Martínez García, José
Servicio de Salud/Refinería CEPSA Tenerife / Prol. Benito Pérez Armas, sn /38005 Santa Cruz de Tenerife / España 34 922 602811 / jose.martinez@tenerife.cepsa.esDarias Bernal, DinorahServicio de Salud/Refinería CEPSA Tenerife / Prol. Benito Pérez Armas, sn /38005 Santa Cruz de Tenerife / España 34 922 602811 / dinorah.darias@tenerife.cepsa.es
Peláez Torres, Francisco
Dpto. Personal/ Refinería CEPSA Tenerife / Prol. Benito Pérez Armas, sn / 38005 Santa Cruz de Tenerife / España
34 922 602680 / francisco.pelaez@tenerife.cepsa.es
ABSTRACT:
La turnicidad en el trabajo podría conlleva la utilización por parte de los trabajadores de distintos fármacos y substancias, para combatir distintas alteraciones, como insomnio, ansiedad, trastornos psicosociales diversos, etc. Se ha estudiado el consumo de substancias psicoactivas en dos poblaciones, una de 150 trabajadores con turnicidad y nocturnidad, y otra de 50 trabajadores en jornada normal diurna, y el policonsumo de psicofármacos y drogas sociales, tabaco y alcohol. Todas las especialidades de la Prevención de Riesgos Laborales intervienen en esta problemática. El uso de psicofármacos ha sido muy poco valorado en las evaluaciones de riesgos.
Palabras clave:
Psicofármacos, turnicidad, nocturnidad, evaluaciones de riesgos laborales.
INTRODUCCIÓN:
Los efectos que sobre la salud puede ocasionar el trabajo a turnos se deben fundamentalmente a la nocturnidad. La incidencia que el trabajo a turnos de mañana y tarde tiene sobre el organismo es mínima, ya que no se alteran básicamente los ritmos vitales, y se atenúa con la rotación, alternando semanas de mañana con semanas de tarde.
El trabajo nocturno es una actividad profesional desarrollada en el periodo reservado generalmente para dormir. En nuestro ámbito lo entendemos como el trabajo desarrollado entre las 22.00 horas y las 6.00 horas. Se estima que aproximadamente un 15% de la población laboral española trabaja a turnos con nocturnidad [1].
Las personas se adaptan a un ritmo diario de veinticuatro horas, en función del día y la noche, ritmo circadiano o nictemeral, y a otros ritmos biológicos, hormonales, abdominales, etc.[2]. También influyen en nuestra vida cotidiana, el ritmo laboral, periodos de intensidad productiva o de parada, el ritmo social, el descanso de fin de semana o el horario comercial. Los ritmos de veinticuatro horas están además regulados por sincronizadores exteriores y por sincronizadores esenciales, que les impone la vida social.
La alternancia vigilia-sueño en el trabajo a turnos tiene un comportamiento fundamental, pues existen oscilaciones en el nivel de vigilancia de acuerdo al ritmo. Se alteran las condiciones de temperatura corporal, que disminuye habitualmente por la noche, repercutiendo sobre el metabolismo y todas las funciones del organismo. La vigilancia disminuye, con mayor probabilidad de riesgos, existiendo una mayor frecuencia y duración del sueño paradójico, la “cabezada”, disminuyendo las capacidades sensoriomotoras, con menor apreciación visual y auditiva, y menor capacidad motriz. Los errores de lectura aumentan durante la noche. La ruptura de alternancia en los periodos de vigilia-sueño además genera perturbaciones psicológicas, ansiedad, irritabilidad, falta de concentración, etc., que van asociadas a toda la vida del trabajador, incluyendo su entorno familiar y social [3].
La accidentalidad en los trabajadores a turnos con nocturnidad es menor en número, pero mayor en gravedad con relación a la de los trabajadores en jornada diurna (6.00 horas a 22.00 horas). El absentismo general es menor cuantitativamente, pero de mayor duración individual, posiblemente por el impacto que tiene sobre los compañeros de trabajo, con dobles jornadas o “doblar”; lo que les crea una mayor presión y concienciación para no lesionar los intereses de otro trabajador.
Familiarmente repercute con una organización paralela en función del turno de trabajo, con periodos de silencio y oscuridad en el domicilio, conflictos continuos con los hijos para respetar el sueño diurno del trabajador, comidas reguladas por el turno y ocio familiar impuesto. Socialmente se refleja en un aislamiento debido al turno, con escasez de amistades, que suelen reducirse a los propios compañeros con relaciones extraordinariamente vinculantes y actividades grupales, escasez de relaciones vecinales e incluso, los trabajadores a turnos, son desconocidos para muchas personas que se relacionan con su propia familia. El turno genera SOLEDAD, con aficiones individuales muy definidas, tales como cuidar animales, marquetería, etc.[4].
