El hábito no hace al monje
El hábito no hace al monje
Desde hace unos días podemos ver por televisión una campaña publicitaria del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, con el lema "La prevención de riesgos laborales: un hábito de vida". Creo que, para todos los que trabajamos de una u otra forma para o por la prevención de riesgos laborales, se trata de una buena actuación y un motivo de alegría. Qué duda cabe que las campañas de concienciación dirigidas a toda la sociedad y utilizando medios de difusión masiva pueden ayudar a forjar una cultura preventiva.
Pero la prevención no sólo debe ser un hábito, "modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas", sino que debe ser también un valor, "convicción básica de que un modo específico de conducta ó estado final de existencia es personal o socialmente preferible que el opuesto", y este valor es el que debe impulsar las conductas de todos y cada uno de nosotros, y generar esos hábitos.
El matiz es importante, los hábitos son sólo costumbres que seguimos y que un día podemos tomar la decisión de omitir o relegar a otro tipo de prioridad.
Cada día tenemos ejemplos desgraciados, e incluso catastróficos, de que este matiz es importante. Tomemos, por ejemplo, el caso de la catástrofe ferroviaria ocurrida el pasado día tres de junio al colisionar un tren Talgo y un tren de contenedores entre las estaciones de Chinchilla y Navajuelos, en la línea Madrid-Murcia-Cartagena. El accidente ocurrió a las 21,40 horas y estos son algunos de los datos sobre la causalidad el accidente, todos ellos extraídos de los propios comunicados de la compañía ferroviaria y disponibles en su página web:
-"Un error del jefe de circulación de la estación de Chinchilla, probable causa del accidente de esta noche", fechada al día siguiente del accidente, día 4 de junio. La noticia matiza que se trata de los primeros indicios y que todavía falta la investigación definitiva, pero indica que "el jefe de circulación de la estación de Chinchilla puso la señal de salida de la estación en verde, según él mismo ha reconocido".
-Al día siguiente, cinco de junio, se produce un nuevo comunicado titulado "El tramo en el que se produjo el accidente fue renovado íntegramente en 1998". La noticia, entre otros, añade que "desde 1994, la inversión global de Renfe en el tramo Chinchilla-Cartagena ha superado los 26 millones €" y que "entre otras mejoras, se ha dotado a los gabinetes de circulación (en donde trabajan los jefes y factores de circulación) de un sistema de comunicaciones más fiable, basado en la utilización de telefonía móvil, que permite la comunicación inmediata con las estaciones colaterales. Este sistema constituye el eje fundamental de funcionamiento del sistema de bloqueo telefónico".
-El mismo día cinco de junio aparece otra noticia titulada "El 80,8% de los trenes de Renfe circulan regulados mediante bloqueos automáticos". Más adelante se añade que, "En el caso concreto del accidente de Chinchilla, el bloqueo que regula el tráfico de esa línea es de tipo telefónico que obliga a la confirmación por este medio entre las dos estaciones que no existe impedimento alguno para permitir la circulación de un tren en dicho tramo" y que "Además, este sistema se complementa con el denominado ASFA (Anuncio de Señales y Frenado Automático). En este caso concreto, al encontrarse la señal de salida en verde, el sistema ASFA, que funciona correctamente, permite el paso por la señal".
-También el mismo día otro titular afirma "La línea Chinchilla-Murcia tiene unos índices de circulación cuatro veces inferiores a los de las líneas con bloqueos automáticos". Más adelante se especifica, "en la línea Chinchilla-Murcia circulan cada semana una media de 101 servicios. Sin embargo, en las líneas dotadas con sistemas de bloqueo automático la media de circulaciones semanales se sitúa en 394, casi cuatro veces superior a las circulaciones medias de la línea Chinchilla-Murcia", añadiendo que "la seguridad en la circulación ferroviaria nunca se pone en cuestión y los sistemas de bloqueo (automáticos o telefónicos) se instalan en función de la densidad de circulación y las características de la infraestructura. La línea Chinchilla-Murcia tiene, hoy por hoy, el sistema de bloqueo perfectamente adaptado a su densidad de circulación. La futura instalación de un bloqueo automático mediante un CTC (Control de Tráfico Centralizado) hará posible que aumenten las circulaciones medias".
-Por último, al día siguiente, seis de junio se produce un nuevo comunicado en el que se dice, "el Reglamento General de Circulación (RGC) es taxativo en las dos condiciones que se deben cumplir para que un tren inicie la marcha en un tramo dotado con bloqueo telefónico: señal abierta (en verde) y postura de orden de salida. La primera condición está comprobada e incluso confirmada por el propio Jefe de Circulación. Nunca debió suceder, ya que puso la señal abierta (en verde) cuando el cantón (distancia entre estaciones) estaba ocupado por el tren de mercancías. El accidente se habría evitado si se hubiera cumplido estrictamente el RGC". En la continuación de este mismo comunicado se añade que "En cualquier caso, e independientemente de este accidente, Renfe adjudicó en abril y mayo la instalación de CTC, obras civil y nuevos sistemas de comunicaciones por un total de 30'4 millones de euros en la línea Chinchilla-Cartagena. En concreto, el sistema tren-tierra se adjudicó el pasado 8 de mayo".
Ahora, ruego al lector que interprete los valores hacia la prevención de cada uno de estos protagonistas. Creo que sería bueno reflexionar sobre algunos de estos extremos: la premura con que la compañía afirma que la causa se produce por un error humano, el reconocimiento de culpabilidad por parte del propio jefe de circulación de la estación de Chinchilla, la regla de decisión utilizada para colocar o no colocar un sistema de bloqueo automático y el incumplimiento de una norma por parte del jefe de circulación. Tal reflexión y, concretamente, el análisis de los porqués pueden inspirar mejoras preventivas, pero sobre todo pone de manifiesto la carencia de valores hacia la prevención. Es evidente que los accidentes, todos, se producen por error, y errar es humano, lo inhumano es no prevenir el error. Evidentemente, el hábito no hace al monje, sus valores sí.