Nuevo programa aragonés en materia de prevención de riesgos laborales
Nuevo programa aragonés en materia de prevención de riesgos laborales
El Gobierno de Aragón inició en el año 1998 un programa de actuación sobre empresas de alta accidentalidad comparada (TAC) que fue conocido como el "Programa Aragón". Evidentemente tal programa implicaba una serie de actuaciones sobre empresas que se destacaban a través de su tasa de accidentalidad al ser comparada con la tasa media de accidentalidad de su actividad económica específica desglosada a tres dígitos del Código Nacional de Actividades Económicas. Se consideraban únicamente los accidentes con baja en jornada de trabajo.
Un año después, se lanzó un segundo programa: el "Objetivo cero accidentes de trabajo", ofrecido a aquellas empresas aragonesas que, sin llegar a destacar en términos de tasa de accidentalidad con baja en jornada de trabajo, arrojaban un número significativo de estos accidentes. El programa, de adhesión voluntaria, consistía en implantar en la empresa un sencillísimo protocolo de actuaciones encaminadas a la mejora continuada de las condiciones de trabajo. Con los dos programas se entraba en contacto con el 80% de empresas que anualmente sufrían accidentes con baja en jornada de trabajo en la Comunidad Autónoma.
Anualmente, el grupo de empresas que entraban a formar parte del "Programa Aragón", más de tres mil empresas diferentes a lo largo de cuatro años, han venido reduciendo sus accidentes un 30%, cifra que se repite en buena parte de las Comunidades Autónomas donde se aplica un programa similar. Por su parte el "Programa Objetivo cero accidentes de trabajo", al que se han adherido hasta ahora 627 empresas, viene ofreciendo reducciones globales del orden del 13% en accidentes de trabajo con baja.
Sin embargo, un 16% de las empresas de alta tasa que entran en el "Programa Aragón" no consiguen mejorar su situación. Un estudio efectuado durante el año 2002 sobre ese conjunto de empresas que deben repetir programa, reveló determinadas características en ellas: algunas eran empresas "satélites"; otras debían aceptar decisiones de centrales alejadas del territorio dado su carácter multiautonómico o multinacional; en un buen número de empresas los trabajadores se encuentran desplazados de su centro de trabajo (mantenimientos, transporte, ciertos servicios, etc.); un también elevado número de empresas sufrían accidentes de características "difusas" sin que se supiera enfocar una prevención sobre aspectos "aparentemente sutiles"; por último el subconjunto de empresas en donde la dirección, simplemente, todavía no ha asumido y desarrollado el necesario compromiso con la cuestión preventiva.
Es precisamente la consideración de estas dificultades lo que llevó a diseñar, pactar con los Agentes Sociales y poner en marcha un tercer programa, conocido como "Programa de buenas prácticas compartidas en prevención de riesgos laborales".
El programa se define a través de los problemas que plantea la gestión preventiva en estos grupos de empresas de "especial dificultad" o, si se prefiere, "con especiales dificultades". ¿Cómo convencer a la dirección de que esas dificultades han sido superadas en otras empresas?. ¿Cómo hacerles llegar las vías de solución de los problemas?. Simplemente poniendo en contacto a quien tiene esas dificultades con alguien que las haya superado. Así pues, el programa "Buenas prácticas compartidas en prevención de riesgos laborales" se reduce a organizar los contactos entre empresas con los mismos problemas (que desarrollen las mismas actividades) y de recursos homogéneos (plantillas similares). Naturalmente en los grupos a convocar deben integrarse empresas que hayan superado sus situaciones iniciales.
El programa comenzó, de modo experimental, en el segundo semestre del pasado, aplicándolo en cinco grupos de empresarios dedicados en cada caso a las mismas actividades y con recursos similares. Los grupos se reunían contando con la moderación del Instituto Aragonés de Seguridad y Salud Laboral (ISSLA) y se preparaban siempre tras la solicitud de ayuda de alguna empresa concreta. El Instituto se encargaba de buscar y convocar a las empresas y moderar las reuniones. Es importante señalar que las empresas, no sólo entendían nítidamente la finalidad de los contactos, sino que se mostraban altamente interesadas en participar y siempre a nivel de dirección. Buena prueba de ello fue la alta respuesta a las convocatorias (del 85 al 90% de los empresarios convocados en las cinco ocasiones).
En estos momentos, tras las actividades realizadas en los primeros días del año en curso con el fin de divulgar estas actuaciones, el ISSLA cuenta con 130 solicitudes de directores o gerentes de empresas para formar parte del programa. Para este conjunto de empresas se organizará el contacto para el intercambio de experiencias, manteniendo siempre la homogeneidad de los grupos. El programa adquiere así una interesante dimensión, pues un grupo de 150 empresas interesadas puede generar un contacto entre un muy importante número de firmas, ya que un sólo empresario solicitante puede generar un encuentro entre 15 o incluso 20 directores o gerentes de empresas.
Resta por indicar que, tras las reuniones de las direcciones de las empresas, se convocan reuniones con los delegados de prevención de las mismas. En estas reuniones, los delegados de prevención de las empresas que han superado sus dificultades transmiten a su vez a otros delegados las políticas o actuaciones que han ofrecido buenos resultados y se impulsa el compromiso de los trabajadores hacia el tema preventivo.
Obviamente el paso del tiempo definirá en términos numéricos el resultado del programa, si bien podemos adelantar que algunas de las empresas que entraron en el programa el pasado año vienen ya observando significativas reducciones de accidentes, tras aplicar iniciativas de gestión y de actuación sugeridas por los propios empresarios en las reuniones.
Interesa señalar la cada vez más importante contribución de las actuaciones que podríamos denominar "intangibles" de la prevención, como por ejemplo, los cambios de actitud, el compromiso de la dirección, un nuevo enfoque para la prevención, la formulación de objetivos, las políticas de motivación, etc. Seguramente estos intangibles deben ser los que resuelvan buena parte de las situaciones problemáticas cuyas soluciones se encuentran en vía muerta tras el fenómeno de la "ajenización" de la gestión preventiva. Fenómeno surgido a partir de la masiva contratación con servicios de prevención ajenos sin haber dispuesto de un nexo eficiente entre ellos y las empresas.
La credibilidad entre iguales puede ser, sin duda alguna, la clave del éxito del programa. Dos gerentes mostrando los logros en sus empresas a través de actitudes y actuaciones concretas, convencen a sus homólogos presentes en la misma reunión. En este poder de convicción es donde radica el interés del programa. Lo que ya estaba escrito en los libros décadas atrás sobre los intangibles de la prevención, hoy es posible ponerlo sobre la mesa y, mejor todavía, aplicarse, puesto que por fin se va experimentando en un creciente número de empresas.