Los Carboneros, desafiando los conceptos modernos de gestión del riesgo

Los Carboneros, desafiando los conceptos modernos de gestión del riesgo

Un poco de historia, arte y toxicología
21 juliol 2017

En una brumosa mañana de invierno, con las humeantes chimeneas de las fábricas como telón de fondo, decenas de hombres están trabajando duramente en la descarga de carbón sobre el oscuro Sena. Vemos una procesión de trabajadores con cestas vacías sobre sus hombros -que nos recuerda a una cinta transportadora humana-, bajando a través de unas estrechas y peligrosas pasarelas de madera. Allí les esperan las barcazas cargadas de carbón procedente de las minas del norte de Francia y Bélgica. Dentro de ellas otros hombres llenan las canastas que los carboneros transportan sobre sus hombros, desandando el camino a través de los tablones hacía los muelles, donde vacían su carga en los carros que, pacientemente, les están esperando. Las pasarelas se comban con el peso y casi se puede oír el crujido de la madera bajo esa tensión. Es un trabajo intensamente duro y sucio, con abundante mano de obra (una típica barcaza de 300 toneladas podía llevar una semana descargarla). El arqueado puente en primer plano es el de la carretera de Asniéres, y el del fondo, que tan sólo se insinúa a través de la bruma gris, es el de Clichy.

Caballos y carros cruzan el primero para llegar a los hombres que descargan el carbón que, finalmente, servirá para abastecer a las cercanas fábricas. Unos pocos peatones también están cruzando el puente y, observando a los carboneros en su trabajo, un hombre está parado frente a ellos.

Monet rara vez muestra imágenes de los trabajadores y, aunque estaba ansioso por mostrar todos los aspectos de la vida moderna, no tenía interés, como por ejemplo Seurat, en hacer ninguna crítica social. Así, este paisaje urbano tiene simplemente la intención de ser la ilustración de un hecho cotidiano en una ciudad cada vez más industrializada. Sin embargo, Monet da a la composición una atmósfera sombría, con las siluetas a contraluz, despersonalizadas, con tonos apagados, que conforman y acentúa una imagen de tristeza de la condición obrera. Sin duda, éste no es el típico paseo de domingo por el parque de Seurat o el divertido río donde se celebran las regatas, de Renoir.

Monet nació en París en 1840, y fue el segundo hijo de un comerciante. A los 15 años ya era un dibujante competente (un cuaderno de bocetos del año 1857 que aún se conserva así lo atestigua). Durante su servicio militar en África contrajo la fiebre tifoidea y fue enviado de regreso a casa. Más tarde se trasladó a Argenteuil, a orillas del Sena, y se matriculó en la academia de Charles Gleyre donde conoce a Renoir, Pissarro y Sisley. En 1871, después de un período en Londres y en Holanda, regresó a Argenteuil, donde permaneció durante 6 años. Su ubicación ofrecía una amplia variedad de contenido temático y se convirtió en una importante fuente de inspiración para Monet y sus amigos impresionistas, que inmortalizaron sus vistas al río, puentes, calles y jardines. Fue aquí donde, en 1873, Monet pintó “Impressión: Sunrise”, que indujo a uno de sus críticos a utilizar la etiqueta de "impresionismo" para definir dicho estilo y la razón por la que Monet sería considerado como el líder de dicha escuela. En 1890 comenzó a trabajar en la creación de un jardín acuático, que fue objeto de gran atención en su pintura durante el último periodo de su vida. En 1912 fue diagnosticado de cataratas bilaterales y su vista fue empeorando progresivamente en los años siguientes.
Finalmente, en 1923, fue persuadido para someterse a una cirugía cuando su agudeza visual era menor de un 10% en su mejor ojo.
Recuperó una visión de lectura aceptable y volvió a pintar con gran entusiasmo. Tres años después, en 1926, murió a los 86 años de edad.

El retrato de Monet de los carboneros en el Sena desafía todos los conceptos modernos de gestión del riesgo. En la actualidad, en contraste con el trabajoso proceso de descarga del carbón en el París del siglo XIX, un moderno puerto exportador de carbón como es el de Port Kembla en Nueva Gales del Sur, Australia, puede manejar barcos cargados de hasta 166.000 toneladas. El muelle de carbón de dicho puerto tiene dos mecánicos que manejan grúas capaces de cargar 6.600 toneladas a la hora, procedentes de un depósito que tiene un ancho de 100 metros y un kilómetro de largo, y que puede acomodar 850.000 toneladas de carbón. Esta masiva mecanización se acompaña de un fuerte compromiso con la salud y seguridad, que condujo a que durante los años 2007-2008 no se registrase ningún accidente.

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