¿Tenemos cultura en prevención?

Con la entrada en vigor de la Ley española de Prevención hace ya siete años, el objetivo primordial de todos era el de actuar en pro de su cumplimiento, poner en marcha e implantar nuevas actuaciones para prevenir situaciones que hasta entonces no se habían considerado como factores de riesgo en las organizaciones. En definitiva, la preocupación se centraba fundamentalmente, por parte de todos los agentes implicados de la Prevención, en “qué” debíamos hacer.

En la actualidad nos encontramos en un momento en el que profesionales y organizaciones nos estamos planteando “cómo” estamos trabajando en prevención de riesgos laborales; qué metodologías utilizamos, qué técnicas, cómo estamos articulando y a través de qué mecanismos desarrollamos actuaciones preventivas; la continuidad de estas actuaciones en la empresa, la formación de los profesionales responsables y su adecuación a una realidad cambiante... Es decir, que los nuevos objetivos a alcanzar conllevan, además de conseguir una completa implantación de un sistema preventivo en las organizaciones, que ésta se realice en una senda de mejora continua. Y para ello, se hace necesaria la implicación y el compromiso por parte de todos los integrantes de la empresa.

Cuando los expertos se plantean líneas de trabajo para la mejora de esta serie de cuestiones, manifiestan que, necesariamente, debe incorporarse la prevención en la gestión empresarial: las actuaciones preventivas deben poder integrarse en el sistema de gestión de la empresa, y deben formar parte intrínseca de los procedimientos de trabajo en cada uno de los niveles jerárquicos. La seguridad y salud en el trabajo es un resultado directo, por una parte, de una organización del trabajo que permita asegurar unas condiciones de trabajo adecuadas, y por otra parte, de la forma de actuar de sus participantes.

A partir de estos principios podemos concluir que una normativa no es suficiente para asegurar una gestión eficaz de la prevención en las empresas. Pensamos que es necesario integrar la prevención a través de otros elementos como la cultura organizacional.

El interés por la cultura organizacional aumentó considerablemente a partir de la década de los años ochenta y cada vez más encontramos autores que defienden el conocimiento de la cultura organizacional como forma de actuación estratégica y eficiente dentro de la organización. Ya en 1984, Schein propone que la comprensión de la cultura organizacional sea parte íntegra del propio proceso de administración. Es en 1987 cuando se empieza a utilizar el término de cultura preventiva como tal: el informe de la agencia nuclear de la OCDE sobre el accidente de Chernobil emplea este término para hacer referencia a la cultura en que opera la prevención.

La identificación de la cultura preventiva en la empresa es, por tanto, algo básico para comprender y actuar de manera eficiente y eficaz. Un estudio de cultura permite comprender las relaciones de poder, las reglas no escritas, lo que es percibido como verdad, etc. En este sentido, aclara una serie de comportamientos aparentemente ininteligibles, permitiendo un planeamiento de la actuación preventiva coherente con la realidad de la organización. La cultura preventiva se entiende como un componente de la cultura organizativa, que alude a las actitudes, competencias y patrones de comportamiento individuales y de grupo que afectan e influyen sobre la salud y seguridad en el trabajo, y consecuentemente sobre la prevención.

De manera paulatina empiezan a realizarse estudios entorno a la cultura preventiva, y a encontrar ésta su sitio dentro del área de la Seguridad y Salud. Una cultura preventiva positiva se caracteriza por mecanismos de comunicación basados en la confianza y en las interrelaciones personales; por las percepciones sobre la importancia de la seguridad, y por la confianza de la eficacia en las medidas preventivas adoptadas.

Una cuestión importante para el análisis de la cultura es plantearnos si ésta “es” o bien si la cultura “se tiene”. El debate no es fútil ya que, si la cultura es algo que “se tiene”, se está enfatizando en el hecho que se puede gestionar, introduciendo nuevas medidas y prácticas. Si, por el contrario, la cultura “es”, entonces se está considerando que la cultura es una propiedad que emerge de los valores, creencias e ideologías de todos los miembros de la organización y que sólo puede modificarse indirectamente. Es por esto que entre los profesionales de la prevención se ha favorecido la visión de la cultura como algo que “se tiene”.

Pero, ¿qué indicadores nos van a reportar datos fiables sobre la cultura preventiva en nuestra empresa de manera que podamos gestionarla?

Otro de los estudiosos en el tema de cultura, Cooper, representa la cultura preventiva utilizando el “Modelo Recíproco de la Cultura Preventiva”, -basado en la teoría del aprendizaje social y en la teoría cognitiva social de Bandura-, y considera tres dimensiones interdependientes: la dimensión sociopsicológica / percepciones de los trabajadores; la dimensión de los factores observables externos / comportamientos en el trabajo; y la dimensión de la situación / condiciones de trabajo y sistemas de gestión (individuos, grupos y estructuras).

Esta característica multidimensional permite o bien analizar la cultura en cada uno de las tres dimensiones, o bien considerar su interacción conjunta. Para ello, cada una de las tres dimensiones puede medirse utilizando instrumentos de medida como:

• Percepciones de los trabajadores: cuestionarios sobre el clima preventivo.
• Sistema de gestión de la prevención: entrevistas, auditorías del sistema.
• Comportamientos en el trabajo: observaciones del trabajo.

Resulta fundamental considerar la cultura preventiva como algo que las organizaciones tienen y que, por tanto, se puede gestionar; y además, esto resulta básico para la consolidación y el mantenimiento de la prevención en las empresas. Podemos pensar pues que estamos ganando terreno al estar cada día más preparados para hacer frente al “cómo” hacemos prevención en nuestras empresas. ¡Aprovechémoslo!