Las patologías más características del trabajador a turnos vienen representadas por la ansiedad, irritabilidad, etc.[5]. Muy frecuentes también los cuadros digestivos generados por un cambio continuo de horarios y errores alimenticios constantes, “bocadillos”, con aumentos de colesterolemia, procesos cardiovasculares, por la obesidad y el sedentarismo, ya que difícilmente pueden regular una actividad física programada, envejecimiento prematuro, trastornos de la esfera sexual e incluso se describe una mayor frecuencia del cáncer de mama en las mujeres que trabajan en turnos con nocturnidad. Existe una reducción en la calidad y duración del sueño, con disminución de las fases de sueño profundo, lo que genera un cansancio crónico. Se constata una auténtica fobia a trabajar de noche, que se traduce en un absentismo con bajas médicas solamente en los días que dura el turno de noche.
Es frecuente el síndrome de Mobing, dentro del propio grupo de turno, con gran dosis de agresividad y hostigamiento psicológico, que lleva al absentismo a la persona que lo sufre, con graves trastornos psicológicos y tentativas de autolísis. Suele comenzar con bromas sobre un determinado individuo, terminando con un desprecio y odio de todo el grupo hacia esa persona. Se describe el síndrome de Burnout constantemente en determinadas profesiones que llevan asociada la turnicidad.
En esta complejidad socio-laboral que se produce a consecuencia del trabajo a turnos, aparecen los mecanismos psicológicos de escape e integración grupal, tales como pequeños trabajos en grupo, “arreglar algún electrodoméstico de la casa en el trabajo”, lecturas comunes, cenas compartidas, etc., pero algunas personas necesitan una “pastilla” para ayudarles a integrarse o adaptarse a los cambios de ritmo de trabajo, sobre todo a la alteración del ritmo vigilia-sueño.
Aparecen los PSICOFARMACOS.
Antidepresivos, antisicóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos e hipnóticos son empleados para afrontar el turno. Los ansiolíticos e hipnóticos son los más usados por los trabajadores, y sobre todo las benzodiacepinas.
Los efectos secundarios de este grupo farmacológico son bien conocidos y representan un riesgo para la actividad laboral. Producen dependencia y síndrome de abstinencia, potencian el efecto del alcohol, alteran la capacidad de respuesta y vigilancia, amnesia anterógrada, confusión, vértigo, visión borrosa, somnolencia, fatiga y “reacciones paradójicas”, como excitación aguda, ansiedad de rebote, trastornos del sueño, alucinaciones, etc.
En un estudio publicado recientemente se describe el aumento en el consumo de psicofármacos en atención primaria, con aumentos en torno a 7 DDD/1000 personas/día entre 1985 y 1994 en benzodiacepinas e hipnóticos, con un consumo medio de 36.3 DDD/1000 personas/día en España [6]. Muchos de estos psicofármacos son empleados por trabajadores a turnos.
OBJETIVOS:
- 1. Determinar la incidencia del consumo de psicofármacos en una población laboral con turnicidad y nocturnidad.
- 2. Determinar los procesos patológicos de la población de estudio que puedan estar asociados a su ritmo laboral.
- 3. Analizar la incidencia del grupo de estudio sobre el absentismo, en patologías relacionadas con el ritmo de trabajo.
- 4. Analizar las asociaciones de psicofármacos y otras drogas sociales.
MATERIAL Y METODO:
Se realiza un estudio descriptivo transversal entre los meses de septiembre y diciembre de 2001, de una población T con trabajo a turnos y nocturnidad y un estudio descriptivo transversal entre los meses de septiembre y diciembre de 2001, de una población N con trabajo en jornada normal, sin turnicidad ni nocturnidad, en una instalación de refino de petróleo, que tomamos como grupo de control.
1.Población
La población T (JORNADA A TURNOS) la componen 157 varones, con una edad media de 50 años, y una antigüedad media de 27 años en el trabajo. Están trabajando a turnos de dos tardes, dos noches y dos mañanas seguidas, con cuatro días de descanso entre cada ciclo, en horarios de 12.00 a 20.00, 20.00 a 4.00 y 4.00 a 12.00.
La antigüedad media en el trabajo a turnos es de 25 años.
La población N (JORNADA NORMAL) la componen 50 varones, con una edad media de 49 años, y una antigüedad media en el trabajo de 26 años. Su horario de trabajo es de 7.30 a16.00 de lunes a viernes.
Se han elegido estas dos poblaciones por presentar características muy homogéneas y similares en cuanto al sexo, edad, antigüedad en el puesto y responsabilidades laborales.
IPOBLACIONES I
D JORN. TURNOS o JORN. NORMAL
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