Un método para calcular el riesgo ponderado por la cultura de seguridad
Un método para calcular el riesgo ponderado por la cultura de seguridad
El concepto de Cultura de Seguridad, un fenómeno relativamente reciente, ha incitado la imaginación tanto de académicos como de profesionales y ha sido descrito como “el más importante desarrollo teórico en investigación sobre salud y seguridad laboral en la última década”. La cultura de seguridad es un término de rápido uso para referirse a la “cultura de seguridad” de una organización, o a aquellas “influencias culturales que impactan a la seguridad”. De hecho, hay diversos debates sobre la existencia de la cultura de seguridad como concepto, reflejados en la multitud de esfuerzos por definirla y operacionalizarla de forma significativa.
Para muchos, el concepto de cultura de seguridad es simplemente una expresión de actitudes, valores y creencias sobre la seguridad. Su noción se refuerza por una definición ubicua que se enfoca en indicadores “invisibles” de saluda, tales como la “confianza mutua”, las “percepciones compartidas” o la “confianza en la efectividad de las medidas preventivas”. Esto ha conducido a múltiples estudios por cuestionario que han intentado medir el “clima de seguridad percibido”. Básicamente, estos estudios tienen en común el centrarse en seis aspectos (aunque no se limitan exclusivamente a éstos):
- Acciones de la gerencia o los supervisores en seguridad (por ejemplo, compromiso)
- Sistemas de seguridad
- Percepción del riesgo y asunción del riesgo adquirido
- Presiones laborales
- Habilidades y competencia del personal
- Efectividad de reglas y procedimientos
Los motivos de este enfoque son muchos y diversos, pero fundamentalmente residen en los puntos de vista influyentes de los investigadores (por ejemplo, Flin, Mearns, O’Connor y Bryden, 2000), que guía el desarrollo de las investigaciones subsecuentes. Esta regresión al significado ha limitado nuestra visión colectiva de otros factores influyentes potencialmente importantes, como por ejemplo, el compromiso del personal con la seguridad, los factores humanos, etc.
Aunque se han concretado algunas herramientas útiles para orientar a los empleados en el camino de la seguridad, muchos han intentado relacionar estadísticamente los resultados de los estudios a indicadores tales como la tasa de accidentes. Si se encuentra alguna correlación (a menudo muy pequeña), estos autores suelen asegurar que han desarrollado un indicador “válido” sobre cultura de seguridad. Hay algunos problemas con este enfoque, partiendo de que las tasas de incidencia son notoriamente problemáticas como una medida válida de efectividad de la seguridad dada su tendencia a la sub-declaración y la falta de intensividad en reflejar la realidad en sus dimensiones más cotidianas. Un problema adicional es que quienes realizan estos estudios tienden a tomar en consideración las presiones realizadas sobre los empleados para reproducir resultados positivos por sus gerentes (por ejemplo, al temer perder el trabajo o ser enviado a casa, muchos subcontratistas trabajando en grandes proyectos multinacionales indicaron que todo es fantástico, cuando las cosas en realidad no son así). De esta forma, los resultados de muchos estudios son cuestionables.
Desde un punto de vista metodológico, las tasas de incidencia históricas respecto de percepciones “actuales” (posiblemente inválidas), es científicamente extraño (es decir, comparar el pasado con el presente). Tales factores pueden explicar por qué las relaciones estadísticas entre los resultados de los estudios y las tasas de accidente son débiles. Sin embargo, el supuesto largamente sostenido es que el clima de seguridad refleja con precisión el desempeño de la seguridad.
Con la excepción de dos (Cooper & Phillips, 2004 y Zohar, 2000), ningún estudio sobre clima de seguridad ha podido aún ser capaz de predecir el comportamiento seguro real o los niveles de desempeño de seguridad. Desde mi punto de vista, nuestros esfuerzos colectivos en los últimos 25 años han sido útiles, pero simplemente han subrayado “lo que no sabemos”, en lugar de construir un banco de datos válido y fiable sobre aquello “que sí sabemos”. Esto puede explicar por qué tan pocas industrian utilizan el clima de seguridad como una métrica práctica de desempeño de la seguridad estándar al clima de seguridad. Sobre todo, estos pobres resultados provenientes del sólo uso de cuestionarios sugiere que el número de herramientas de medida de la cultura de seguridad puede ser mucho más amplio, si necesitamos construir una base de datos empírica válida y fiable sobre la “cultura de seguridad”.