acercamos a su enjambre o que el caracol al tocarlo se replegará sobre sí mismo (aumentará su presión sanguínea y su ritmo cardiaco se disparará). Son reacciones emocionales básicas, no voluntarias, estereotipadas y que no responden a un plan consciente.

Estos patrones han servido a las especies para la supervivencia: el hecho de tener una reacción instantánea de ira ante un agresor, sin tener que esperar a realizar un análisis pormenorizado de la situación, ha servido para salvar muchas vidas mientras vivíamos en las cavernas.

De hecho, debajo de cada una de las emociones básicas podemos percibir su origen evolutivo:

MIEDO: Peligro que nos acecha, tendemos hacia la protección propia y de los nuestros.

SORPRESA: Apertura de los sentidos, ayuda a orientarnos frente a la nueva situación.

ASCO: Nos produce rechazo hacia el objeto que lo produce (alimento en mal estado)

IRA: Agresividad ante la percepción de un ataque externo.

ALEGRÍA: Todo funciona, nos induce a la repetición de suceso que nos hace sentir bien.

TRISTEZA: Comunica a los demás una pérdida, dolor o problema.

Pero con la civilización, conductas que antes eran perfectamente adaptativas por ejemplo la ira y por ello conservamos en nuestra herencia genética, han dejado de serlo. Lamentablemente el hecho de que no sean adaptativas en la mayoría de las situaciones no hace que dejemos de expresarlas.

Siempre, en cada segundo de nuestra vida estamos sintiendo una emoción que nos va a colocar en un punto de partida determinado ante cualquier situación. Por ello las emociones son el cristal que da el color a nuestra vida y dependiendo de las mismas podemos ver todo gris o perfectamente iluminado sin que la situación haya cambiado realmente.

Otra de las lacras del siglo XXI, el estrés, no es más que tensión emocional mal gestionada, está detrás del 90% de las enfermedades que sufrimos en la actualidad. Por ejemplo un reciente estudio publicado en la revista Science pone de manifiesto que tras detectar diferentes tipos de proteínas precursoras del cáncer, es el estrés el factor desencadenante que produce la combinación de las mismas y por lo tanto el origen de la enfermedad. Además se ha comprobado la influencia del mismo en todo tipo de enfermedades gástricas, cutáneas, psiquiátricas, inmunológicas, etc.

Respecto de la toma de decisiones, las emociones adecuadas aceleran, focalizan, analizan y ejecutan más rápido las prioridades para tomar dicha decisión, lo que conlleva una mejora en este proceso que tiene lugar entre 60 y 90 veces por minuto mientras estamos conduciendo. Esto nos lleva a que tener un control emocional adecuado repercutirá favorablemente en la calidad de las decisiones que tomemos al volante. Un exceso o un defecto en el nivel de activación emocional disminuirá la capacidad de atención disponible para recoger información del entorno.

Las emociones van a generar un estado o predisposición positiva o negativa hacia cualquiera que sea nuestra tarea en un momento determinado puesto que van a ser capaces de generar neurotransmisores que afectan a nuestro sistema respiratorio, temperatura, ritmo cardiaco, etc. y todos estos parámetros, ahora podemos medirlos.

En la actualidad podemos registrar por ejemplo las órdenes que cada grupo de neuronas envía a otras zonas del cerebro o a nuestro cuerpo para que ponga en marcha algún tipo de actividad. Estos registros necesitan de una tecnología de adquisición de datos y filtrado muy precisa ya que estamos hablando de microvoltios y todo ello en un órgano en constante actividad que consume el 20% de la energía utilizada por nuestro organismo.

Todas estas relaciones que venimos comentando no son más que el producto de la unidad entre mente y cuerpo que desde hace siglos han venido promulgando las culturas orientales y que tan denostadas han sido en occidente. En nuestro mundo occidental, desde que Descartes divulgó su idea de que mente y cuerpo eran dos “sustancias” diferentes, la medicina y las ciencias se han encargado del cuerpo físico, dejando la psique y por lo tanto las emociones en un segundo plano, que cada día se desvela más erróneo.

El Zen es una de las disciplinas orientales que más ha incidido en el autocontrol como forma de vida, y en honor a ello hemos nombrado este proyecto como ZEN DRIVING.

Así, en este proyecto equiparemos los ZEN CAR con la más avanzada tecnología de medición de parámetros fisiológicos como son las ondas cerebrales generadas por el conductor, o la variabilidad de su frecuencia cardiaca, datos que nos darán una imagen precisa del estado del conductor en cada segundo. Por otro lado el vehículo estará equipado con cámaras de video, localizadores de posicionamiento y diferentes sensores telemétricos que nos mostrarán hasta los más pequeños detalles de la conducción del participante.

Fotografía 1: conductor con cinta de electrodos colocada

Entre la multitud de ondas cerebrales que podemos detectar hemos seleccionado aquellas que son más útiles para nuestro propósito de conocer el estado emocional de la persona mientras se desarrolla la conducción bajo diferentes circunstancias y en diferentes entornos.

Por ejemplo, gracias al registro de las ondas cerebrales podemos conocer datos como la cantidad de atención que el conductor está prestando al entorno en cada momento o el nivel de activación que mantiene su cerebro.

El nivel de activación es una escalera, en la que el escalón más bajo sería el sueño profundo y los escalones superiores corresponderían a un ataque de pánico. Si te encuentras en los peldaños más bajos, no podrás ver lo suficiente, pero si subes demasiado la escalera, estarás demasiado alto para ver con claridad. Tus emociones son las que determinarán a qué altura de la escalera te colocas.

Fotografía 2: Algunos parámetros registrados en el Zen Car.

¿Conduces de la misma manera después de encontrar un atasco que antes del mismo? ¿Afecta el estrés y las prisas a tu forma de conducir? ¿Cuánto tiempo te va a afectar ese pequeño conflicto de tráfico que has tenido con otro conductor? La respuesta a esas preguntas la tenemos cada uno de nosotros.

Estar feliz, triste, estresado o tranquilo no solo tienen que ver con cómo nos sentimos, sino que influyen en todos nuestras acciones. Aplicando las técnicas adecuadas, podremos manejar nuestras emociones al volante y lograr que éstas no perjudiquen a nuestra conducción.

Cada emoción que sentimos va a generar una forma de comportarnos determinada. Antes de que nosotros mismos seamos conscientes de ella, en nuestro cuerpo se ponen muchos procesos en marcha que no podemos detener, pero sí cambiar su duración e intensidad.

En el estudio que nos ocupa trataremos de relacionar variables muy diferentes:

• Cómo influye el estado emocional previo o el estrés en nuestros comportamientos al volante (transferencia externa-interna)• Cómo el estrés previo puede incrementarse o disminuirse dependiendo de nuestra actitud al volante.• Cuáles son los factores de la circulación y el entorno que mayores reacciones emocionales producen y como estos nos afectarán posteriormente.• Cuáles son las técnicas que podemos aplicar en nuestro vehículo para conseguir neutralizar los efectos de las emociones negativas.

En definitiva, pretendemos descubrir cuáles son las técnicas a aplicar por cada tipo de conductor, para lograr el autocontrol emocional en el vehículo y demostrar mediante datos su efectividad.

Una vez conozcamos la manera de manejar nuestras emociones en el vehículo podremos generalizar las técnicas utilizadas de modo que estas nos sirvan para conducirnos más seguros, sanos y felices, tanto dentro como fuera del coche.