Gritos y susurros de la prevención: de la intuición a los datos

Gritos y susurros de la prevención: de la intuición a los datos

divendres, 30 abril 2004

La disponibilidad de unos indicadores de efecto fiables de los daños profesionales y el análisis de su evolución a lo largo del tiempo, es una necesidad perentoria de cualquier Administración y de los Agentes Sociales a la hora de diseñar o valorar una política de intervención en materia preventiva: bien sea para imponer una serie de estándares, al estilo predominante en los Estados Unidos de América, o bien para asesorar al empresario en el cumplimiento de sus obligaciones de velar por la seguridad y la salud de sus trabajadores, al estilo predominante en la Unión Europea tras la promulgación de la Directiva Marco.

Por otro lado, esta demanda es más importante en el caso de las actuaciones dirigidas a la pequeña y mediana empresa, que acumulan la mayor parte de los daños, y en las que la frecuencia individual de un daño profesional es pequeña, dificultando su utilización como guía para futuras actuaciones.

Sin embargo, esta necesidad no queda cubierta en la mayoría de los casos. En ocasiones, existen retrasos importantes en la obtención de los indicadores, índices de incidencia o de frecuencia; otras veces, la fiabilidad de estos datos es relativa, existiendo estudios (Glendon y Hale, 1984) que muestra cifras sobre la fiabilidad de, por ejemplo, la actividad económica de la empresa en la que se produjo el daño (un 64%), el agente de la lesión (un 79%), el evento que la produjo (un 44%) o sus factores contribuyentes (un 61%). Por último, existen importantes relaciones entre la evolución del ciclo económico y la de los indicadores de efecto.

Este último tipo de relaciones es particularmente significativo en términos de impacto sobre los indicadores y por que puede (debe) ser tenido en cuenta a la hora de diseñar o valorar políticas en materia preventiva. La relación entre la evolución de una economía y los indicadores de efecto es generalmente procíclica. Tómese como indicador de la evolución de la economía la tasa de desempleo y como indicador de efecto el índice de incidencia; la relación que se puede observar es la que se muestra en el gráfico adjunto, realizado con los datos de España en los últimos quince años. Relaciones similares se han observado en los países miembros de la OCDE, y también se observan a nivel autonómico o sectorial; lo relevante no es el hecho en sí, sino ¿porqué se produce? y ¿cómo puede ser utilizado de manera provechosa para la prevención?

Para la primera de las cuestiones planteadas existen dos respuestas en la bibliografía, que se han utilizado alternativamente y en contraposición. La tesis clásica, predominante en la literatura, se debe originalmente a Max Davis Kossoris (1938): en las épocas de expansión se intensifica la actividad, el cansancio y el ritmo de trabajo, a lo que se añade la falta de experiencia del personal recién contratado. La tesis alternativa se debe a Theo Nichols (1986): en las épocas de depresión los trabajadores son más vulnerables y se produce un desequilibrio en la balanza de poder entre trabajadores y empresarios, que puede provocar un comportamiento procíclico o contracíclico, en función de las circunstancias.

Como se decía, estos argumentos se han utilizado en contraposición: algunos autores justifican la relación de acuerdo con el criterio de la intensificación (Kossoris); otros autores, más recientemente, achacan la relación a la vulnerabilidad (Nichols), planteando que esta vulnerabilidad provoca que el trabajador no declare todos los daños leves que sufre, resultando unos menores valores de estos indicadores. Sin embargo, en mi opinión, lo que los datos muestran y demuestran es que los dos aspectos se plantean simultáneamente: los períodos de recesión traen consigo una mayor vulnerabilidad de los trabajadores, que declaran menos accidentes (leves) de los que sufren y, al mismo tiempo, una menor intensificación del trabajo, que provoca una disminución de los indicadores de efecto (leves, graves y mortales).

La segunda de las cuestiones anteriormente planteadas debe responderse desde la reflexión por parte de los agentes implicados a la hora de planificar políticas en materia preventiva o de valorar sus resultados. Dado que los datos de desempleo se conocen con relativa prontitud y que incluso se dispone de prospectivas relativamente fiables, su utilización en la planificación y valoración de intervenciones es relativamente inmediata.

Por último, y de aquí los gritos y susurros a los que aludo en el título de mi ponencia, un importante corolario del análisis expuesto es que las épocas de crisis económica traen consigo una vulnerabilidad, indefensión o, si se prefiere, precariedad de todos los trabajadores. Estemos preparados.

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